que las de delante, que hacian las veces de incisivos, eran algo mas pequenos y aplastados que los demas, los de atras eran mayores y los colmillos, mucho mas fuertes, destacaban en ambas mandibulas, sobre toda en la de arriba.
— Aqui tienen ustedes una muestra interesante de mamifero primitivo que posee todavia una dentadura de reptil, pero que ofrece ya un esbozo de la diferenciacion que se desarrollara en otros periodos — dijo el geologo.
Ningun otro animal salia del bosque y los viajeros pudieron entregarse, al fin, a un descanso bien merecido aunque, naturalmente, turnandose en la guardia para alimentar los fuegos que les protegian de los insectos. Gracias a ello, su sueno fue tranquilo.
Durante la jornada siguiente la region conservo el mismo caracter que la vispera a ultima hora. El rio se habia convertido definitivamente en lago con multitud de islas.
La corriente no se notaba apenas, y habia que remar casi constantemente. Sobre el agua y el bosque volaban libelulas de colores y enormes escarabajos astados que llegaban a medir treinta centimetros de largo, asi como mariposas cada una de cuyas alas hubiera podido cubrir la mano de un hombre. De cuando en cuando surgian extranas aves, grandes y pequenas, de color gris azulado que recordaban un poco a la garza, aunque con les patas mas cortas, la cola larga y un breve pico donde se podian ver dientes menudos.
Lograron matar a una conforme iba volando, y Kashtanov explico a sus companeros la estructura de aquel extrano pajaro, forma transitoria entre el reptil y el ave. Su cuerpo, del tamano del de una ciguena, estaba cubierto de plumas de color gris azulado; su larga cola no se componia solo, de plumas como ocurre en los pajaros, sino tambien de numerosas vertebras, o sea, tenia la estructura del rabo de los reptiles, con plumas a ambos lados. Las alas, provistas de tres largos dedos terminados por unas iguales a las de las patas, le permitian trepar a los arboles y a las rocas agarrandose tambien con las extremidades anteriores. El examen del animal llevo a Kashtanov a la conclusion de que pertenecia al arden de los arqueopterix, pero se distinguia por su gran tamano de los ejemplares descubiertos en Europa en los sedimentos del jurasico superior.
Hacia el final de la jornada, las orillas, ya completamente lisas, constituian vastas extensiones pantanosas cubiertas de colas de caballo y de helechos sobre los cuales descollaban aqui y alla grupos de extranos arboles adaptados a una existencia acuatica. La maleza daba albergue a diferentes insectos que atacaban furiosamente a los viajeros siempre que intentaban atacar cerca del muro de vegetacion para enriquecer sus colecciones y luego les perseguian, algun tiempo sobre el agua. Mosquitos de veinticinco milimetros, moscas del tamano de abejorros, tabanos y moscardones de mas de cuatro centimetros competian en estos ataques alados contra los hombres, que se veian obligados a huir vergonzosamente y empezaban a sentirse inquietos ante la idea de tener que pasar la noche entre aquellas nubes de verdugos.
Aun bogaron unas cuantas horas por los pantanos, remando con energia para alejarse de ellos lo antes posible. La fauna parecia limitarse alli a los insectos y los pajaros primitivos que surcaban el aire y a los peces y los reptiles disimulados en el fondo del agua oscura y que solo traicionaban su presencia por el chapoteo y los remolinos. La existencia de cuadrupedos terrestres debia ser impasible en aquella espesura pantanosa.
— ?Ademas, no hay animal terrestre capaz de soportar las picaduras de estos horribles bichos! — afirmo Gromeko.
Por fin soplo del Sur una brisa fresca, que a veces traia un rumor lejano y monotono.
Maksheiev fue quien primera percibio el ruido y anuncio:
— Delante de nosotros,debe haber un gran lago descubierto de orillas desnudas o quiza un mar.
— ?Un mar? — sorprendiose Papochkin-. ?Sera posible que tambien haya un mar en Plutonia?
— Habiendo rios, cosa de la que no podemos dudar, alguna vez tienen que desembocar en una cuenca de agua quieta, porque no van a estar corriendo hasta lo infinito.
— ?Y no pueden perderse en lagos pantanosos como el que atravesamos o consumirse en los arenales?
