Cuando llego el dia de zarpar, Steven Randall finalmente se alegro.

Ahora, recostado sobre la cama de su camarote, se volvio sobre un lado. Junto al telefono estaban el monton de souvenirs y recuerdos que Darlene habia acumulado durante la travesia. Randall tomo el fajo de folletos que anunciaban los eventos de cada dia desde que habian estado a bordo. Habia cinco de esos programas que contenian cuatro paginas cada uno, las primeras dos en ingles y las otras dos en frances. Cuatro de los folletos representaban las actividades que habian estado disponibles durante los ultimos cuatro dias a bordo, y el quinto describia el programa de hoy. Manana no habria programa, puesto que llegarian a Southampton al amanecer.

Desplegando los programas como si fueran una mano de naipes enormes, Randall podia ver cuan poco realmente representaban acerca de sus propias actividades en la travesia. Y sin embargo, cada uno estimulaba su memoria. Hasta ahora habia sido un esplendido viaje por mar; descansado e intelectualmente estimulante. Excepto por una experiencia incomoda el primer dia, poco despues de embarcar y justo antes de zarpar, este habia sido un viaje perfecto.

El primer dia. Estudio el programa, impreso en la parte superior con las palabras S. S. FRANCE y decorado con ilustraciones de la Estatua de la Libertad, la Torre Eiffel, y el S. S. France. El primer dia.

EVENTS DU JOUR

VIERNES, JUNIO 7

LOS RELOJES SE ADELANTAN 15 MINUTOS A LAS 6 P. M.

14:30 PARTIDA DE NUEVA YORK

16:00 TE CON MUSICA

Salon Fontainebleau, Veranda

Cubierta Central

Randall puso a un lado el programa, y revivio lo que podia recordar de sus primeros Events du Jour; los rememoro en resplandores fugaces.

Despues de subir la empinada escalerilla hacia la cubierta de primera clase siguiendo a Darlene, cuya indumentaria atraia la atencion de los pasajeros y los oficiales del barco (sin sosten bajo una delgada blusa, con un ancho cinturon de piel, falda de seda corta, muy corta, medias negras, botas altas de piel), se habian dirigido hacia la fiesta de Buen Viaje que para George L. Wheeler se ofrecia en una sala privada, contigua a la entrada del teatro sobre la Cubierta Veranda.

La esposa de Wheeler habia salido con sus hijos a su casa de campo en Canada, asi que esta era una fiesta menos social que profesional y de negocios. La sala privada estaba abarrotada por los hombres de rostro serios, suaves y limpios y las dulces damas del Ejercito de Salvacion, todos ellos empleados de Mission House. Sin embargo, habia algunas caras nuevas que Randall nunca antes habia visto; rostros definitivamente pedagogicos o teologicos, la mayoria de ellos con sus esposas de mediana edad. Entrando a la sala con Darlene del brazo, aceptando el champana que le ofrecian los camareros uniformados de blanco, pero rechazando los bocadillos, presentando su «secretaria» a todo aquel a quien reconocia, Randall advirtio a Naomi Dunn parada no lejos del entusiasta Wheeler.

Randall se habia encaminado hacia ella cuando Wheeler lo distinguio y, dando un salto, le estrecho la mano.

– El comienzo de un viaje historico, Steven; ?historico! -exclamo-. Y esta linda jovencita… ?es su secretaria, de la que me habia hablado?

Nerviosamente, Randall hizo las presentaciones. El editor estaba definitivamente intrigado por Darlene, a quien habia conocido previamente a traves del expediente de Towery.

– Se esta usted embarcando en una actividad divina, senorita Nicholson. Como asistente del senor Randall, usted estara realizando un servicio para la Humanidad. No creo que usted conozca a nadie aqui… Steven, ?le importaria si presento esta encantadora dama a la concurrencia?

Wheeler se encamino con Darlene, y Randall se encontro momentaneamente a solas con Naomi Dunn. Ella estaba tiesa y constrenida, dando la espalda al tapiz de la pared y sorbiendo de su copa de champana.

– Hola, Naomi… ?puedo llamarla Naomi?

– ?Por que no? Estaremos trabajando juntos.

– Eso espero. Que bien que viniera a despedirnos.

Ella sonrio.

– Lo siento, pero no he venido a despedirlos. Viajare con el senor Wheeler y con usted.

Randall no oculto su sorpresa.

– George no lo habia mencionado. Estoy encantado.

– El senor Wheeler nunca viaja lejos sin mi. Yo soy su banco de memoria, su enciclopedia, su contacto con el Nuevo Testamento. El senor Wheeler sabe todo lo necesario acerca del negocio editorial, pero cuando se trata de antecedentes biblicos, confia en mi. Senor Randall, yo sere su guia durante buena parte de este viaje.

– Me complace muchisimo -dijo Randall.

Con diversion disimulada, Naomi le miro a la cara.

– ?De veras le complace? -Naomi miro por encima de el-. Sera mejor que circule yo. La Primera Leccion comenzara manana por la tarde.

Cinco minutos despues, Wheeler tenia cogido a Randall por el codo y lo conducia a una esquina de la sala.

– Hay dos personajes que usted debe conocer. Son extremadamente importantes para nuestro futuro. Ellos conocen nuestro secreto, por supuesto, y lo apoyan. En realidad, forman parte del proyecto. Sin ellos estariamos desvalidos. El doctor Stonehill, de la Sociedad Biblica Americana, y el doctor Evans, del Consejo Nacional de Iglesias.

El doctor Stonehill era calvo, lugubre y un poco pomposo; y era un enamorado de las estadisticas.

– Practicamente todas las iglesias de los Estados Unidos apoyan nuestro trabajo y contribuyen a nuestro presupuesto -le dijo a Randall-. Nueva actividad fundamental es la distribucion de Biblias. Cada ano surtimos a las iglesias asociadas con copias de las Escrituras, publicadas sin apendices ni comentarios. Editamos Biblias, o extractos biblicos, en mil doscientos lenguajes diferentes. En un solo ano, junto con la Sociedad Biblica Unida, distribuimos recientemente ciento cincuenta millones de ejemplares de las Escrituras en todo el mundo. En un solo ano, conste. Estamos orgullosos de eso.

El hombre, complacido, adopto la actitud de un pavo real. Como si el merito de esos ciento cincuenta millones de Biblias fuese personalmente suyo. Randall no supo que decir.

– Impresionante -musito.

– Hay una razon que explica semejante aceptacion universal -dijo el doctor Stonehill-. La Biblia es un libro para todos los hombres y todos los tiempos. Tal vez esto sea porque, como lo dijo el Papa Gregorio, la Biblia es el arroyo donde el elefante puede nadar y el cordero puede vadear… El Papa Gregorio en el siglo vi, usted sabe.

Randall lo sabia, pero su cabeza comenzaba a experimentar un vertigo.

– Con el descubrimiento, el Nuevo Testamento incrementara su valor -prosiguio el doctor Stonehill ponderadamente-, y la distribucion de nuestra Sociedad se habra de decuplicar; yo lo predigo. Hasta el presente ha habido 7.959 versiculos en el Nuevo Testamento. Pero con la adicion de… ni siquiera me atrevo a mencionar todavia el nuevo evangelio por su nombre…, pero con su adiccion a los versiculos canonicos, el entusiasmo general por Nuestro Senor no tendra limites. La Version del Rey Jaime, usted lo sabe, tiene 36.450 palabras de Jesus. Pero ahora, ahora…

Ahora, lo unico que Randall queria era que lo rescatasen.

Minutos mas tarde, alegando que tenia sed, se echo a buscar un oasis, pero pronto se encontro de nuevo en las garras de Wheeler y en la presencia del doctor Evans, jefe del Consejo Nacional de Iglesias.

El doctor Evans era mejor. Estaba tan solo medio calvo, no era lugubre en absoluto y rugia con controlado ardor. Era un hombre agradable, y lo que estaba diciendo intrigaba mas a Randall que las estadisticas del doctor Stonehill, especialmente en ese ambiente de alboroto.

– El Consejo Nacional de Iglesias -estaba diciendo el doctor Evans- es la agencia oficial de treinta y tres comisiones eclesiasticas (protestantes, ortodoxas orientales, y una catolica) en los Estados Unidos. Ninguna edicion biblica puede alcanzar el exito total en Norteamerica sin nuestro completo apoyo. Nosotros hemos estado

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