nueve, los mismos que obran en mi poder… pero los demas, ocho, estan bien guardados en una caja de acero de 45 centimetros que se encuentra oculta en un lugar seguro.

Naturalmente, he escondido las pruebas… el recobrar las pruebas me tomara un poco de tiempo. Estan fuera de Roma… no muy lejos…

Fuera de Roma, no lejos; eso estaba claro, penso Randall. Recuperar los objetos tomara un poco de tiempo. Eso estaba bien claro, maldita sea.

La segunda parte de la evidencia, dentro de una pequena caja metalica eso tambien estaba bastante claro, penso Randall.

Pero la primera parte de la prueba, la que Lebrun habia prometido entregar a cambio del primer pago, el fragmento de papiro de forma irregular y escasos 9,2 por 6,5 centimetros de tamano… esa parte no estaba clara. Lebrun habia omitido describir la clase de recipiente en el que se hallaba escondido, Randall habia omitido preguntarselo, y ahora era demasiado tarde.

Sin embargo, tenia que estar dentro de algun envase protector que seguramente seria reconocible, si pudiera encontrarlo. Randall clavo la mirada en los pedazos de toba que habia en las cajas. No se habia topado con ningun objeto extrano. Habia roto todos y cada uno de los pedazos de toba y no habia encontrado ningun recipiente de ninguna clase. Se pregunto si finalmente lo hallaria o si, de hecho, acaso existia fuera de la imaginacion del ex convicto.

Se enderezo, tomo el mango de madera de la pala y prosiguio cavando.

Mas toba, mas escombros, mas nada.

Mientras continuaba la excavacion y los minutos pasaban, se comenzo a dar cuenta de que su principal obstaculo no era que se le acababa el tiempo, sino las fuerzas.

Metio la pala, y la saco.

Otra vez adentro y… clang… golpeo algo duro… ?un pedregon? Maldita sea; si habia picado granito, la excavacion habria terminado. Se arrodillo soltando un gemido y, a traves del sudor que le corria por los ojos, miro, tratando de distinguir con que se habia topado en el agujero. Parecia ser solo otra roca y, sin embargo, tambien parecia algo diferente. Dejo caer la pala y metio la mano en el hoyo; alcanzo el objeto y lo recorrio con los dedos para sentir su tamano. De inmediato se dio cuenta, por lo que sintio en las yemas de los dedos y por la sensacion que experimento debajo de la piel, que el obstaculo tenia forma. Era un objeto elaborado por la mano del hombre. Tal vez un artefacto antiguo. Pero…

Tal vez no.

Con los dedos metidos profundamente en el agujero, tiro del objeto, tratando de echarlo fuera, de desatorarlo de la posicion en que estaba entre las capas de toba. Volvio a meter la pala, maniobrando con la punta por debajo, por encima, alrededor del objeto, tratando de moverlo.

Luego otra vez a mano. En unos cuantos minutos se aflojo y comenzo a soltarse. Lo tomo con ambas manos y lo saco del hoyo.

Era una especie de olla de alfareria, un tarro o vasija de barro, de no mas de veinte centimetros de alto y treinta de circunferencia. La boca estaba sellada con una especie de substancia solida y gruesa de color negro, probablemente brea. Randall trato en vano de perforar el tapon negro. Quito la mugre que tenia pegada, y una delgada banda negra de brea que habia alrededor del centro del tarro se hizo visible. Aparentemente, la vasija de barro habia sido abierta en dos mitades y ahora estaba pegada con esa brea.

Randall la coloco sobre el piso de la zanja, se arrodillo, y con el mango de la pala golpeo la vasija por la mitad. Instantaneamente, bajo el fuerte golpe, el tarro se partio en dos mitades, quedando una de ellas parcialmente astillada.

Randall se abalanzo sobre los pedazos de barro, los separo, y de inmediato tuvo frente a si el contenido. Un solo objeto, una simple bolsa gris de cuero.

Tomo la bolsa y la sostuvo cautelosamente, casi sin atreverse a abrirla.

Lentamente, la abrio, busco con cuidado en su interior, y sus ampollados dedos cobraron vida al fresco contacto de lo que sintio como una fina tela. Suavemente, comenzo a extraerla. La saco. Era un cuadrado de seda aceitosa que habia sido doblado muchas veces. Comenzo a desdoblarlo, hasta que el contenido quedo al descubierto.

