– Ni hablar.
– Asi que tu estas aqui -dijo Myron- y Claire en clase de yoga. ?Y Aimee?
– Anoche se quedo en casa de una amiga.
– Ah.
– Adolescentes -dijo el padre, como si eso lo explicara todo.
Tal vez fuera cierto.
– ?Problemas?
– No tienes ni idea.
– Ah.
Otra vez el «Ah».
Erik no dijo nada.
– ?De que tipo? -pregunto Myron.
– ?Que?
Myron deseaba decir «Ah» otra vez, pero no queria abusar demasiado.
– Problemas. ?Que tipo de problemas?
– No se si te comprendo.
– ?Esta malhumorada? -dijo Myron, intentando parecer despreocupado-. ?No escucha? ?Sale hasta tarde, hace campana, pasa demasiado tiempo en Internet o que?
– Todo lo que has dicho -dijo Erik, pero ahora sus palabras fueron mas lentas, incluso mas mesuradas-. ?Por que lo preguntas?
Frena, penso Myron.
– Era hablar por hablar.
Erik fruncio el ceno.
– Normalmente aqui hablamos de lo malos que son los equipos locales.
– No es nada -dijo Myron-. Es solo que…
– ?Solo que?
– La fiesta en mi casa.
– ?Que pasa?
– No lo se, al ver alli a Aimee, me puse a pensar en lo dificiles que fueron los anos de adolescencia.
Los ojos de Erik se empequenecieron. En la cancha alguien habia gritado falta y otro estaba protestando.
– ?No te he tocado! -grito un hombre con bigote y coderas.
Entonces empezaron los insultos, algo que en una cancha de baloncesto no se puede evitar ni con la edad.
Los ojos de Erik seguian en la pista.
– ?Te comento algo Aimee? -pregunto.
– ?Como que?
– Cualquier cosa. Recuerdo que estuvisteis en el sotano con Erin Wilder.
– Si.
– ?De que hablasteis?
– De nada. Se burlaron de mi por lo anticuada que era la habitacion. Erik miro a Myron. El queria mirar a otro lado, pero no lo hizo.
– Aimee puede ser rebelde -dijo Erik.
– Como su madre.
– ?Claire? -Erik parpadeo-. ?Rebelde?
Vaya por Dios, cuando aprenderia a tener la boca cerrada.
– ?De que forma?
Myron recurrio a la respuesta del politico.
– Supongo que depende de lo que signifique para ti rebelde.
Pero Erik no lo dejo pasar.
– ?A que te referias tu?
– Nada. Es algo bueno. En Claire habia tension.
– ?Tension?
Calla, Myron.
– Ya sabes a que me refiero. Tension. Buena tension. Cuando viste a Claire la primera vez, ese segundo, ?que te atrajo de ella?
– Muchas cosas -dijo el-. Pero la tension no fue una de ellas. Habia conocido a muchas chicas, Myron. Hay unas con las que quieres casarte y otras con las que solo quieres… ya sabes.
Myron asintio.
– Claire era de las que quieres para casarte. Eso fue lo primero que pense cuando la vi. Y si, se como suena. Pero tu eras amigo suyo. Ya sabes a que me refiero.
Myron intento parecer despreocupado.
– La queria mucho.
La queria, penso Myron, sin decir palabra esta vez. Habia dicho «la queria», no «la quiero».
Como si le leyera el pensamiento, Erik anadio:
– Aun la quiero. Tal vez mas que antes.
Myron espero el «pero».
Erik sonrio.
– Supongo que ya sabes la buena noticia.
– ?Cual?
– Aimee. De hecho te estamos muy agradecidos.
– ?Eso por que?
– La han aceptado en Duke.
– Eh, es estupendo.
– Nos enteramos hace dos dias.
– Felicidades.
– Tu carta de recomendacion -dijo-. Creo que ha sido el empujon definitivo.
– No -dijo Myron, aunque probablemente Erik tenia bastante mas razon de la que creia. No solo habia escrito la carta, sino que habia llamado a uno de sus antiguos companeros, que ahora trabajaba en admisiones.
– No, en serio -siguio Erik-. Hay tanta competencia para entrar en buenas universidades. Tu recomendacion tuvo mucho peso, estoy seguro. O sea que gracias.
– Es una buena chica. Fue un placer.
Se acabo el partido y Erik se levanto.
– ?Listo?
– Creo que ya tengo suficiente -dijo Myron.
– ?Te duele?
– Un poco.
– Nos hacemos mayores, Myron.
– Lo se.
– Tenemos mas dolores y achaques ahora.
Myron asintio.
– A mi me parece que, cuando duele, tienes dos posibilidades -dijo Erik-. O te sientas, o sigues jugando con dolor.
Erik se fue corriendo y dejo a Myron preguntandose si se referiria al baloncesto.
9
En el coche, el movil de Myron volvio a sonar. Miro el identificador. De nuevo nada.