nuevo de la ciudad), el taxista lo debe conocer. Pida al hotel que le busquen un taxi. Cuando este dentro del hospital, diga a la empleada de informes que quiere que lo lleven al cuarto de Lori Cook en el cuarto piso. Alli estare yo. Alli estaremos todos.

– Espere, George. ?Que diablos esta pasando?

– Ya lo vera. No podemos discutirlo por telefono. Baste que le diga que ha ocurrido algo absolutamente extraordinario. Y lo necesitamos a usted alli…

VI

El taxi en el que viajaba Randall, un «Simca», abandono la ciudad y entro en la amplia calzada llamada Rooseveltlaan; ahi acelero la marcha, pasando velozmente junto a praderas y bosques, y no la disminuyo hasta que tomo por Boelelaan y se acerco al hospital. Randall habia ofrecido al chofer diez florines de mas si lograba llegar al hospital antes de las siete y media; y el chofer se habia propuesto recibir esa propina.

Ahora, desde la ventanilla del «Simca», Randall podia observar las enormes instalaciones de lo que parecia ser el conjunto de edificios de un hospital recientemente construido. El taxi entro a la via de acceso bordeada por un lecho de flores, cuyos colores eran los unicos visibles en aquella temprana manana nublada.

El «Simca» patino al frenar frente a la estructura de siete pisos. En el toldo de madera de la entrada estaban escritas estas palabras: «ACADEMISCH ZIEKENHUIS DER VRIJE UNIVERSITEIT.»

– ?Seis minutos antes de la hora senalada! -exclamo el chofer con satisfaccion.

Randall pago agradecidamente el costo del viaje, agregando los diez florines prometidos.

Aun desconcertado por el suceso «absolutamente extraordinario» que habia exigido su presencia en este lugar, Randall subio apresuradamente los escalones de piedra del hospital. Cruzo la puerta giratoria y se encontro en un vestibulo de techo bajo, donde habia una tienda en la que vendian tabaco, dulces y galletas, cerca de la cual se encontraba la mesa de informacion de la que Wheeler le habia hablado. Detras del mostrador estaba una recepcionista de edad madura.

En el momento mismo en que se dirigia al mostrador, la mujer holandesa le pregunto:

– ?Es usted el senor Randall?

Despues de que el asintio con la cabeza, ella agrego:

– Por favor, sientese un momento. El senor Wheeler me llamo por telefono para decirme que ahora mismo baja a recibirlo.

Demasiado impaciente para sentarse, Randall lleno de tabaco su pipa y la encendio. Luego se dispuso a contemplar el muro del vestibulo, compuesto de mosaicos modernistas; una imagen representaba a Eva naciendo de la costilla de Adan; otra mostraba a Cain y Abel; otra mas a Cristo curando a un nino. Cuando comenzaba a interesarse en los mosaicos, escucho su nombre y se dio la vuelta. George L. Wheeler estaba limpiando sus lentes de arillos dorados y colocandoselos en el puente de la nariz, mientras se acercaba a el para saludarlo.

El editor paso paternalmente un brazo sobre los hombros de Randall, y con su voz gutural de dromedario dijo alegremente:

– Me complace que haya regresado de su viaje a tiempo para esto, Steven. Me urgia que se enterara usted del asunto desde el principio, aun cuando todavia no pueda hacer uso de la historia. Tendremos que guardarla en secreto hasta que estemos seguros. Pero en el instante mismo en que los medicos nos den su visto bueno, podra usted vociferarla a todo el mundo.

– George, ?de que me esta hablando usted?

– Crei que ya se lo habia dicho… pero tal parece que no. Se lo dire rapidamente mientras subimos.

Conduciendo a Randall hacia el ascensor, el editor bajo el tono de su voz, pero sin poder reprimir la emocion.

– Escuche esto -dijo-. Anoche, cuando sali a cenar ya tarde con Sir Trevor en el Dikker en Thijs (en realidad, el senor Gayda, nuestro editor italiano, a quien usted recuerda, y monsenor Riccardi eran nuestros anfitriones), recibi una llamada urgente de Naomi. En pocas palabras me pudo contar lo que habia ocurrido, y me aconsejo que todos vinieramos de inmediato al hospital. Me pase aqui toda la noche. Debe notarse en las ojeras que tengo.

– George -dijo Randall impacientemente-, por un demonio, ?me quiere decir que es lo que sucede?

– Lo siento; si, claro.

