– No. Prefiero darle una sorpresa.

Era en verdad un hotel extrano.

A primera vista, el «San Luchesio» era enganoso. Parecia un ordinario edificio de apartamentos, una construccion moderna de cinco pisos ubicada sobre una ancha calle.

El «San Luchesio» era un lugar del que Randall jamas habia oido hablar… un pequeno hotel construido exclusivamente para clerigos protestantes, catolicos romanos y monjas que estuvieran de paso por la ciudad.

Theo habia conducido a Randall hacia el lugar donde se hospedaba el doctor Florian Knight, y habia sido su fuente de informacion. Durante el ano pasado, Theo habia transportado a innumerables clerigos (asi como a teologos seculares que tenian que ver con Resurreccion Dos y a quienes se habia otorgado permiso especial para alojarse alli) del «San Luchesio» al «Krasnapolsky» y viceversa, y basto una pregunta de Randall para que Theo le diera los pormenores.

El «San Luchesio», que llevaba el nombre del primer seguidor de San Francisco de Asis, habia sido construido en 1961. El hotel eclesiastico tenia 34 habitaciones con 50 camas. El precio diario de una habitacion con desayuno era de catorce florines (aproximadamente cuatro dolares). Theo le habia explicado que a un lado del vestibulo habia una sala de doble uso con muchas ventanas. Durante las horas regulares se empleaba como sala para orar; durante las horas de comida se acondicionaba como comedor. Ese salon estaba amueblado con oscuras sillas movibles, cada una con su propia mesa. Si un huesped deseaba rezar o meditar, podia hacer que la silla movible diera hacia los cuadros sagrados que estaban colgados en la pared. A la hora de las comidas, podia cambiar la direccion de su asiento hacia el centro del salon y comer en su mesa. A un lado del vestibulo, de acuerdo con Theo, estaba la propia capilla del hotel, que tenia un enorme vitral. Siempre habia dos sotanas colgadas junto al vitral, una para sacerdotes catolicos y otra para ministros anglicanos, y un armario central contenia todos los atavios necesarios para decir misa.

Theo detuvo la limusina «Mercedes-Benz» frente al «San Luchesio» y Randall se apeo, cruzo la acera, y entro en el hotel.

El vestibulo no tenia la apariencia de un vestibulo de hotel, sino que mas bien parecia la sala de una mansion inmaculada y alegre. Las paredes circundantes tenian franjas horizontales de madera con cojines tapizados, adosados a ellas, y Randall se dio cuenta de que servian como respaldos para cuando alguien deseaba sentarse en los bancos que habia debajo de las franjas. Habia alegres cuadros colgados de la pared, escenas biblicas pintadas sobre tela, dando un maravilloso efecto de colorido. Adelante se encontraba el unico toque parecido al de un hotel: un mostrador de recepcion en el que estaba una dama robusta como de unos cincuenta anos de edad.

Todo el ambiente transpiraba pureza y bondad.

Era un lugar estupendo, penso Randall, para enfrentarse a ese teologo y ponerlo al descubierto como lo que era, un hijo de puta y un maldito traidor.

Randall se encamino directamente a la recepcion.

– Vengo a ver al doctor Florian Knight. Trabajamos juntos.

La corpulenta recepcionista tomo el telefono.

– ?Lo espera el doctor Knight?

– Posiblemente.

– Llamare a su habitacion. ?Quiere darme su nombre?

Despues de darle su nombre, Randall camino nerviosamente hacia la entrada de la sala que servia para orar y para comer. Distraidamente miro las sillas y las mesas de madera color cafe, y regreso al mostrador de la recepcion en el momento en que la recepcionista colgaba el auricular sobre el aparato telefonico.

– El doctor Knight esta en su habitacion -dijo ella-. Esta en el cuarto piso. Lo esperara a la salida del ascensor.

Estaba en el pasillo, esperandolo, cuando Randall salio del ascensor en el cuarto piso. El doctor Florian Knight, a quien Randall habia visto apenas ayer en Amsterdam, tenia la misma figura delgada parecida a la de Aubrey Beardsley y, sin embargo, no era el mismo. Por primera vez desde que lo habia conocido, el doctor Knight no estaba irascible, nervioso o enojado; estaba desconcertantemente calmado y tranquilo. Estaba, ademas, profundamente preocupado y absorto en sus pensamientos.

