jovenes iguanodones que se apretujaban en el centro. Los medrosos herbivoros se dispersaron, huyendo del enemigo, que tuvo tiempo de apoderarse de uno de los iguanodones pequenos y degollarlo al instante.
Las diferentes fases del ataque fueron igualmente fotografiadas, despues de lo cual restallaron dos disparos y el carnicero quedo tendido junto a su victima. Cuando dejo de debatirse, los cazadores se acercaron y pudieron examinar aquel nuevo representante de los reptiles gigantes. Se parecia, en efecto, a los iguanodones por las largas patas traseras y la gruesa cola que servia de soporte al cuerpo,
Las patas delanteras, muy cortas, terminaban en cuatro dedos de unas aceradas. El cuello, breve, sostenia una cabeza pequena de enormes fauces provistas de dientes agudos. Un cuerno corta y aplastado se alzaba en el nacimiento de la nariz y mas servia de adorno que de arma ofensiva.
Dos cuernos menores asomaban detras de los ojos y, desde la nuca, la espina y la cola estaban erizadas de una hilera de puas cortas pero agudas. La piel, desnuda y arrugada, tenia un calor gris verdoso. El animal, que alcanzaba cinco metros de largo, debia poseer una fuerza enorme, y facil era juzgar de su agilidad y su audacia por el ataque a los iguanodones.
Despues de haber examinado el cadaver, Kashtanov dijo que debia tratarse de un ceratosaurio, del mismo orden de los dinosaurios al que pertenecian tambien los iguanodones y otros reptiles terrestres del periodo mesozoico.
— ?Supongo que no vamos a probar la carne de esta horrible fiera! — dijo Gromeko cuando terminaron de medir y describir el monstruo.
— Por que no? Si no tuvieramos otra cosa, habriamos de conformamos con ella — contesto Maksheiev-. Pero podemos aprovecharnos del iguanodon, al que el carnicero solo ha tenido tiempo de matar.
— Habra que esconderlo bien. De lo contrario, los pterodactilos no van a dejarnos ni pizca. Fijense: ya lo han olfateado.
En efecto, sobre el calvero giraban ya reptiles voladores con un ronco croar. Por eso, los cazadores cortaron las patas traseras del joven iguanodon y las disimularon en la espesura, suspendiendolas de las ramas, y entonces se dirigieron hacia la garganta, atravesando el calvero, que habia quedado desierto despues de la lucha y los disparos.
EL DESFILADERO DE LOS PTERODACTILOS
La boca del desfiladero era ancha, y un arroyuelo enmarcado de grupos de helecho serpeaba por el fondo. En las vertientes abruptas no habia vegetacion. Eran desnuda, rocosas, de color rojizo, negro o amarillo. Kashtanov y Maksheiev se dirigieron presurosos hacia las rocas. Gromeko se dedico a buscar nuevas plantas a lo largo del arroyo y Papochkin a cazar mariposas gigantescas.

El primer risco al que llegaron los geologos era de color rojo oscuro. Kashtanov esperaba encontrar tambien en el mineral de hierro, pero, despues de haber arrancado un pedazo y de haberlo examinado con la lupa, sacudio la cabeza murmurando:
— Esta es una cosa nueva.
Unos cuantos pedazos, arrancados en otro sitio, tenian el mismo caracter; pero las rocas, duras y lisas, no permitian arrancar una muestra mas grande. Uniendo sus esfuerzos, los dos geologos intentaron partir un bloque del mismo mineral que habia en el suelo. Al fin se hizo una grieta y el bloque quedo partido en dos. En el interior brillaron pequenas vetas y manchas de un metal blanco.
Kashtanov se inclino y exclamo asombrado:
— Es plata nativa, encerrada al parecer en mineral argentifero rojo.
— ?Mas millones! — ironizo Maksheiev.
