hallazgo. Esta es una historia fantastica y no podemos inflarla.

– Tienes razon -dijo Naomi-. ?Que sugieres que hagamos al respecto?

– Para comenzar, ?alguien que pertenezca a este proyecto ha entrevistado personalmente alguna vez al profesor Monti?

– Dejame pensar. Al principio algunos de los editores; y luego los cinco se reunieron con el varias veces, en Roma, despues de que arrendaron del Gobierno italiano los derechos a los papiros y el fragmento. No han tenido motivos para verse con el profesor Monti recientemente. Sin embargo, recuerdo algo. Cuando el personal de publicidad fue aceptado, antes de que tu fueras contratado para dirigirlo, una de las muchachas del equipo, Jessica Taylor, penso que debia conocer a Monti para obtener mas material. Ademas, Edlund trato de concertar una cita para ir a Roma y tomar algunas fotos de el. Ninguno de los dos llego a verlo. En ambas ocasiones, Monti se hallaba en algun remoto lugar, representando al Gobierno italiano en diversas excavaciones. Una de sus hijas le dijo a Jessica, y mas tarde a Edlund, que ella le avisaria cuando su padre regresara a Roma. Pero me temo que nunca hemos tenido noticas de ella.

– ?Cuando fue eso?

– Quizas haga unos tres meses.

– Bueno, el viejo Monti debe estar de vuelta en Roma para ahora. Quiero verlo. De hecho, debo verlo. No tenemos mucho tiempo. Naomi, ?puedes llamarle a Roma y concertar una cita para pasado manana? No, espera. Sera domingo. Hazla para el lunes. Y cuando llames, si el no esta alli, le dices a su hija que yo ire y lo hallare donde se encuentre. No aceptare un no por respuesta.

– Consideralo hecho, Steven.

Randall se sintio cansado y repentinamente decaido de espiritu.

– Gracias, Naomi, y ya que vas a andar en eso, podrias de una vez concertarme citas para despues con Aubert en Paris y con Hennig en Maguncia. Debo ver a toda la gente clave que esta involucrada en esta Biblia lo antes posible. Puedo hacerme de tiempo para eso ahora, trabajando por las noches. Ademas, me gustaria mantenerme tan ocupado como sea posible.

Hubo un breve silencio al otro extremo, y luego escucho la voz de Naomi de nuevo, menos impersonal.

– ?Estoy detectando una nota, la mas ligera, de… de autocompasion en tu tono de voz?

– Si. Finalmente me agarro. He estado bebiendo y sintiendo un poco de pena por mi mismo. Supongo… no lo se… que nunca me he sentido tan solo como me siento esta noche.

– Pense que Petronio y Santiago te tenian ocupado. Pueden ser buenos amigos.

– Pueden serlo, Naomi. Ya me han ayudado. Pero tendre que darles mas tiempo.

– ?Donde esta Darlene?

– Rompimos. Se vuelve a casa definitivamente.

– Ya veo -hubo una larga pausa antes de que Naomi hablara de nuevo-. ?Sabes?, detesto que alguien este solo. Yo se lo que es eso. Yo puedo sobrellevarlo, pero no puedo sufrirlo en otra persona. Especialmente en alguien a quien le tengo afecto -hubo una segunda pausa, y luego Naomi dijo-: ?Querrias compania, Steven? Puedo pasar la noche contigo, si tu quieres.

– Si, eso ayudaria.

– Solo esta noche. Nunca mas. Solo porque no quiero que estes solo.

– Baja, Naomi.

– Alla voy. Pero solo porque no quiero que estes solo.

– Estare esperandote.

Randall colgo el telefono y comenzo a desvestirse.

No tenia idea de por que estaba haciendo esto. Naomi nunca lo sabria, pero hacer el amor con ella era como… como estar solo.

Sin embargo, el necesitaba a alguien, algo, quien fuera, lo que fuera… solo por ahora, por este fugaz ahora, antes de que se aproximara a la verdadera pasion y a la plena revelacion de la Palabra en Roma.

V

Resulta que no fue en Roma sino en Milan donde Steven Randall iba a reunirse, ya avanzada la manana del lunes, calida y humeda, con el profesor Augusto Monti.

