pena.

– Asi, asi, mas -murmuro ella-. Me encanta. Ahora tu, ahora tu, mi vida.

Randall la estrecho con un brazo, acercandola hacia su cuerpo mientras le hacia probar la habilidad de sus dedos, acariciando su calida piel por debajo de la ropa, adentrando sus manos una y otra vez por ella, sin descanso.

– Naomi -murmuro el-. Vamos a…

– Esperate, Steven; vamos a ponernos comodos.

Rapidamente, ayudandose uno a otro, se encontraron libres de sus vestiduras, agiles, frente a frente en aquel aposento que parecia preparado para los dos. Randall trato de atraer el cuerpo de Naomi hacia el suyo, pero ella se resistio, haciendo un arco con la espalda.

– Steven, ?que haces con Darlene?

– ?Que que hago? Yo… quieres decir que que… bueno, lo que todo el mundo.

– ?Haces algo mas?

– He… he tratado, pero… si quieres saberlo, Darlene es un poco remilgada, escrupulosa…,

– Pues quiero que sepas que yo no lo soy.

– Ah querida, que bien. Empecemos…

– Steven, yo no soy como las otras. Yo me niego a lo que las otras mujeres… Pero hago todo lo demas; cualquier cosa que tu quieras.

Steven la aparto.

– ?Que quieres decir?

– Steven, estoy lista. No perdamos tiempo. Ahora veras.

Naomi se recosto sobre su cuerpo, dejandole ver solo la espalda, aquella espalda huesuda y afilada, cuyo final comenzo a acariciar con sus manos. La cabeza de Naomi giraba, giraba, y por un momento Randall deseo que aquel placer no acabara nunca. Cerrados los ojos, concentrandose en aquella sensacion estimulante, Randall decidio olvidarse de todo.

Con sus manos febriles comenzo a sujetarla fuertemente, atrayendola hacia si, mas cerca, cada vez mas cerca. Tambien el entro en el juego.

Naomi comenzo a gemir y a retorcerse. Su respuesta habia sido inmediata.

– No, no, no -lanzo un quejido-, no sigas… no sigas… mas, no te detengas…,

Y su cuerpo se puso rigido. Randall sintio como se estremecia una y otra vez, como se dejaba ir, primero con violencia y luego con dejadez creciente. Naomi cedio lentamente…

Sus cuerpos se separaron.

– Steven, perdona. Siento que todo haya sido tan rapido… -Calmate, nena.

– No podre calmarme hasta no haberte hecho tan feliz como tu a mi.

Randall siguio tumbado, cerrados nuevamente los ojos, inmovil contra la almohada, mientras Naomi -con igual apasionamiento y entrega que antes- ejecutaba el rito hacia el que tan dispuesta se habia declarado. Ni siquiera intento ya detener su cabeza, aquella cabeza que se movia y giraba ritmicamente, una y otra vez, una y otra vez…

Steven perdio casi el sentido del lugar y del tiempo. Aquella sensacion, solo aquella sensacion: lo demas no existia.

Libre ya, entregado a la dejadez y al descanso, vuelto a la vida, Randall se dejo caer de nuevo sobre las sabanas, laxo y deliciosamente en paz.

Casi creia que nunca volveria ya a necesitar nada.

Randall se dio cuenta de que Naomi salto de la cama, la escucho apresurarse hacia el bano y luego oyo correr el agua del retrete, y la sintio regresar. Renuentemente, abrio los ojos. Ella se habia sentado en la cama junto a el.

Naomi permanecia desnuda y sostenia una pequena toalla entre las manos. Mientras gentilmente lo limpiaba, sus ojos se fijaron en los de el. Ella continuaba seria, pero la rigidez habia desaparecido de sus rasgos.

Randall no sabia que decir; tenia que llenar ese vacio posterior.

– Bueno, en fin, si pecamos, no fue nada nuevo…, aunque si fue placentero.

La transformacion que sufrio Naomi dejo perplejo a Steven. El aire flexible del rostro de la ex monja se petrifico instantaneamente, constituyendose en una desaprobacion formal.

– Eso no es gracioso, Steven.

– Vamos, Naomi, ?que te pasa?