Hipnotizado, se quedo mirando lo que podria haber sido una quebradiza hoja cafe de maple, pero que era un fragmento de papiro… el preciado papiro de Lebrun. Estaba cubierto con caracteres arameos, varias lineas borrosas escritas con tinta antigua. Era el fragmento faltante del Papiro numero 3 que Robert Lebrun habia escrito, la primera pieza de la evidencia que habia prometido entregar.

Aqui la tenia, se dijo Randall. Esta pieza era o la evidencia de una moderna falsificacion que podria reventar la validez del Nuevo Testamento Internacional e impedir el resurgimiento de la fe en todo el mundo… o un fragmento de un autentico papiro antiguo que para Monti habia pasado desapercibido o una pieza que Lebrun habia tenido en las manos y que respaldaria aun mas contundentemente a Resurreccion Dos, exponiendo a Lebrun como un simple y jactancioso mentiroso psicotico.

Sin embargo, de alguna manera, Lebrun lo habia conducido a esto y le habia recordado que, dentro del meollo, este fragmento de papiro contenia la prueba invisible de que el Evangelio segun Santiago era una falsificacion y una mentira.

Randall estaba demasiado exhausto para sentir emocion alguna.

No obstante, era posible que aqui tuviera la verdad.

Cuidadosamente, Randall envolvio el fragmento de papiro en su cubierta protectora de seda aceitosa, y con los dedos tiesos lo deslizo dentro de la sucia bolsa gris.

Su instinto le decia que se marchara con su tesoro en ese mismo instante. Pero el recuerdo de la segunda parte de la evidencia de la falsificacion, la pequena caja de acero que contenia los ocho fragmentos adicionales, lo desafio. Con esta primera parte descubierta, ?podria la segunda prueba devastadora del fraude estar muy lejos? Si esa prueba tambien existia, deberia estar aqui, probablemente en la misma zona, tal vez en las profundidades del mismo agujero.

Fatigado, Randall se puso de pie, tomo la pala y miro fijamente hacia el hoyo. Momentaneamente, se pregunto como un anciano como Lebrun habia tenido la fuerza para realizar esta tarea… a menos que hubiera sido mas vigoroso de lo que Randall habia imaginado o a menos que se hubiera valido de un complice mas joven o que le hubiera pagado a un ayudante de la region. Bien, las especulaciones resultaban inutiles en este momento. Lebrun habia realizado la hazana. Randall se pregunto si el mismo podria tambien llevarla a cabo, suponiendo que hubiera algo mas que desenterrar.

Reuniendo casi las ultimas reservas de vigor, Randall decidio continuar cavando. Dirigio su pala hacia el agujero, mas adentro y mas adentro, agradandolo, sin toparse con otra cosa que mas toba, y preguntandose constantemente si Lebrun habria puesto todos los huevos en una sola canasta o si habria escondido la pequena caja de acero en alguna otra parte. No importaba; debia continuar cavando.

Habia sacado una pala mas de roca porosa, arrojandola al piso, cuando oyo un tintineo que le parecio que sonaba como a voces humanas. Penso que estaba desvariando. Estaba a punto de volverse hacia el agujero cuando nuevamente escucho el sonido. Las voces eran mas claras ahora. Hizo una pausa y escucho, con la cabeza levantada.

Definitivamente eran voces; o una voz, la voz de una mujer.

Dejo caer la pala y se pego contra el muro opuesto de la zanja. No habia duda. Era una voz distante que flotaba desde lo lejos, mas alla de la pradera, que estaba encima de el. Comenzo a volverse hacia la direccion de la entrada del tunel, con la intencion de subir y asomarse para averiguar de donde provenia el sonido. Pero una intuicion, mas bien un reflejo de su instinto de conservacion, le impidio exponerse a traves de la unica entrada que habia.

Sin embargo, el tenia que averiguar quien (o que) estaba alla fuera.

Puesto que la techumbre de la zanja estaba a un metro de su cabeza, no habia manera de observar por encima de la orilla o de estirarse para atisbar a traves de las aberturas que habia en el techado de tablones. Fijo la vista en las cajas llenas con los escombros, que estaban a sus pies. Rapidamente se agacho, y con un esfuerzo nacido de la prisa, las empujo a traves del piso de la zanja. Con muchos esfuerzos, levanto una caja y la puso encima de la otra para formar unos burdos escalones bajos.

Cautelosamente, pisando con inseguridad, subio por su improvisada escalera, y con dificultad empujo los

Вы читаете La palabra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×