Tres dias antes, el viernes, en Amsterdam, Randall se habia despertado muy temprano a causa de los ruidos que hacia Naomi al vestirse y salir de su suite. Recordando todo lo que tenia que hacer, Randall tampoco se quedo en la cama. Despues de un ligero desayuno habia comprobado que la puerta de Darlene estaba todavia firmemente cerrada y, con su portafolio en la mano, se dirigio hacia el vestibulo del «Hotel Amstel» para reservar los boletos del jet de Amsterdam a Kansas City. En un sobre cerrado le dejo a Darlene una nota de despedida y algo de dinero para gastos imprevistos, y explico al conserje que queria que se le enviara al cuarto de ella junto con sus boletos, cuando estuvieran listos.

Despues de eso, y aun cuando la diferencia de tiempo implicara despertar a su abogado, Randall pidio una comunicacion telefonica trasatlantica con Thad Crawford. Habian hablado largamente. Randall le repitio su conversacion con Barbara, y Crawford parecio claramente aliviado porque Randall no iba a oponerse a la demanda de divorcio de su esposa. Habian discutido las condiciones para un arreglo razonable. Resuelta la cuestion conyugal, analizaron el asunto de Cosmos. Se habian realizado varios arreglos con Ogden Towery, y pronto estarian redactados los documentos definitivos. En cuanto al molesto asunto de abandonar la cuenta del Instituto Raker, Jim McLoughlin todavia no habia sido localizado ni habia respondido a ningun mensaje.

A las diez de la manana, Randall se habia presentado en la Zaal F, su oficina del «Hotel Krasnapolsky», con su preciado portafolio. Aquella manana no habia habido caminata por Amsterdam. Habia permitido que Theo lo condujera directamente a la entrada del «Kras». Todavia tenia presente el intento de asalto de la noche anterior, y habia llamado a su secretaria para dictarle un memorandum al respecto. Los ojos de Lori Cook se habian agrandado mientras anotaba los detalles del ataque. Randall le habia dado instrucciones de que se cerciorara que el inspector Heldering recibiera la nota, enviandoles copias a los cinco editores.

Hecho esto, Randall habia decidido devolver las pruebas del Nuevo Testamento Internacional al doctor Deichhardt, tal como le habia prometido. Mientras se preparaba para salir de su oficina, habia recibido una llamada de Naomi, quien le dijo que tenia que verlo inmediatamente en relacion con sus proximas reuniones con el profesor Monti, el profesor Aubert y Herr Hennig, y que ya iba en camino con las notas.

Randall habia vuelto a llamar a Lori y le habia dado las pruebas.

– Ponga este libro en un sobre de papel manila. No se lo ensene a nadie. Entreguelo personalmente al doctor Deichhardt. No se lo deje a la secretaria. Y usted no se deje secuestrar.

Minutos despues de que Lori salio cojeando de la oficina, Naomi llegaba con las noticias.

No habia habido problemas para concertar las citas de Randall con Aubert en Paris y Hennig en Maguncia.

– Son gente extrana, esos Monti -dijo Naomi-. Angela, la hija mayor del profesor, recibio mi llamada. Me parece que hace de secretaria de su pana, y admitio que este habia vuelto a Italia. En cuanto a recibir a alguien de Resurreccion Dos, me aseguro que por ahora estaba comprometido y trato de posponerlo. Pero yo insisti. Le explique que era imperativo que nuestro director de publicidad obtuviera material mas abundante acerca del profesor. Monti. Le hable de ti, Steven, v de como te parecia que la personalidad mas importante para la promocion seria precisamente la del profesor Monti. Incluso le dije que sacariamos a la luz la publicacion dentro de unas semanas y que no podia haber dilaciones. Ella siguio con vaguedades sin precisar fecha, y entonces la amenace. Le dije que tu irias a Roma la proxima semana y que te instalarias a la puerta del profesor Monti hasta que lograras verlo. Eso funciono. Ella cedio v me prometio que su papa te veria. Pero no en Roma. El profesor andaba viajando de Roma a Milan, por carretera, atendiendo algun asunto privado, pero hallaria tiempo para verte el lunes por la manana en Milan. Le dije que estarias hospedado en el «Hotel Principe amp; Savoia» y quedamos en que el profesor Monti estaria en tu suite a las once de la manana.

Y ahi estaba Steven Randall, en la pequena salita de espera, recargada de muebles, de la suite 757 del elegante «Hotel Principe amp; Savoia», de Milan, cinco minutos antes de las once, el lunes en la manana.

Randall saco la grabadora de cassette miniatura de su maleta y comprobo que funcionaba debidamente;

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