El trato de alcanzarla, pero ella lo evadio levantandose de la cama y permaneciendo en silencio mientras el iba al bano. Cuando Steven regreso para vestirse, Naomi se enfilo hacia el bano una vez mas. Deteniendose en la puerta, titubeo.

– Gracias -dijo ella-. El unico favor que te pido es que olvides que esto sucedio alguna vez. Te vere en la cena.

Cinco minutos despues, habiendo terminado de vestirse, Steven salio del camarote e hizo un alto en el pasillo, encendiendo su pipa y reflexionando acerca de la experiencia.

Los residuos de ese encuentro sexual de ninguna manera implicaban una sensacion de bienestar. Mirandolo retrospectivamente, aquel habia sido un acto nada divertido que lo habia dejado disgustado, no por Naomi sino por el mismo. Estaba consciente, ademas, de que no era la naturaleza del acto lo que le habia molestado. No habia sido, por otra parte, la primera vez. Ya se sabe, que con ciertas mujeres… Por lo demas, hacerlo o no era algo que, para Randall, dependia solo de la voluntad de la pareja. Si ese era el gusto de ambos, ?por que privarse de ello? No veia razones. Solo que Randall era perfectamente consciente de que aunque hubiera consumado su encuentro con Naomi de la manera mas convencional, se habria detestado a si mismo igualmente.

Se preguntaba si se estaba autoflagelando sin razon. Pero no, si habia una razon. De alguna forma, al embarcarse en este viaje hacia Resurreccion Dos, intentando ignorar cualquier duda que pudiera haber tenido acerca de la verdad del proyecto y de su genuino valor, habia guardado la esperanza de alterar el curso de su vida. Sus intenciones habian sido las mejores. Este cambio significaria para el un comienzo, una odisea para indagar el sentido de su vida, para descubrir algo en lo cual creer, para convertirse en la clase de persona que ya no estuviera avergonzada de si misma.

Sin embargo, en esa cama que dejo atras en el camarote de Naomi, habia abdicado de sus buenas intenciones una vez mas. Habia funcionado como de costumbre funcionaba con las mujeres…; sexo sin amor, contacto carnal sin calor humano, eyaculacion sin significado alguno. Meramente habia sido otro cinico abaratamiento de dos cuerpos desnudos, un apareamiento animal que no enriquecia ni el corazon ni el espiritu. Tampoco podia evadir el sentimiento de culpa diciendose a si mismo que el habia sido el seducido. Freud, Adler y Jung lo habrian desmentido, y eso lo sabia el. Inconscientemente, el habia buscado a Naomi desde el momento en que se habian embarcado. El no la habia deseado por amor, sino porque ella aparentaba ser tan mojigata e inexpugnable, y el exito prometia una sensacion excepcional. Habia anhelado otra pequena victoria para recrear su alma vacia. El habia transpirado su deseo, y ella, siendo tan apretada como era, habia captado las vibraciones.

Al fin lo habia logrado, y el placer que de ello obtuvo habia sido tan disfrutable como una vulgar resaca de ginebra.

Sin embargo, se dijo a si mismo mientras se dirigia al ascensor, por alguna extrana razon no habia sido del todo inutil. Habia aprendido una leccion. O, mas bien, se le habia recordado una leccion que habia aprendido a los pocos anos de haber ingresado en el negocio de la publicidad.

La leccion era esta: No hay santos; solo hay pecadores. De una madera tan torcida como esta de la que esta hecho el hombre, nada recto puede formarse. Manuel Kant habia dicho eso.

Naomi, la ex monja, la creyente, la buena embajadora de una religiosa casa editorial de la bondad… era solo un fragil mortal, un ser humano que tenia, en ultima instancia, todas las debilidades propias de la carne. Gomo el mismo. Como todo el mundo.

La leccion habia sido reaprendida y ya no debia olvidarla. Resurreccion Dos no estaria personificada por unos dioses y sus angeles, asi como el Nuevo Testamento Internacional tampoco esconderia a Jesus, el Hijo del Hombre. Dentro de cada uno de esos santurrones habia un bipedo humano que trataba de sostenerse en pie para no caer.

Randall se sintio un poco mejor.

Ni manana ni el dia siguiente se veria confinado al purgatorio, estando los demas en el cielo. Si la verdad se

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