un saco de piedras. Myron se puso de pie. Aquellos dos iban a por el.
Ambos sonreian.
Rochester rodo recuperandose. Se levantaria enseguida. Y entonces serian tres. Los dos hombres del coche no se acercaban despacio. No parecian alarmados o preocupados. Iban a por Myron con el abandono de un nino en pleno juego.
«Dos hombres muy bestias…»
Paso otro segundo.
El hombre que iba en el asiento del pasajero llevaba los cabellos recogidos en una cola de caballo y se parecia al profesor de arte hippy del instituto que olia siempre a hierba. Myron evaluo sus opciones. Lo hizo en decimas de segundo. Asi era como funcionaba. Cuando estas en peligro, el tiempo se para o la mente se acelera. Es dificil de decir.
Myron penso en Rochester tirado en el suelo, en los dos hombres que se acercaban, en la advertencia de Win, en lo que podia buscar Rochester, en por que le habria atacado sin mediar provocacion, en lo que habia dicho Cingle de que era un pirado.
La respuesta era evidente: Dominick Rochester creia que Myron tenia algo que ver con la desaparicion de su hija.
Probablemente Rochester sabia que Myron habia sido interrogado por la policia y que no habian sacado nada. Un tipo como Rochester no lo aceptaria. Y haria lo que fuera, absolutamente lo que fuera por averiguarlo.
Los dos hombres ya estaban apenas a tres pasos.
Otra cuestion: estaban dispuestos a atacarle alli mismo, en la calle, donde todos podian verlos. Eso sugeria un cierto grado de desesperacion y despreocupacion, y tambien de seguridad, un nivel con el que Myron no queria tener nada que ver.
Asi que se decidio: corrio.
Los dos hombres tenian ventaja. Ya estaban acelerados. Myron salia de una posicion de inmovilidad.
Ahi es donde el atletismo puro ayudaba.
La lesion de Myron no habia afectado demasiado a su velocidad. Era mas un problema de movimiento lateral. Asi que Myron fingio que daba un paso a la derecha para hacer que se desviaran. Lo hicieron. Despues se fue a la izquierda hacia su entrada. Uno de los hombres – el otro, no el profesor de arte hippy- perdio pie pero solo un segundo. Volvio a recuperarse. Lo mismo que Dominick Rochester.
Pero era el profesor de arte hippy el que le estaba dando mas problemas. Era muy rapido. Estaba tan cerca que habria podido hacerle un placaje.
Myron penso en la posibilidad de echarse encima de el.
Pero no. Win habia llamado para avisarle y si lo habia hecho era porque probablemente era un tipo muy bestia. No le haria caer de un solo golpe. Y aunque lo hiciera, el retraso les daria a los otros dos la oportunidad de atraparlo. No habia manera de eliminar al profesor de arte y seguir en movimiento.
Myron intento acelerar. Queria ganar suficiente distancia para llamar a Win con el movil y decirle…
El movil. Maldita sea, no lo tenia. Se le habia caido cuando le golpeo Rochester.
No dejaban de perseguirle. Estaban en una calle apacible de las afueras, cuatro adultos corriendo como locos. ?Los estaba viendo alguien? ?Que pensarian?
Myron tenia otra ventaja. Conocia el vecindario.
No miro por encima del hombro, pero oia al profesor de arte jadeando detras de el. No llegas a ser atleta profesional -por breve que fuera su carrera, el habia jugado al baloncesto profesional- sin que se arreglen un millon de cosas interna y externamente. Myron habia crecido en Livingston. Su curso del instituto tenia seiscientos alumnos. Miles de atletas que cruzaban las puertas. Ninguno habia llegado a profesional. Dos o tres habian jugado en la liga local de beisbol. Uno, tal vez dos, habian sido reclutados para uno u otro deporte. Nada mas.
Todos los chicos lo suenan, pero la verdad es que ninguno lo consigue. Ninguno. Crees que tu hijo es diferente. No lo es. No llegara a la NBA, la NFL o la MLB. No sucedera.
Las posibilidades son demasiado reducidas.
