cenizas. Asi que, como usted podra ver, no puedo complacerlo hoy. Pero esto no es tan grave. Ya he hecho los arreglos necesarios para tomar manana nuevas fotografias de los papiros y el pergamino en la boveda. El dia siguiente tendre los nuevos negativos, y le podre mostrar el que usted desea ver. Asi que eso no significa una perdida para usted. No tenga preocupacion.

– Eso no me preocupa -dijo Randall cuidadosamente-. Yo tengo un juego completo de copias sacadas de sus negativos originales. Solo queria comparar la copia que yo tengo aqui del Papiro numero 9 con su negativo original, para ver si la copia habia sacado todo lo que hay en el negativo.

Edlund se hallaba desconcertado.

– Por supuesto que todo lo que habia en el negativo esta en su copia fotografica. ?Por que no habria de ser asi? Yo mismo me encargo del revelado y de las copias. Lo hago con mucho cuidado…

– Oscar, no me mal interprete -interrumpio Randall rapidamente-. No estoy poniendo en duda su trabajo. Es solo que, bueno, al examinar nuevamente el juego completo de copias, antes de decidir como las usariamos en nuestra campana publicitaria, descubrimos que habia una, solo una, que parecia no tener la misma calidad… bueno, la misma claridad y precision que las demas.

– ?Cual? ?La numero 9? Eso no puede ser. Todas son iguales, de la misma calidad, hechas de la misma manera. La fotografia, ?la trae consigo? Permitame verla.

Randall saco de un sobre la copia brillante, ampliada a 28 por 36 centimetros, del Papiro numero 9, y se la dio a Edlund.

– Esta es.

El sueco hizo un brevisimo examen de la fotografia.

– No tiene nada de malo -dijo-. La misma calidad que las otras. Todo se ve claramente. Lo siento, Steven, pero esta copia no es diferente de las otras que yo hice.

– Empleo la tecnica infrarroja para sacar esta fotografia, ?no es verdad?

– Claro que si.

– Y, digame, ?por que la tecnica infrarroja?

– Pense que usted ya lo sabia. Cuando uno tiene que fotografiar un objeto que es cuando menos parcialmente ilegible, tiene que someterlo a la tecnica infrarroja. Los metodos comunes no captarian lo que no puede verse con claridad, pero la infrarroja si. El papiro refleja la radiacion infrarroja que recibe y se vuelve… bueno… se ilumina, se vuelve, de este modo, mas legible.

– Y, ?asi fue como tomo la fotografia que ahora tiene en sus manos? -Randall titubeo-. O, ?fue usted realmente quien la tomo? Mirela de nuevo, Oscar. ?Juraria que usted la tomo?

En vez de examinar de nuevo la fotografia, Edlund miro fijamente a Randall.

– ?De que esta hablando, Steven? Claro que yo tome esta fotografia. ?A quien mas se le hubiera permitido hacerlo? Yo soy el unico fotografo de Resurreccion Dos, el unico autorizado por seguridad, el unico contratado para trabajar en el departamento de arte. Yo tome todas las fotografias e hice todas las copias. ?Que le hace siquiera sugerir que yo no prepare esta fotografia?

– Solo que parece diferente a las demas. No tiene la misma calidad o… el mismo estilo.

– ?Calidad? ?Estilo? No se a que se refiere usted.

Un poco molesto, Edlund volvio a mirar la fotografia, buscando angulos para captar mejor la luz del pasillo. Esta vez la inspecciono cuidadosamente.

– Oscar, concentrese en las lineas cuatro y cinco de la primera columna -le pidio Randall.

– Si, de acuerdo. Estan perfectamente bien. Perfectamente legibles.

– A eso me refiero -dijo Randall. Se preguntaba si le podria revelar a Edlund lo que verdaderamente le preocupaba. Que la primera vez que el abad Petropoulos y el habian estudiado la fotografia, esas lineas eran ilegibles, tal como deberian haber estado en el papiro original, y ahora, misteriosamente, eran perfectamente legibles, tanto en la fotografia como en el papiro. Decidio mejor no hablarle de esto aun, sino pretender que habia visto el papiro con anterioridad-. Oscar, cuando vi el papiro por primera vez, esas lineas eran de las mas dificiles de leer, casi indescifrables. Apenas se podian distinguir los rasgos o colitas en el arameo. Pero aqui, en la fotografia, pueden verse claramente. No tiene sentido.

