Randall. Debo ser el primero en publicar la historia completa… y en exclusiva. Y lo sere. Sin embargo, su cooperacion puede ahorrarme una gran cantidad de esfuerzos y me ayudaria a apresurar mi exclusiva. Entienda esto; todo lo que yo deseo es tener la historia. Cuando la tenga me declarare en favor de su Resurreccion Dos… Esto es, siempre y cuando usted haya cooperado.

– ?Y si yo no coopero?

– Bueno, podria resentirme, y lo que yo escribiera para el publico podria reflejar mi animo -un tono de groseria se insinuaba en su voz-. Usted no querria eso, ?verdad? Por supuesto que no. Bien, yo he estudiado sus antecedentes, senor Randall; principalmente por lo que hace a la clientela que su firma de relaciones publicas ha manejado en los ultimos anos. Usted parece ser un hombre con sentido comercial de los negocios y carente de sentimentalismos hacia las personas y organizaciones que ha representado. No aparenta dejarse inhibir o asfixiar ante una moralidad petulante o ridicula. Si los clientes le pagan, usted los acepta. Eso implica mayor poder para usted. Resulta de lo mas admirable -Plummer hizo una pausa-. Senor Randall, nosotros (mis asociados y yo) estamos dispuestos a pagar.

Randall sintio deseos de golpearlo, de borrar la sonrisa estupida y afectada de esa cara blanca como una ostra. Pero se contuvo, porque habia algo que queria saber.

– Estan preparados para pagar -repitio Randall-. ?Pagar por que? ?Que es lo que quieren?

– Bien, muy bien. Yo sabia que usted seria sensato. ?Que es lo que quiero? Quiero ver las primeras pruebas de las paginas de ese… ese Nuevo Testamento supersecreto. Usted no tendra problemas para conseguirlas. Nadie mas en el «Krasnapolsky» podria ser tan adecuado. Usted podria continuar con la preparacion de su propio lanzamiento a su debido tiempo. Yo solamente quiero darle un golpe a la competencia. Estoy preparado y tengo la suficiente autoridad para hablar de negocios con usted. ?Que me dice, senor Randall?

Randall se puso en pie.

– Le digo… que se vaya al diablo, senor Plummer.

Steven giro sobre sus talones y rapidamente se dirigio hacia la salida, pero no sin antes oir el alarido de despedida de Plummer:

– ?No me ire al diablo, amigo mio, sino hasta mucho despues de que haya yo puesto al descubierto a Resurreccion Dos… y estoy seguro de hacerlo, absolutamente seguro… tan seguro como lo estoy de que usted y su ridiculo proyecto seran los que se iran al diablo en quince dias!

Despues de arreglar que Darlene, pese a sus objeciones, se fuera sola en una excursion en autobus por Amsterdam durante el dia, y en otra por los canales, a la luz de las velas, por la noche, Randall telefoneo a George L. Wheeler diciendole que iba en camino al «Hotel Krasnapolsky». Tambien le informo del inesperado encuentro con Plummer, el periodista britanico, lo que atrajo un cumulo de angustiadas preguntas por parte del editor. Colgando el auricular, Randall se apresto para ingresar al protegido y misterioso retiro desde el cual funcionaba Resurreccion Dos.

Ahora, mirando atentamente a traves de la ventanilla trasera de la limusina «Mercedes-Benz» que entraba a la zona abierta, tendida de una plaza, Randall escucho a su chofer holandes y rechoncho de mediana edad, quien con voz ronca le habia dicho llamarse Theo:

– El Dam. Nuestra plaza central. Es nuestro eje, con las calles principales de Amsterdam, saliendo de el, como los rayos de una rueda.

Esta era una de las pocas vistas de Amsterdam que Randall reconocio por completo. Claramente la recordaba de su viaje anterior, ademas de que Darlene acababa de refrescarle la memoria al leerle algo acerca del Dam, de un folleto de la KLM, hacia quince minutos. Al centro de la plaza habia dos islas de personas. Una estaba alrededor del Monumento a la Liberacion, que los holandeses habian hecho para conmemorar a sus compatriotas muertos durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando lo habia visto algunos anos antes, en los escalones del monumento abundaban estudiantes de aspecto extravagante y de todas las nacionalidades, que generalmente fumaban marihuana durante el dia y a menudo habian sido sorprendidos copulando alli por la noche. Esta manana habia igualmente muchos jovenes turistas recostados sobre los escalones, como siempre, pero se veian mas vivos y estaban absortos en las conversaciones que sostenian unos con otros, o leian tranquilamente bajo el sol de la incipiente manana. En las cercanias se encontraba la segunda isla del Dam; un rectangulo de cemento semejante a un parque sin cesped, con un organillo, un espectaculo de titeres y un puesto de helados rodeado de ninos. Aqui, numerosos ciudadanos de mayor edad descansaban en los bancos o daban de comer a las palomas.

