F. Kennedy, el primer paso dado por Neil Armstrong sobre la Luna, habian sido momentos grandes y trascendentales… pero, por lo que recordaba Randall, la sensacion publica que cada uno de esos acontecimientos habia generado habia sido igualada por la noticia electrizante y atronadora emitida desde el palacio real de Amsterdam: Jesucristo, sin duda alguna, habia vivido sobre la Tierra, como ser humano y mensajero espiritual del Hacedor.

Durante todos aquellos dias, Randall habia estado tan ocupado en los tecnicismos y dilemas de la autenticidad y la verdad, y en su propia supervivencia, que casi habia olvidado el impacto que el Evangelio segun Santiago y el Pergamino de Petronio podrian producir en los millones y millones de fragiles y anhelantes mortales.

Pero a traves del recorrido desde el Depot del Palais de Justice hasta el Aeropuerto de Orly, en las afueras de Paris, Randall habia observado pruebas de la reaccion de este milagro historico en cada esquina, en cada cafe, en cada aparador o escaparate. Franceses y extranjeros por igual estaban en las calles, arrebatando periodicos, pegados a las radios de transistores, apinados en torno a los televisores de las tiendas, arrastrados por el apasionamiento.

En el «Citroen» de la Policia en el que viajaba con tres oficiales franceses de uniforme azul, Randall era solo un jugador de menor importancia, desdenado en medio de una representacion dramatica que ya estaba en marcha.

Randall se habia sentado atras, entre dos de los policias, Gorin, de la Surete Nationale, y un agent de police llamado Lefevre, y estaba esposado a Gorin, que iba a su izquierda. Los dos policias se habian sumergido en sus ediciones especiales de Le Figaro, Combat, Le Monde y L'Aurore, y casi la mitad de las primeras paginas estaba dedicado a el Acontecimiento. Randall alcanzo a echar un vistazo a dos enormes encabezados. Uno decia: LE CHRIST REVIENT PARMI NOUS! (CRISTO VUELVE ENTRE NOSOTROS), y el otro: LE CHRIST RESSUSCITE PAR UNE DECOUVERTE NOUVELLE! (CRISTO RESUCITADO POR UN NUEVO DESCUBRIMIENTO). Debajo de los gigantescos titulares habia fotografias de tres de los papiros originales de Santiago, el Pergamino de Petronio, el lugar de la excavacion en las afueras de Ostia Antica, el retrato de Jesus, tal y como habia sido realmente en vida, y la cubierta del Nuevo Testamento Internacional.

En el asiento delantero del automovil, el policia que conducia habia ido callado todo el camino, fascinado por los comentarios preliminares al anuncio principal, que estaban siendo difundidos en frances desde Amsterdam.

De vez en cuando, los policias que iban a uno y otro lado de Randall se habian leido en voz alta, mutuamente, algun trozo de informacion, y a veces, conscientes del escaso conocimiento que Randall tenia del idioma frances, se lo habian traducido al ingles. Por lo que Randall pudo colegir, los informes periodisticos acerca del Nuevo Testamento Internacional, con la historia de Jesus escrita por Su hermano y la historia del proceso escrita por un centurion, se basaban en un breve comunicado transmitido a la Prensa despues de la medianoche. Los detalles completos estaban siendo proporcionados desde un estrado en la Burgerzaal (la enorme Sala de los Ciudadanos) del palacio real de Amsterdam. La revelacion integra se hacia ante dos mil miembros de la Prensa llegados al auditorio desde todas las naciones civilizadas de la Tierra, asi como ante varios centenares de millones de televidentes de todo el mundo, a quienes la noticia les estaba siendo transmitida por medio de Intelsat V, un satelite de comunicaciones de 1.900 circuitos que giraba en torno a la Tierra junto con otros satelites anteriores, y que retransmitia las imagenes y los comentarios.

Solo una vez, durante el recorrido, tuvo el policia llamado Lefevre un intercambio personal con Randall. Habia hecho una pausa en su lectura, mirando a Randall con incredulidad y diciendole:

– ?De veras tuvo usted parte en esto, Monsieur?

– Si.

– Pero entonces, ?por que lo deportan?

– Porque estan locos -habia dicho Randall. Y despues anadio-: Porque yo me negue a creer.

Los ojos de Lefevre se agrandaron.

– Entonces debe ser usted el que esta loco.

Se habian estacionado frente a la terminal de Orly. El policia llamado Lefevre habia abierto la puerta trasera del vehiculo; bajo y trato de ayudar a bajar a Randall. Puesto que estaba esposado a Gorin, Randall se habia visto forzado a echarse atras, magullandose la muneca y recordando dolorosamente lo que era y lo que le estaba sucediendo.