– Para usted no tiene sentido. Para un fotografo tiene muy buen sentido. Cuando se me da algo como un fragmento de papiro que puede tener dos o tres zonas bastante tenues, borrosas o manchadas, empleo la tecnica de retencion de luz o enmascarillado. Si yo utilizara una exposicion mas prolongada para sacar las lineas tenues o las zonas borrosas, provocaria una sobreexposicion en el resto del escrito arameo. Asi que lo que hago es evitar que la luz de mi ampliadora de sobre ciertas secciones del papiro durante el proceso de copiado; bloqueo las secciones legibles y claras, que necesitan solo un tercio de la exposicion que requieren las zonas oscuras y borrosas. Y, a traves de esta tecnica, obtengo un negativo y una copia bastante uniformes y bastante legibles. Ahi tiene usted la explicacion tecnica del porque lo que usted vio ilegible en el papiro resulta bastante legible en la fotografia. Permitame mostrarle.

Edlund acerco la fotografia a Randall.

– Ahi puede usted ver como esa tecnica hizo resaltar el tenue arameo en las lineas cuarta y quinta, y lo volvio tan claro. Recuerdo que en este papiro habia otra zona, igualmente oscura e ilegible, hasta que yo… -Su voz se desvanecio y se quedo parpadeando ante el margen inferior de la columna escrita en arameo-. ?Que raro! - musito.

– ?Que le parece raro, Oscar? -interrumpio Randall.

– Esta zona inferior. Esta sobreexpuesta. Un poco quemada. No esta bien empleada la tecnica que acabo de describirle. El canalete para bloquear la luz corto la exposicion… yo no soy tan descuidado; no haria un trabajo tan pobre. Estoy seguro… o por lo menos lo estaba… de que hice todas mis exposiciones balanceadas y uniformes. Estoy seguro de que asi lo hice. He visto estas fotografias cientos de veces, y siempre me he sentido satisfecho. Sin embargo, aqui esta esto, una zona sobreexpuesta. Quiero decir que, a simple vista, y para cualquier otra persona, quiza no sea notorio. Pero para mi, resulta obvio. No puedo comprender esto.

Randall le quito amablemente la fotografia.

– Tal vez usted no hizo esta copia, Oscar.

– La hice, porque yo las hice todas -dijo Edlund obstinadamente-. Y sin embargo, yo no suelo trabajar tan mal. Es muy extrano que esto sucediera.

– Si -dijo Randall-. Muchas cosas extranas han ocurrido ultimamente dentro del proyecto.

Randall quiso anadir que era extrano como unas cuantas lineas de la fotografia, que habian aparecido borrosas a la vista en el Monte Atos, se habian vuelto menos borrosas en Amsterdam. Y que era extrano como cierto papiro habia desaparecido el mismo dia en que el quiso verlo, para que luego reapareciera convenientemente al dia siguiente. Y que era extrano como el negativo que el queria comparar con esta copia (supuestamente sacada de aquel) habia sido consumido por el fuego solo unas horas antes, y que era extrano como la tecnica descrita por Edlund habia sido empleada de manera tan poco profesional en solo una de las fotografias, en esta copia del Papiro numero 9.

Para Randall habia preguntas, mas no respuestas satisfactorias. Estaba claro que Edlund, sin el negativo crucial y con la ferrea conviccion de que el era el unico fotografo del proyecto, no le podia proporcionar las respuestas.

Randall conjeturo que, a menos que hubiera alguien, en algun lugar, que apoyara sus dudas o que se las despejara para siempre, tendria que dedicarse a Resurreccion Dos con fe ciega. Tambien sabia que era dificil, casi imposible, tener una fe ciega despues de que uno habia abierto los ojos. Pero, ?abierto los ojos a que?

En ese instante le vino una idea, y sus ojos se abrieron ante una posible solucion que habia pasado completamente por alto, la mas obvia de todas.

– Oscar, ?puedo usar su telefono?

– Hay uno detras de usted, en la pared. Adelante, uselo. Ahora, con su permiso, tengo muchas cosas que limpiar.

Randall dio las gracias al fotografo, espero a que se marchara, y finalmente tomo el telefono y llamo a Resurreccion Dos.

Le dijo a la operadora del conmutador que queria hablar con el abad Petropoulos. Segundos mas tarde, la operadora lo habia conectado con la secretaria del doctor Deichhardt.

– Habla Steven Randall. ?Todavia se encuentra ahi el abad Petropoulos?

– Si, senor Randall. Acaba de regresar de almorzar con los editores. Todos estan conferenciando en la oficina

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