Knight condujo a Randall a su habitacion sencilla, que era aun mas pequena que la estrecha recamara de su apartamento londinense. La habitacion era limpia y austera… una cama, un lavabo, una mesa plegable y un armario en el que probablemente solo cabian dos trajes. Habia tambien un solitario sillon colocado debajo de una alta ventana.

– Sientese usted en el sillon -dijo Knight, con un tono de voz mas hospitalario, menos arrogante que de costumbre-. Le ofreceria un trago, pero el alcohol esta estrictamente prohibido en este hotel franciscano. Fuera de eso, el lugar me parece bastante comodo. Los buenos hermanos manejan el lugar como si San Francisco de Asis fuera el gerente general, y puesto que San Francisco era bastante habil para comunicarse con los pajaros, los sirvientes andan por aqui gorjeandoles a los huespedes. Todo aqui es absolutamente fascinante.

Conforme se sentaba en la orilla de la cama, Knight anadio:

– Lamento que haya tenido que venir a verme hasta aqui, senor Randall. Pensaba volver al «Kras» manana y estar nuevamente a su disposicion. De todas formas, ya esta usted aqui. ?Se le ofrece algo en particular?

– Si, algo muy especial -dijo Randall enfaticamente-. Algo que le concierne a usted.

– Bueno, entonces, a sus ordenes, senor.

Randall decidio no desperdiciar palabras. Iria directamente al grano.

– Doctor Knight, ayer, al terminar el dia de trabajo, usted le pidio prestada una carpeta a la senorita Monti, mi secretaria. Esta carpeta contenia un memorandum confidencial que yo habia redactado. Algunas horas mas tarde, ese comunicado estaba en manos del dominee Maertin de Vroome, el enemigo declarado de nuestro proyecto.

Randall hizo una pausa esperando alguna reaccion de Knight, ya fuera de sorpresa o repudio. Pero, por el contrario, el caballero de Oxford no mostro emocion alguna.

– Lamento mucho saberlo -dijo el doctor Knight tranquilamente, al tiempo que abria una lata de mentas Altoids y le ofrecia una a Randall, quien la declino-, pero no puedo decir que me sorprende.

Confuso, Randall miro fijamente al estudioso.

– ?Que no le sorprende?

– Bueno, aunque no esperaba yo que le llegara a De Vroome, siempre existia la posibilidad. Lo que me sorprende es que usted se haya enterado. ?Esta seguro de que De Vroome tiene ese memorandum?

– Por supuesto que estoy seguro. Vi a De Vroome anoche y tenia el memorandum en sus manos.

– Y, ?esta usted seguro de que era precisamente el que yo habia tomado prestado de la senorita Monti?

– Exactamente el mismo -dijo Randall asperamente, aun desconcertado por la aceptacion tan obvia que el erudito hacia de su papel de traidor-. Y le voy a decir como le segui la pista al robo hasta dar con usted.

Rapidamente, Randall le hablo de los nombres en clave que habia empleado en las copias del memorandum, dandole detalles acerca de su entrevista con De Vroome y de su confrontacion con Angela Monti. Cuando concluyo su recitacion, sostuvo la mirada fijamente sobre Knight. El sabio britanico continuo chupando menta, aunque ahora la mano que sostenia la lata de Altoids le temblaba.

– ?Que tiene usted que decir al respecto? -le pregunto Randall.

– Muy habil -dijo el doctor Knight con admiracion.

– Y muy poco habil de su parte; mas bien, una grandisima estupidez -dijo Randall-. Lo considere un mal riesgo de seguridad desde que me entere de que se publicaria su libro, Simplemente Cristo, debido a la aparicion del Nuevo Testamento Internacional. Debi haberme dado cuenta de que alguien tan amargado por nuestro proyecto… tan desesperado por dinero… seria capaz de cualquier cosa, con tal de obtener lo que el pensaba que le correspondia por justicia.

La lata que el doctor Knight sostenia en una mano temblaba mas notoriamente.

– ?Asi que usted sabe todo eso acerca de mi?

– Lo supe desde un principio, en Londres. Pero estaba tan impresionado por sus antecedentes, por su valor potencial para el proyecto… que, considerando la suplica de Valerie en favor de usted…

– Ah, Valerie.

– …que descarte mis dudas y me persuadi a mi mismo de que usted era y seguiria siendo digno de confianza. Pero me equivoque. Nos traiciono. Voy a informar de todo lo que se. Esta usted acabado.

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