— Desde luego. Pero, dada la abundancia de agua, es mas probable que exista un deposito descubierto del que solo seria la antesala el lago medio cubierta de vegetacion que estamos atravesando.
EL MAR DE LOS REPTILES
Los exploradores sentian grandes deseos de conocer las dimensiones de aquel deposito y se preguntaban si no pondria fin a su viaje al interior de Plutonia, ya que hubiera sido desde luego imposible aventurarse sobre un mar inmenso en fragiles lanchas de lona.
Al cabo de una hora se diviso delante una franja azul al extremo del ancho rio-lago de corriente imperceptible. La desembocadura estaba cerca. remando con redoblada energia, los navegantes llegaron media hora mas tarde al nacimiento del lago o del mar.
La vegetacion de las orillas del rio no llegaba hasta el borde del mar, enmarcado por una ancha franja de arena desnuda. La resaca impedia probablemente que las plantas arraigasen al lado del agua.
Los viajeros acamparan para dormir en aquella playa de arena refrescada por la brisa marina y libre de agobiadores insectos.
Despues de descargar la impedimenta en la orilla y de encender una hoguera todos corrieron hacia el mar para comprobar si se encontraban frente a un deposito cerrado de agua salada o frente a un gran lago de agua corriente. Ademas tenian muchos deseos de banarse porque en los ultimos dias habian tenido que renunciar a hacerlo en el rio al ver que en sus aguas habitaban grandes reptiles.
Se desnudaron rapidamente en la fina arena de la playa y metieronse en el agua cuya profundidad iba aumentando de manera casi imperceptible: solo a unos cincuenta pasos de la orilla les llego el agua a la cintura: estaba salada, aunque no tanto corno en los oceanos de la superficie terrestre; se la hubiera podido comparar al agua del mar Baltico.
Refrescados por el bano, los viajeros debatieron el itinerario ulterior. El mar no era ilimitado: en la parte meridional del horizonte se podia distinguir la orilla opuesta incluso a simple vista y con unas buenos prismaticos se divisaba netamente una vegetacion tupida, grupos de arboles mas altos y, en algunos lugares, unos macizos oscuros, violaceos, que debian ser rocas o acantiladas. Mas alla del muro de vegetacion, y gracias a la superficie concava del suelo, se discernia tambien, aunque menos distintamente, un terreno unido del misma matiz violeta y, en algunos sitios, grupos: de montanas mas altas. Aquel relieve excito en todos los exploradores el desea de llegar a la orilla meridional. La empresa no parecia imposible: la distancia seria de cuarenta a cincuenta kilometros y, en un dia de calma, con una ligera brisa propicia que permitiese el empleo de la vela, no era muy azaroso ponerse en camino.
Como la caza habia sido ultimamente mala en la zona de las pantanos y las lagos y la reserva de carne estaba agotada, solo tenian pastas alimenticias para cenar. Pero Maksheiev y Papochkin recurrieron a la pesca. Mientras se banaban habian visto grandes peces, de manera que, provistos de canas, remontaron la orilla hasta el sitio donde el rio salia de las malezas y el agua era mas profunda. Los flotadores permanecieron bastante tiempo quietos y los pescadores se disponian ya a cambiar de sitio cuando los peces empezaron a picar con fuerza en ambos anzuelos.
Maksheiev atrajo y saco a la orilla un pez grande, pero el de Papochkin era tan pesado que podia romper el bramante. Por eso fue tirando de el hacia la orilla para sacarlo alli con la red. Subitamente, el agua se cubrio de burbujas, la cana sufrio una sacudida y una masa negra se llevo el pez y el anzuelo. El pescador solo tuvo tiempo de ver un lomo cubierto de grandes escamas y una cola carta.
Maksheiev, ocupado en desenganchar su pez del anzuelo, oyo un fuerte chapoteo y exclamo:
— ?Ha debido usted agarrar un pez de lo menos ocho kilos!
— A mi me parece que de ochocientos — contesto el zoologo sobrecogido de espanto-. Ha roto la cana y se ha escapado.
Maksheiev se acerco corriendo para ensenarle su presa. Era un animal muy extrano, ancho y aplastada como una barbada, cubierta de asperas escamas de un centimetro cuadrada, con la cola de una sola hoja, los das ojos en el mismo lado del cuerpo y largas espinas erizandole la espalda.