Uno mas de los jovenes juegos amorosos de Darlene, penso el. No estaba de humor para eso a esta hora, pero ademas sabia que esa era la mercancia de Darlene, lo unico que ella podia ofrecer, asi que fue amable. Llevo a cabo la respuesta obligada. Beso su seno gentilmente alrededor del rosado pezon, hasta que empezo a endurecerse y Darlene se lo retiro de la boca.

– Muchacho travieso, Steven -dijo ella burlandose-. No empecemos nada ahora. Solo queria asegurarme de que te levantaras sonriendo -Darlene enderezo la cabeza y fruncio los labios, como queriendo halagarlo-. Pero eres lindo. -Luego se agacho y metio una mano debajo de la sabana, deslizandola entre las piernas de Randall. Lo acaricio un momento y luego se retiro rapidamente-. Oyeme, no estas perdiendo el tiempo -dijo ella.

El levanto los brazos para acercarla a si, pero ella se escurrio y salto de la cama.

– Comportemonos, querido. Le dije al camarero que era lo que queriamos desayunar, y estara aqui en un minuto o dos.

– En una media hora o dos -gruno Randall.

– Date un bano y vistete. -Ella se dirigio a la sala adyacente de su pequena suite en la Cubierta Superior del S. S. France-. L'Atlantique, tu sabes, el periodico del barco, dice que hay una pelicula documental en ingles acerca de que ver en Londres. En canal 8A. No quiero perdermela.

Darlene se deleitaba con la television de circuito cerrado del barco, en la que exhibian peliculas durante todo el dia, y ella no se permitiria perder ninguno de los lujos del viaje.

Randall miro a traves del camarote hacia la escotilla. La cortina cafe todavia la cubria. Entonces la llamo a ella.

– Darlene, ?como esta el tiempo?

– El sol esta tratando de salir -contesto ella desde el cuarto contiguo-. Y el mar esta como un cristal.

Apoyado sobre un codo, Randall escudrino su camarote. Era uno doble, funcional, con una gran comoda metalica de cuatro gavetas entre las dos camas, y sobre la comoda habia un telefono blanco cerca de su cama y una lampara con pantalla blanca cerca de la de Darlene. Esparcida sobre el sillon de rayas cafes; estaba la ropa interior de Darlene… unas panti-medias y un sosten muy provocativos. Cerca del pie de su cama estaba una silla baja, en color naranja, frente al alto espejo del tocador.

Randall escuchaba el palpitante sonido de los motores del buque y el silbido del mar estrellandose contra el transoceanico. Y luego oyo el crepitar de la television desde la sala, y la voz sosa del locutor.

Steven se recosto de nuevo sobre su almohada y trato de ubicarse en esta cuarta manana y quinto dia de la travesia de Nueva York a Southampton.

Cuando habia aceptado el cargo de director de publicidad para el Nuevo Testamento Internacional y el proyecto conocido como Resurreccion Dos, no planeaba traer a Darlene Nicholson en el viaje. Queria ir solo con Wheeler, y concentrarse en los antecedentes que debia absorber y en el trabajo que habia convenido en realizar. Darlene era demasiado frivola, demasiado hedonista para viajar con ella en una empresa como esta. No era que Darlene le exigiera mucho tiempo, sino meramente que podria distraerlo de su proposito con su platica vacia y superficial y su omnipresente sensualidad. Mas aun, su presencia podria resultar molesta y comprometedora. Wheeler y su gente, lo mismo que esos especialistas y expertos, sabios y teologos, involucrados en Resurreccion Dos en Amsterdam, nada tendrian en comun con una chica como Darlene. Randall supuso que ella encajaba en esa compania y ese ambiente tanto como, digamos, una corista o una artista de striptease encajaria en una tombola catolica.

No era que Darlene fuese vulgar, sino que mas bien era chillona, aparatosa, algo distraida y sin sentido de la ocasion. De hecho, era muy atractiva y transpiraba sexualidad. Era alta, con una figura plana, alargada, huesuda como de modelo de alta costura, excepto por sus pechos, que eran firmes y tenian forma de pera, y que siempre resultaban evidentes tras sus blusas y vestidos escotados y sus sueteres adhesivos que coleccionaba por docenas. Su cabello rubio le llegaba hasta los hombros, sus ojos azules estaban demasiado juntos, sus pomulos salientes, su cutis terso, su boca pequena con labios carnosos. Caminaba con una especie de contoneo, de modo que todas las partes adecuadas de su cuerpo (pechos, caderas, muslos, nalgas) se movian en los sentidos adecuados o, cuando menos, en los sentidos que siempre provocaban las miradas de los hombres. Tenia las piernas mas largas que Randall habia visto jamas. Fuera de la cama era inquieta, inutil, tonta, traviesa. Dentro de ella, era un vison, inagotable, ingeniosa, placentera, divertida. El centro de su inteligencia, dedujo Randall una vez, lo tenia en la vagina.

