ademas.

?Desfasada? ?En que sentido?

Nunca vemos lo que es, sino lo que ha sido hace un lapso de tiempo. Anos, si se trata de una estrella, fracciones de segundo si se trata de nuestra una. Pero nuestra percepcion es siempre recuerdo, y el recuerdo, como sabe cualquiera que haya vivido un poco, siempre conlleva una deformacion. Asi que, si lo piensas bien, todo es virtual.

Bueno, yo no filosofaba tanto. Me limitaba a constatar mis sensaciones, y a considerarlas sin prejuicios. Y si me permites la confidencia, vivi muchos ciberpolvos bastante mejores que una buena parte de los que en la realidad no virtual habia tenido la dudosa fortuna de protagonizar.

No comentare nada.

No seas mojigato. A veces pareces un Inquisidor de verdad.

No soy mojigato. Solo me abstengo de comentar. ?O se esperaba que hiciera alguna observacion al respecto?

No, hoy no.

Me alegro. Habria lamentado defraudar tus expectativas.

No estoy del todo segura de eso, pero en fin, a lo que ibamos. Ya no me queda mucho del tercer y ultimo acto, como ya habras imaginado. El hotel en que trabajaba pertenecia a una cadena que tambien tenia un establecimiento en Glasgow. Mi jefe, un hombre singularmente amable al que ademas habia dado razones para apreciarme como trabajadora, penso que me gustaria regresar a Escocia y me dijo que habia un puesto alli y que podia gestionarme el traslado. No habia contemplado nunca esa posibilidad, tampoco me atraia especialmente, pero nada me retenia en Londres. Le dije que si y me mude a Glasgow, donde la fortuna quiso que solo viviera tres meses. Alli conoci al que hoy es mi marido. Llamemosle el Apaciguador.

Entendere que a partir de aqui no me des mas detalles. No quiero saber nada que no sea de mi incumbencia, y tampoco quiero tener la sensacion de que traicionas conmigo la intimidad conyugal.

Que anticuado eres, senor Inquisidor.

Puede que sea anticuado, lo admito. Pero sobre todo se trata de que prefiero no traspasar ciertos limites.

Solo estoy contandote una historia, no te preocupes. Y no voy a pasar de ahi. Tampoco pensaba ser demasiado exhaustiva en mi relato. Creo que te basta con saber que el se alojo en el hotel durante un par de semanas, que el trato profesional condujo a una cita que acepte porque me parecio un hombre calido y tranquilo del que no habia nada que temer y que tres meses despues consenti en casarme con el, abandonar mi trabajo y acompanarle aqui porque supo confirmarme esa primera impresion. Y sobre todo, porque le dije que no estaba enamorada de el, que posiblemente nunca lo estaria y que no iba a aceptar que ningun hombre se creyese mi dueno, y no considero que nada de eso representara una razon para retirar su propuesta. Desde entonces vivo con el, lo que creo que a el le hace razonablemente feliz y a mi me permite sentirme razonablemente libre y en paz. Al menos, tanto como nunca lo estuve. Me trata bien, no me dice lo que tengo que hacer y no me pide jamas explicaciones. No es amor, al menos no lo es por mi parte, pero me ha permitido desterrar el desasosiego de mi vida. Y no tengo que mentir, ni pedir que me mientan, lo que resulta todo un alivio.

De modo que el drama tiene final feliz.

Intuyo cierta ironia en tus palabras, senor Inquisidor. No me malinterpretes. No me he convertido en una cinica ni nada por el estilo. He encontrado un arreglo que me permite hacer las paces conmigo misma, despues de todas mis equivocaciones. Se que no es optimo, puede que tampoco sea definitivo, pero no estoy estafando a nadie. Y si algun dia se me presenta algo mejor, estoy abierta a probarlo. Por que no. Mis fracasos no me han arrebatado la fe. Solo me han hecho dejarla en suspenso.

No se si entiendo bien el matiz. Y tampoco voy a hacerte la pregunta que cualquiera, llegado a este punto, te haria en mi lugar.

Hazla. Eso no te desacreditara ante mi.

Ya te dije, no me gustan los chismes.

Dejame adivinar. Te preguntas donde esta y que hace mi buen Apaciguador, ahora mismo, a las cuatro y media de la manana, mientras su esposa esta chateando con otro hombre.

Yo no me pregunto nada, insisto.

Pues respondiendo a eso que no te preguntas, mi marido duerme. Y no sabe lo que estoy haciendo, pero es muy consciente de que no me siento obligada a contarle todo lo que haga, dentro de los margenes que dejamos establecidos en su dia.

Tampoco te preguntare por esos margenes.

Entonces tampoco te respondere que son bastante amplios. Me gusta ser leal, asi que me preocupo de definir los terminos de mis lealtades de modo que no tenga que incumplirlos.

Ya veo. Gracias por la confianza, Theresa. Por si te sirve de algo, te dire que no me ha aburrido tu historia. En ningun momento. Y me ha resultado verdaderamente instructiva. Te estoy agradecido.

Sabes que no buscaba instruirte, precisamente.

Lo se.

?Y?

Y… Vuelve a ser muy tarde.

Tengo reloj.

Manana, a medianoche.

?Que pasara, manana a medianoche?

Algo. Buenas noches, Theresa.

27 de noviembre

Por que un inquisidor

No era la primera vez que le revelaba a otra persona las intimidades que le habia contado al Inquisidor. Pero nunca antes las habia expuesto asi, todas juntas. A nadie le habia mostrado la secuencia completa, el hilo continuo que permitia recorrer entero el como y el porque de mi educacion sentimental, lo que equivale a decir un aspecto esencial de mi vida y mi caracter. Despues de mi confesion, y tras su repentina despedida (segun acostumbraba) y su misterioso anuncio para el dia siguiente (algo inedito en el), experimente una sensacion de vertigo. Que no me resulto desagradable, dicho sea de paso. Sentia que habia hecho lo que en ese momento debia hacer, conforme a la primera obligacion que incumbe a cualquier criatura viviente: obrar conforme a la propia naturaleza.

Yo no podia dejar de aventurarme, de apostar, de tentarle en el mas amplio sentido de la palabra. Porque asi lo dictaba la inquietud de mi espiritu, y porque percibia que a el le empujaba a atender mi llamada, por mas que se resistiera, el resto de inquietud que quedaba en el suyo. Y si habia por ahi alguien que velase para que las personas obtuvieran aquello que merecian, pense que no podia dejar que mi esfuerzo de esa noche resultase baldio. Me habia ganado en buena ley lo que pretendia, que no era ni mas ni menos que lo que yo le habia entregado. El Inquisidor me habia dicho que debia convencerle de compartir conmigo lo que no compartia con nadie. Eso era justamente lo que yo habia hecho con el, y estaba contenta de haber dado semejante paso. Porque tenia la impresion (quiza absurda, dada la relacion que existia entre nosotros) de haber confiado mis honduras a una de las pocas personas a quienes habria podido desvelarlas. Y porque, recapitulando la historia para el, yo misma habia visto mi propia trayectoria con una claridad hasta entonces desconocida. Incluso lograba atisbar en ella lo que tantas veces me habia atormentado ser incapaz de atribuirle: una especie de simetria, una suerte de justicia. O dicho de otra manera: algun sentido.

No ignoraba el influjo que en esta imagen mejorada de mi misma ejercia la sugestion de su presencia, por muy virtual que fuera, y la perspectiva de su persistencia futura, por limitada e incierta que se presentase. Eso me hacia a la vez desear y temer su reaparicion. Pero podian mas las ganas, y cuando la

Вы читаете El blog del Inquisidor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату