evangelistas. El piensa que el Nuevo Testamento debe ser desmitificado, despojado de los milagros (convertir el agua en vino, alimentar a las multitudes, revivir a Lazaro, la Resurreccion, la Ascension), antes de que tenga significado para el hombre cientifico de nuestros dias. El piensa que nada puede saberse del Jesus historico, degrada la existencia de Jesus y hasta sugiere que el Senor pudo haber sido inventado para apuntalar el nuevo mensaje de la cristiandad. Piensa que lo unico realmente valioso es el mensaje en si, en tanto se presente como algo racional y relevante ante el hombre moderno.

– ?Quiere usted decir que lo unico en lo que De Vroome cree es en el mensaje de Cristo? -pregunto Randall-. ?Y que es lo que a el le gustaria hacer con ese mensaje?

– Bueno, basado en sus propias interpretaciones, De Vroome quiere una Iglesia politica, socialista, interesada primordialmente en nuestra vida inmediata sobre la Tierra, excluyendo los conceptos del Cielo, de Cristo como el Mesias y de los misterios de la fe. Y aun hay mas. Pronto lo sabra usted.

Pero puede darse cuenta de como un anarquista como De Vroome veria el Evangelio segun Santiago, el Pergamino de Petronio; de hecho, todo nuestro Nuevo Testamento Internacional, con su revelacion de un Cristo verdadero. De Vroome veria de inmediato que semejante revelacion reforzaria la jerarquia y la ortodoxia de la Iglesia, y haria que los clerigos y las congregaciones titubeantes dejaran el radicalismo religioso y volvieran a la solidez de la vieja Iglesia. Y esto podria poner fin a las ambiciones de De Vroome y detener su revolucion eclesiastica.

– ?Esta De Vroome enterado de Resurreccion Dos? -pregunto Randall.

– Tenemos razones para pensar que el sospecha que es lo que estamos haciendo en el «Hotel Krasnapolsky». Tiene muchos espias; tantos que exceden a nuestros guardias de seguridad. De lo unico que estamos seguros es que hasta ahora el desconoce los detalles de nuestro hallazgo. Si los supiera, habria interferido desde hace meses, interceptandonos antes de que pudieramos presentar ante el publico nuestra historia con todas sus pruebas. Pero ahora esto se vuelve mas peligroso cada dia, porque mientras el Nuevo Testamento se imprime, surgen mas y mas paginas terminadas que podrian caer en manos de De Vroome antes de la fecha en que haremos publica nuestra obra. Y si esto llegara a suceder, nos podria hacer mucho dano (y tal vez hasta destruirnos) mediante una habil distorsion o tergiversacion de los hechos. Cualquier indiscrecion ante la Prensa o ante De Vroome nos aniquilaria. Le digo esto, Steven, porque en el momento en que De Vroome se entere de la existencia de usted, de su puesto con nosotros, le convertira en su blanco principal.

– De Vroome no me sacara nada -dijo Randall-. Nadie podra hacerlo.

– Yo solo queria prevenirle. Tendra que estar en guardia cada minuto de cada dia -Wheeler se quedo absorto en sus pensamientos-. Dejeme ver si es que he omitido algo que usted debiera saber acerca de Resurreccion Dos…

Tal como resultaron las cosas, hubo una hora mas de informaciones que Wheeler habia omitido.

El editor prosiguio hablando acerca del cerrado circulo que integraban las personalidades mas directamente responsables del Nuevo Testamento Internacional. Estaba el profesor Augusto Monti, el arqueologo italiano que habia hecho el sensacional descubrimiento. El profesor Monti, relacionado con la Universidad de Roma, vivia con Angela, su hija mas joven, en una villa en algun lugar de la Ciudad Eterna. Estaba tambien el profesor frances, Henri Aubert; un profundo e incomparable cientifico que habia autentificado los fragmentos del pergamino y el papiro en el Departamento de Computacion Carbono 14, del Centre National des Recherches Scientifiques, en Paris. Tanto el como su refinada esposa constituian una encantadora compania.

Despues, continuo Wheeler, estaba Herr Karl Hennig, el celebre impresor aleman que tenia sus prensas en Maguncia y sus oficinas comerciales en Frankfurt. Hennig era soltero y, como profundo conocedor del inventor de la imprenta, era benefactor del Museo Gutenberg, ubicado muy cerca de sus talleres de impresion. Finalmente, estaban el anciano doctor Bernard Jeffries, teologo, critico textual y experto en arameo, quien encabezaba la Honour School of Theology, en Oxford, y su joven ayudante y protegido, el doctor Florian Knight, quien habia estado realizando investigaciones para el doctor Jeffries en el Museo Britanico. Este ultimo habia dirigido el grupo internacional de traductores que habia trabajado sobre el Evangelio segun Santiago.

Dificultosamente, Wheeler se levanto de su sillon.