Ella le habia dado lo que el necesitaba cuando se encontraron, pero no era la companera que el queria para esa estimulante y emotiva jornada hacia la fe, en la cual acababa de embarcarse.

El le habia ofrecido todas las alternativas. Puesto que estaria en el extranjero solo un mes o dos, y estaria demasiado ocupado para concederle ninguna atencion durante ese tiempo, el le habia suplicado que regresara a Kansas City a visitar a sus padres, a su familia, a sus amigos de la secundaria. El le pagaria el viaje y la mantendria mientras estuviera fuera, y al regresar se podria reunir con el de nuevo en Nueva York. Pero ella no acepto. El le ofrecio un viaje a Las Vegas y Los Angeles, o un mes de vacaciones en Hawai, o una gira de seis semanas por Sudamerica. Pero su respuesta fue no, no, no, Steven, quiero estar contigo; me matare si no puedo estar contigo.

Asi que el suspiro, rendido, y la registro como su secretaria, a sabiendas de que a nadie iba a enganar y, a fin de cuentas, no le importo. De hecho, habia algunas ventajas. Bueno, una. Odiaba acostarse solo. Era un momento en el que, despues de beber, siempre sentia compasion de si mismo. Darlene era una diversion maravillosa. Anoche habia estado mejor que nunca; hubo de todo, todo en movimiento, manos, piernas, caderas y culo, y cuando eventualmente hizo erupcion, penso que saldria expulsado por la escotilla.

En la semana anterior a que el barco zarpara, excepcion hecha de la decision de llevar a Darlene, habia habido pocas otras decisiones personales que tomar, pero de alguna manera habia estado ocupado cotidianamente, del amanecer al anochecer, poniendo en orden su casa y su oficina. Despues de la estruendosa revelacion de Wheeler acerca del descubrimiento de Ostia Antica, que establecia por primera vez la irrefutable autenticidad de la historia de Cristo, habia estado lleno de curiosidad e impaciencia por conocer todos los detalles del hallazgo secreto. Pero Wheeler lo habia aplazado. Bastantes horas tendria durante la travesia para que le dieran una informacion mas completa, y los detalles completos estarian esperando a Randall cuando llegara a Amsterdam. Steven habia estado ansioso por informar a Wanda, a Joe Hawkins y a su cuerpo de colaboradores acerca de esta nueva cuenta, pero le habia prometido a Wheeler mantenerlo en secreto hasta que las muestras anticipadas del Nuevo Testamento Internacional salieran de la imprenta y hasta que el consejo de editores concediera permiso. Mas que nada, Randall queria transmitir la revelacion a su padre y a Tom Carey, presintiendo lo que esta noticia estremecedora provocaria en ellos; sin embargo, habia jurado no decir nada, y lo habia cumplido.

Todos los dias habia telefoneado a Oak City, y su madre o Clare le habian reafirmado que su padre, aunque todavia parcialmente paralizado, estaba recobrando las fuerzas gradualmente y recuperandose. Habia llamado a San Francisco una vez. Con cierta dificultad habia explicado a Judy que su plan de tenerla consigo en Nueva York durante dos semanas en el verano tendria que ser pospuesto. Le habia dicho que iria al extranjero por un encargo especial, pero le prometio que de alguna manera tendrian tiempo para estar juntos en el otono. Luego le habia pedido a Judy que pusiera a su madre en la linea. Queria saber si Barbara habia cambiado de parecer con respecto a la demanda de divorcio. Barbara habia replicado tranquilamente que no. Se reuniria con un abogado la semana siguiente. Muy bien, Randall le habia dicho friamente; el le daria instrucciones a Thad Crawford para que contestara la instancia.

A la manana siguiente, Randall habia conferenciado con Crawford y le habia bosquejado su caso, mientras el abogado se estiraba sus blancas patillas y trataba de persuadir a Randall de que no desafiara a su esposa. Cuando Randall permanecio inexorable. Crawford habia comenzado a hacer renuentes anotaciones para la inevitable comparecencia en el juzgado, y habia convenido en presentar la contrademanda. Durante esa turbulenta semana, habia llevado a cabo varias juntas mas con Crawford y los dos abogados de Ogden Towery, para allanar ciertos puntos irresolutos concernientes a la toma de posesion de Randall y Asociados por parte de Cosmos Enterprises. Dolorosamente, Randall habia determinado telefonear a Jim McLoughlin en Washington, D. C, y concertar una entrevista. Lo menos que Jim merecia era una explicacion personal de la razon por la cual Randall se estaba retractando y rechazando la cuenta del Instituto Raker. Jim no comprenderia, pero el esfuerzo tenia que hacerse. Desafortunadamente, Jim McLoughlin habia salido a alguna parte en una mision altamente confidencial y no podia ser localizado. No estaria de vuelta en Washington hasta dentro de varios meses. Randall le dejo recado que se comunicara con Thad Crawford. No habia otra disyuntiva. McLoughlin tendria que enterarse de las malas nuevas en la peor forma.

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