La planta baja de la terminal de Orly, siempre ruidosa, estaba ahora en silencio. Para comodidad de los pasajeros y visitantes, y de sus propios empleados, Air France habia colocado aparatos de television de pantalla grande a todo lo largo y lo ancho de la zona principal de recepcion. Alrededor de los aparatos, la gente se apinaba en filas de hasta diez y veinte personas. Incluso en los mostradores de venta de billetes y de informacion, los clientes y el personal de servicio hacian sus quehaceres o atendian sus asuntos distraidamente, con la atencion concentrada en los televisores cercanos.

El oficial de Policia, Lefevre, se dirigio a recoger el billete de Randall y confirmar la hora de abordar el aparato. Mientras tanto, Gorin se acerco a un grupo de gente para ver el televisor mas cercano, y Randall, ligado como estaba a el por las esposas, tuvo que seguirlo.

Atisbando entre las apinadas cabezas de los televidentes,

Randall trato de ver las imagenes que aparecian en la pantalla mientras escuchaba al comentarista, que hablaba primero en frances y despues en ingles, las dos lenguas oficiales utilizadas en ese dia del anuncio.

En el interior de la Burgerzaal, la Sala de los Ciudadanos del palacio real de Amsterdam, una camara seguia un movimiento panoramico horizontal, mostrando fila tras fila de periodistas y dignatarios visitantes, asi como acercamientos del majestuoso lugar. Habia unas ventanas de arco, con postigos color cafe, que tenian rosetones dorados en el centro. En lo alto habia seis aranas de cristal, que originalmente habian sido lamparas de aceite de colza dejadas por el emperador Luis Napoleon. Se veian algunas porciones del piso de marmol, con incrustaciones de tiras de bronce que representaban la esfera celeste. Habia interminables grupos de estatuas, y fue al ver el ultimo de los grupos (la Virtud pisoteando a la Avaricia y la Envidia… la Avaricia representada por Midas y la Envidia por la cabeza de Medusa) que Randall perdio la ecuanimidad.

«La Avaricia», penso el amargamente, y casi como si le hubieran dado una senal al camarografo, la camara recorrio la plataforma y alli estaban todas las betes noires de Randall, una tras otra.

La camara fue mostrando a cada cual en su silla de terciopelo, y el comentarista los iba identificando. En el semicirculo del estrado, reverentes, espirituales, ultramundanos, estaban el doctor Deichhardt, Wheeler, Fontaine, Sir Trevor, Gayda, el doctor Jeffries, el doctor Knight, Monsignore Riccardi, el reverendo Zachery, el doctor Trautmann, el profesor Sobrier, el dominee De Vroome, el profesor Aubert, Hennig y, finalmente, la unica bella entre las bestias, Angela Monti (en representacion de su enfermo padre, el profesor Monti, el arqueologo italiano, segun explicaba la voz de la Union de Radiodifusion Europea).

El doctor Deichhardt se acercaba a la tribuna, al pulpito revestido de raso y adornado con una cruz entretejida.

El doctor Deichhardt estaba leyendo en voz alta el anuncio completo y pormenorizado del descubrimiento del evangelio de Santiago y el informe de Petronio, y daba un resumen del contenido de los documentos, al mismo tiempo que mostraba un ejemplar del Nuevo Testamento Internacional que se publicaba oficialmente en aquel historico dia.

Randall sintio que una mano lo tomaba del brazo. Era el policia Lefevre que ya le traia su billete.

– No lo pierda -previno a Randall- o volvera a la carcel. -Metio el billete en el bolsillo de la chaqueta de Randall. Despues busco el brazo de su colega y le dio un tiron-. Gorin, disponemos de quince minutos antes de que los pongamos en el avion. Vamos a ver esto en el salon de bar, donde podremos sentarnos.

Minutos despues, al entrar al bar del tercer piso, que era un hervidero de gente embrujada por las brillantes pantallas de television, Randall se quedo de pie, asombrado. Nunca habia visto una escena igual. Habia espectadores no solo en las mesas, arrodillados en el suelo, sentados con las piernas cruzadas, acuclillados en los corredores que habia entre las mesas, sino tambien los habia de pie, llenando el salon, todos ellos con la atencion fija en la docena de televisores que habia alli.

Pero algo mas estaba sucediendo. Muchos de los espectadores, quiza la mayoria, se estaban comportando como si fueran peregrinos que estuvieran presenciando un milagro en Lourdes. Unos rezaban para si, otros lo hacian en voz alta, y otros repetian en voz baja las palabras que salian de los televisores. Algunos lloraban, otros mas se balanceaban hacia delante y hacia atras, y en un rincon remoto se produjo una conmocion repentina. Una mujer, de nacionalidad indeterminable, se habia desmayado y estaba siendo atendida.

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