– Estoy exhausto. Creo que dormire unas cuantas horas antes de que nos reunamos para cenar. Sera la ultima cena a bordo, asi que no me vestire de etiqueta. Escuche, Steven, los doctores Jeffries y Knight son los primeros miembros de nuestro equipo que usted conocera en Londres manana. Creo que Naomi puede darle la informacion pertinente acerca de ellos -Wheeler dio un medio giro-. Naomi, en vuestras manos encomiendo a nuestro eminente publicista. Continue usted.

Randall observo al editor mientras se marchaba, y luego sus ojos se enfrentaron a los de Naomi a traves del vacio sillon con su colchoneta roja.

Repentinamente, Naomi se quito de encima el cobertor y se incorporo.

– Un minuto mas que permanezcamos aqui y me helare -dijo ella-. Si usted necesita un trago cuando menos la mitad de lo que lo necesito yo, haria bien en ofrecermelo.

Randall se puso en pie.

– Con mucho gusto. ?Adonde vamos? ?Preferiria usted el Salon Riviera?

Naomi sacudio la cabeza.

– Demasiado grande, demasiado lleno, demasiada musica de cuerda -sus rasgos, normalmente rigidos, se suavizaron-. El Atlantique es mas intimo -se quito sus anteojos de carey-. ?No le gustaria algo mas intimo?

Estaban en un reservado del Cabaret de l'Atlantique, cerca de una minuscula pista de baile donde un solitario pianista frances tocaba Melancolie, la obsesiva cancion parisiense. Ambos estaban terminando un segundo escoces con hielo, y Randall se sentia relajado.

Conforme sostenian su pequena charla, Randall disfrutaba una vez mas del Cabaret de l'Atlantique, que se habia convertido en su refugio favorito a bordo del S. S. France. Estaban sentados entre las dos barras. La barra-cantina era la que estaba arriba y enfrente, apartada en un rincon oscuro. Tres o cuatro pasajeros estaban sentados sobre sendos banquillos, y el apuesto camarero, que lucia el porte de una estrella de la Comedie Francaise, estaba atendiendo a uno de los parroquianos, identificando a su solicitud las banderas en miniatura de todas las naciones que decoraban el muro de esa barra. Detras de Randall estaba la barra de alimentos, en forma de herradura, que abria a la medianoche y donde un tipico chef frances servia a los noctambulos sopa de cebolla, salchichas y otras delicias similares.

– De cualquier manera, Steven, a las seis de la manana atracaremos en Southampton -Randall escucho decir a Naomi-. Despues de la revision de pasaportes, desembarcaremos para pasar la aduana a las ocho. No se si el senor Wheeler tendra lista una limosina con chofer para llevarnos a Londres, o si tendremos que tomar el tren en la Estacion Victoria. Una vez que lleguemos a Londres, a usted lo registraremos en el «Hotel Dorchester». El senor Wheeler y yo permaneceremos en la ciudad solo el tiempo suficiente para llevarlo al Museo Britanico y presentarlo a los doctores Jeffries y Knight. Cuando estemos seguros de que usted ya esta debidamente instalado, nosotros nos iremos. Tenemos que llegar a Amsterdam cuanto antes. Usted puede quedarse con los doctores Jeffries y Knight, formularles cualquier pregunta que desee, grabar sus respuestas, y permanecer hasta el dia siguiente para agregar lo que usted requiera, antes de seguirnos hacia Amsterdam. Estoy segura de que encontrara muy interesantes las sesiones con esos caballeros.

– Eso espero -dijo Randall. Los dos tragos le habian hecho sentirse a gusto, y el queria continuar asi. Llamo al camarero, y le pregunto a Naomi-: ?Tomamos otra?

Ella inclino la cabeza, asintiendo afablemente.

– Yo te acompano todo el tiempo que tu quieras.

Randall ordeno la siguiente ronda y enfoco su atencion nuevamente hacia Naomi, preguntandole:

– Esos britanicos con los que tengo que reunirme… ?Hay algo que deba yo saber acerca de sus antecedentes y sus funciones precisas en Resurreccion Dos?

– Si, mas vale que te ponga al corriente… antes de que me deslice debajo de la mesa.

– No parece que estes…

– Nunca parece que me haya tomado yo una copa -dijo Naomi-. Nunca bebo. Pero estoy empezando a sentirme atolondrada. Sea como fuere, ?donde estabamos? Si. Primero, el doctor Bernard Jeffries. El es uno de los teologos mas importantes del mundo; un experto en las lenguas del siglo primero en Palestina… Tu sabes, el griego, que utilizaban los romanos de la ocupacion; y el hebreo, que usaban los lideres de las sinagogas judeopalestinas; y el arameo, una forma de hebreo, que tanto la gente comun como Jesus hablaban. Jeffries es un hombre grisaceo, de

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