– A la izquierda, el Koninklijkpaleis -agrego Theo con voz rasposa tras el volante. Obedientemente, Randall inspecciono el enorme palacio real, que ocupaba todo un lado de la plaza-. Nuestro santuario, como la Abadia de Westminster de los ingleses -continuo Theo- Construido sobre un pantano, asi que debajo hay trece mil pilotes de madera. La reina no vive alli. Ella vive fuera de la ciudad. Solo usa el palacio para recepciones oficiales; ocasiones de Estado.

– ?Tiene el palacio un recinto especial para el trono? -pregunto Randall.

– ?Recinto del Trono? Troonkame? Ik versta het niet -entonces comprendio-. Ja, ja, ik weet wat u zeqt. Natuurlijk, wij hebben het.

– Theo, ?puede hacerme el favor de hablar en…?

– Excuse, excuse -dijo rapidamente el chofer-. Recinto del Trono…, si, absolutamente; por supuesto tenemos uno… una inmensa sala para ceremonias… salon muy hermoso.

Randall saco de su bolsillo un bloc de notas amarillo y anoto unas cuantas palabras. Acababa de tener su primera idea publicitaria desde su llegada a Holanda. La someteria a prueba con sus jefes. Nuevamente comenzaba a sentirse bien.

– Al frente, de Bijenkorf -anuncio Theo.

Randall reconocio la tienda de departamentos mas grande de Amsterdam, de Bijenkorf o Beehive, un manicomio de clientes, de seis pisos de alto. En ese momento, docenas de compradores cruzaban en torrentes las cromadas puertas giratorias.

– Alli, al lado de la tienda, donde usted va -dijo Theo-. El «Kras».

– ?El que?

– El «Gran Hotel Krasnapolsky», donde estan sus oficinas. Nadie puede decir ese nombre con facilidad, asi que para nosotros es el «Kras». Un sastre polaco, A. W. Krasnapolsky, abandono su taller de sastreria y puso alli, en la Warmoesstraat, en 1865, un cafe con vino y pasteles a la Mathilde, hechos por su cunada. Despues puso un salon de billar y despues el Wintertuin, el invernadero. Luego compro casas de todo el rededor y puso pisos extras, haciendo cien cuartos para un hotel. Hoy, trescientos veinticinco cuartos. El «Kras». Mire, alli esta el senor Wheeler; lo esta esperando.

En efecto, George L. Wheeler estaba esperando debajo del dosel de vidrio que se proyectaba sobre la acera.

Cuando Randall descendio de la limusina, Wheeler salto para estrecharle la mano.

– Que bien que llego sano y salvo -dijo Wheeler-. Lamento mucho que haya tenido ese desagradable encuentro con Plummer. No puedo imaginarme como diablos supo el que usted estaba en Amsterdam.

– Mas vale que lo averiguemos -dijo Randall con preocupacion.

– Si, mas vale. Es una de las cosas de las que nos encargaremos hoy. Se lo adverti a usted; son astutos, no reparan en esfuerzos ni en gastos para destruirnos. Pero no se preocupe, estaremos preparados -Wheeler gesticulo aparatosamente sobre el hombro de Randall y anadio-: Aqui lo tiene. El «Kras». Nuestra fortaleza durante por lo menos un mes mas; tal vez dos.

– Se ve como cualquier hotel de lujo.

– Preferimos que asi sea -dijo Wheeler-. Hemos alquilado una pequena parte de la planta baja para reuniones del cuerpo completo de colaboradores, y nuestros empleados pueden hacer uso de todos los servicios de comida y bebida a precios reducidos… el Bar Americano, el Palm Court y el Salon Blanco para cenar. Sin embargo, Resurreccion Dos tiene en realidad su barricada arriba, en los pisos primero y segundo. Hemos tomado esas plantas completas, primordialmente porque de esta manera podemos mantenerlas seguras. Para el trabajo de publicidad, Steven, le hemos asignado a usted y a su equipo, dos salas de conferencias arriba, en el primer piso. Su oficina privada sera el Zaal F, con un cuarto secretarial contiguo. Tendra usted dos cuartos mas… en realidad son cuartos del hotel, los numeros 204 y 205. No los hemos convertido en oficinas. Alli es donde podra recibir o entrevistar a las personas en privado. Tambien pueden servirle para recluirse si es que desea tranquilidad para pensar o dormir una siesta; aunque dudo que vaya a tener mucho tiempo para siestas durante ese mes.

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