La cuestion ahora, mientras intentaba acelerar el paso, era que si, se habia entrenado mucho, habia encestado durante cuatro o cinco horas al dia, habia sido aterradoramente competitivo, tenia la actitud mental correcta y todas esas cosas y las habia hecho todas, pero ninguna que le hubiera ayudado a alcanzar el nivel que habia alcanzado de no haber tenido la suerte de nacer con unos dones fisicos extraordinarios.
Uno de esos dones era la velocidad.
El jadeo seguia detras de el.
Alguien, tal vez Rochester, grito:
– ?Disparale a la pierna!
Myron siguio acelerando. Tenia un destino en la cabeza. Ahora le ayudaria su conocimiento del vecindario. Llego a la colina de Coddington Terrace. Al llegar arriba, se preparo. Sabia que si llegaba alli con suficiente ventaja, habria un punto ciego en la curva de descenso.
Cuando llego a la curva de descenso, no miro atras. Habia un sendero medio escondido entre dos casas a la izquierda. Myron lo utilizaba para ir a la Escuela Elemental Burnet Hill. Todos los chicos lo usaban. Era muy raro - un sendero pavimentado entre dos casas- pero seguia alli.
Los bestias no lo sabrian.
El camino asfaltado era publico, pero Myron tenia otra idea. Los Horowitz vivian en la casa de la izquierda. Myron habia construido un fuerte en los arboles con uno de ellos hacia mucho tiempo. La senora Horowitz se habia puesto furiosa. Se metio en esa zona. Habia un sendero bajo las matas para pasar arrastrandose, que conducia al patio de atras de los Horowitz en Coddington Terrace y daba a la casa de los Seiden en Ridge Road.
Myron aparto el primer matorral. Seguia alli. Se puso a cuatro patas y se arrastro por la abertura. Las ramas le aranaron la cara. No le hizo tanto dano como le devolvio a una epoca mas inocente.
Al salir por el otro lado, en el antiguo patio de los Seiden, se pregunto si seguirian viviendo alli. Tuvo la respuesta inmediatamente.
La senora Seiden estaba en el patio. Llevaba un delantal y guantes de jardineria.
– Myron. -Su voz no mostro duda ni demasiada sorpresa-. Myron Bolitar, ?eres tu?
Myron habia ido a la escuela con su hijo, Doug, aunque no se habia arrastrado por el camino ni habia vuelto al patio desde los diez anos. Pero eso no importaba en aquellos contornos. Si erais amigos en la escuela elemental, habia siempre alguna relacion.
La senora Seiden se aparto los cabellos de la cara soplando. Fue hacia el. Maldita sea. Myron no queria involucrar a nadie mas. Ella abrio la boca para decir algo, pero Myron la silencio llevandose un dedo a los labios.
Ella vio la expresion de su cara y se detuvo. Myron le indico con un gesto que entrara en la casa. Ella asintio ligeramente y se fue hacia alli. Abrio la puerta de atras.
Alguien grito:
– ?Donde diablos se ha metido?
Myron espero a que la senora Seiden desapareciera de su vista. Pero no entro.
Sus ojos se encontraron. Ahora fue la senora Seiden quien le hizo un gesto indicandole que entrara tambien. El nego con la cabeza. Demasiado peligroso.
La senora Seiden se quedo mirando con la espalda rigida.
No se movio.
Se oyo un ruido en los matorrales. Myron volvio la cabeza de golpe hacia ellos. El ruido ceso. Podia haber sido una ardilla. No era posible que ya lo hubieran encontrado. Pero Win los habia llamado «muy bestias» con el significado sin duda de muy buenos en lo que hacian. Win no era dado a las exageraciones. Si decia que aquellos tios eran muy bestias…
Myron escucho. No oyo nada. Eso le asusto mas que el ruido.
No queria poner en mas peligro a la senora Seiden. Nego con la cabeza otra vez. Ella seguia con la puerta abierta.
No valia la pena discutir. Hay pocos seres mas testarudos que las madres de Livinsgton.
A gatas, corrio por el patio y cruzo la puerta, arrastrandola dentro con el.
Ella cerro la puerta.