Habian llegado a los ascensores, pero Wheeler aparto a Randall de las puertas corredizas.

– Todo parece indicar… la informacion sigue siendo escasa; existe mucha confusion… la chica esa que trabaja en su oficina, la que sabe mucho de arqueologia… se me olvida su nombre…

Randall estuvo a punto de decir Angela Monti, cuando se dio cuenta de que el editor aun no conocia a Angela y que se referia a una de las colaboradoras de su personal de publicidad.

– ?Se refiere a Jessica Taylor, la norteamericana…?

Wheeler asintio.

– Correcto; la senorita Taylor. Justo antes de la medianoche, Jessica Taylor recibio una incoherente y absurda llamada telefonica de Lori Cook, su secretaria, Steven, la coja, la que ha estado lisiada toda su vida. Sollozando, Lori le dijo a Jessica que habia visto una aparicion, y que se habia hincado para rezarle pidiendole que la curara y que pudiera volver a caminar normalmente… y le dijo que cuando la vision desaparecio; ella se habia puesto de pie, que su mal habia desaparecido y que podia caminar como cualquiera…

– ?Que? -exclamo Randall incredulamente-. ?Esta hablando en serio?

– Ya lo oyo, Steven. Lori podia caminar normalmente, y decia y repetia por telefono que sentia desvanecerse y que tenia fiebre, como si estuviera fuera de este mundo, y que necesitaba ver a alguien inmediatamente. Y claro, Jessica Taylor fue a verla en seguida. Jessica encontro a Lori desmayada en el suelo de su apartamento, y la revivio; pero despues de escuchar los balbuceos de Lori, y no sabiendo que hacer, tambien ella se puso nerviosa. Entonces me telefoneo a mi, pero yo habia salido, asi que Naomi recibio la llamada e inmediatamente pidio que una ambulancia fuera a recoger a Lori. Mas tarde, Naomi me localizo, y yo mismo llame al doctor Fass, el medico que atiende al personal de Resurreccion Dos, y le conte lo sucedido. Llame a otras personas mas, y todo el mundo se presento de inmediato en el «Hospital de la Universidad Libre». ?Que le parece, Steven?

Mientras Wheeler estuvo hablando, Randall habia recordado su primera entrevista con Lori, aquella chica que tenia aspecto de gorrion gris y que estaba obsesionada con su cojera. Recordo que le habia platicado acerca de su eterno peregrinar (como ella lo llamaba) a Lourdes, Fatima, Turin y Beauraing; aquella odisea de esperanza y desesperacion en busca de un milagro que la volviera a la normalidad.

– ?Que que me parece? -repitio Randall-. No se que pensar. Me gustaria enterarme de los hechos. Lo siento, George, pero yo no creo en milagros.

– Vamos, vamos; usted mismo ha dicho que el Nuevo Testamento Internacional es un milagro -le recordo Wheeler.

– Nunca lo dije en sentido literal, sino hiperbolicamente. Nuestra Biblia surgio de una excavacion arqueologica totalmente cientifica. Esta basada en hechos racionales y verdaderos. Pero, las curaciones milagrosas…

Randall se distrajo al recordar algo que Lori Cook le habia dicho en su entrevista, algo asi como que la nueva Biblia significaba todo para ella y que habia oido que el descubrimiento era increiblemente milagroso. Una sospecha surgio en su mente.

– George, debe haber algo mas. ?No ha explicado Lori que pudo haber motivado la aparicion y… el tal milagro?

– ?Una percepcion extrasensorial! Eso era precisamente lo que iba yo a decir -dijo Wheeler todavia entusiasmado-. Tiene usted toda la razon; algo lo motivo. Y eso fue una falla de seguridad por parte de nuestro director de publicidad, el senor Steven Randall. Usted fue el culpable directo; pero, considerando lo sucedido, lo perdonamos.

– ?Que yo cometi una violacion de seguridad?

– Asi es. Haga memoria. El doctor Deichhardt le facilito unas pruebas de nuestro Nuevo Testamento por una noche, para que usted lo leyera, con la condicion de que se las devolviera personalmente al dia siguiente; pero usted le pidio a Lori que ella se encargara de hacerlo.

– Ahora lo recuerdo. Estaba yo a punto de llevarselas a Deichhardt, y de pronto me encontre muy ocupado con Naomi arreglando los ultimos detalles de mi viaje, asi que le entregue las pruebas a Lori. Bueno, estaba seguro de

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