Despues del descubrimiento del filon de oro, cuya importancia habia denigrado tanto su erudito companero, Maksheiev consideraba con cierta desden los dones del reino mineral de aquel pais encantado.
Continuando su camino al pie del risco, los geologos llegaron pronto a un lugar donde el color rojo oscuro era sustituido por el color negro con manchas y vetas amarillas y rojas. Se trataba otra vez de iman natural. Luego, unas rocas erosionadas y salpicadas de hoyos eran de un color amarillo intenso o verdoso. Kashtanov reconocio en ellas molibdeno de plomo y cerusa en cuya interior podian ocultarse tambien galenas.
Mas adelante, en una vertiente del desfiladero se alzaba una roca grande que llamo la atencion de los viajeros por su color verde oscuro. Desde lejos parecia recubierta de musgo o de liquenes. El martillo rebotaba con ruido sonoro al pegar en ella y solo a posta de grandes esfuerzos lograron los geologos arrancar algunas particulas que aumentaron el asombro de Kashtanov.
— Es una masa compacta de cobre natural oxidada en la superficie — declaro.
— ?Que riquisimo es este pais! — exclamo Makshelev-. Contiene todos los minerales que se quiera. Habria para instalar aqui una fabrica metalurgica universal.
— Si. Cuando el mineral no baste ya en la superficie exterior de nuestro planeta para la demanda creciente de la humanidad no habra mas remedio que venir a buscar minerales aqui. Y, entonces, ni los hielos ni la niebla ni las nevascas le importaran al hombre.
— Incluso es posible que se abra un tunel en la corteza terrestre para llegar por la via mas corta a estos enormes yacimientos — aventuro Maksheiev en broma.
En este momento una sombra grande paso rapidamente sobre los geologos, absortos en la observacion de los minerales, y se oyo gritar a Gromeko:
— ?Cuidado! ?Un reptil volador!
Ambos empunaron las escopetas y levantaron la cabeza. A unos veinte metros planeaba sobre ellas un animal enorme, de color oscuro. Por su manera de volar se notaba en seguida que el reptil pertenecia al grupo de los pterodactilos. Era mucho mayor que los que habian visto ala orilla del mar y media alrededor de seis metros de envergadura. Inclinada la cabeza provista de un pico enorme, el reptil buscaba una presa y contemplaba con sorpresa aquellos animales bipedos desconocidos.
Pero los cazadores no podian aguardar a que resolviera sus dudas ya que, al caer desde bastante altura sobre su victima, el reptil podia matarla o herirla gravemente con las garras o los dientes. Maksheiev apunto en seguida y disparo. El pterodactilo dio una espantada, agito precipitadamente las alas y fue a posarse sobre un saliente de la roca, donde empezo a mover la cabeza; abriendo y cerrando el pico dentado.
— Le he debido tocar — observo Maksheiev, sin decidirse a tirar una segunda vez porque el animal estaba demasiado lejos.
En esto un grito seguido de una detonacion se escucharon en el pequeno prado donde habian quedado el zoologo y el botanico.
Detras de las colas de caballo y de los helechos que separaban el arroyo de las rocas remontaba el vuelo otro pterodactilo llevandose entre las unas un gran objeto oscuro. Pensando en el primer momento que el reptil volador se habia apoderado de uno de sus companeros, Kashtanov disparo a su vez. El rapaz agito las alas, dejo caer su presa y se desplomo como una piedra detras del muro de los arboles.
Los geologos corrieron a toda velocidad hacia aquel sitio con la idea de prestar auxilio a su companero, precipitado desde una altura de varias metros. Pero, despues de haber atravesado la espesura, tropezaron con Gromeko y Papochkin que acudian en sentido contrario.
— ? Pero no les ha pasado nada a ninguno? ?Cual de ustedes acaba de caer de entre las garras del reptil?
Sus companeros se echaron a reir.

— El reptil se llevaba unicamente mi impermeable, que yo habia dejado en el calvero envolviendo las