despues de examinarlo, intentaron izar el huevo apuntalandolo con sus cuerpos.
Lo consiguieron, y entonces rodaron su presa por una trocha que se adentraba en el bosque. A juzgar por la conducta de esta pareja era de suponer que habian vencido las segundas hormigas.
Ahora solo quedaba seguir la trocha detras de las hormigas. Pero, ignorando la distancia que quedaba por recorrer, habia que comerse primero el huevo sustraido a las hormigas. Pesaba demasiado para llevarlo en brazos y era muy incomodo rodarlo por el bosque. De manera que los exploradores hicieron lumbre en un agujero abierto en la arena y cocieron el huevo entero. Una vez, a punto, lo partieron en trozos y, con la cascara, fabricaron unos cuantos platos y una sarten.
Despues de comer, los viajeros se adentraron en el bosque por la trocha, bien alisada, pero estrecha e incomoda. Las ramas de las colas de caballo se entrelazaban a un metro del suelo, obligando a los hombres a avanzar casi a rastras o muy inclinados. Era probable que solo las hormigas siguieran aquel camino.
Al cabo de media hora empezo a esclarecerse el bosque. La trocha de las hormigas bifurcaba con frecuencia, se cruzaba con otras, y Maksheiev seguia con gran dificultad la huella del huevo en tanto Kashtanov levantaba un mapa de la region habitada por sus enemigos.
— Me choca que no hayamos encontrado hasta ahora ninguna hormiga en el bosque — dijo Kashtanov.
— Probablemente tienen horas determinadas para el descanso y el sueno y los demas animales no se atreven a aproximarse al hormiguero.
Por fin aparecio un vasto calvero. El bosque terminaba sin duda alli y el hormiguero podia encontrarse en el claro que le seguia. Por eso habia que redoblar la prudencia. El zoologo y el botanico se quedaron con General mientras Kashtanov y Maksheiev salian de reconocimiento.
En el lindero del bosque se detuvieron al amparo de los ultimos arboles y se pusieron a examinar los contornos. El bosque daba paso a un vasto calvero, o mejor dicho, a un erial casi completamente desprovisto de vegetacion: solo aqui y alla apuntaban algunos tallos roidos. En medio de este erial, no lejos del lindero del bosque, se alzaba un enorme tumulo en forma de cono truncado que tendria unos doce metros de alto por mas de cien de diametro, hecho de troncos amontonados.
Los prismaticos permitian ver que los troncos no habian sido amontonados de cualquier manera, sino conforme a cierto sistema, formando un edificio complejo aunque basto. En muchos sitios se abrian orificios de entrada a diversas alturas; pero ni una hormiga por ninguna parte: debian estar durmiendo.
El erial hallabase rodeado por el bosque, las dunas y unos montes, y las hormigas eran duenas absolutas de el. En la parte occidental, al pie de las dunas, debia correr un arroyuelo, a juzgar por la franja de matorrales y hierba verde que destacaban sobre el fondo amarillo de la arena.
?COMO PENETRAR EN EL HORMIGUERO?
Despues de haber examinado aquel lugar, Kashtanov y Maksheiev volvieron adonde estaban sus companeros para concertar la conducta a seguir.
— Atacar el hormiguero dormido es cosa facil — dijo Kashtanov-. Pero, ?seria razonable? No sabiendo en que parte de esta enorme construccion estan guardadas nuestras cosas, podemos extraviarnos facilmente en el laberinto de galerias.
— El interior debe estar oscuro, y no tenemos velas ni linternas — observo Papochkin.
— Se pueden hacer antorchas — declaro Gromeko-. He visto en el bosque unos arboles resinosos que servirian muy bien.
— Yendo con antorchas encendidas despertariamos a las hormigas y seriamos victima de un ataque que terminaria mal para nosotros — dijo Maksheiev.
— En efecto, deben ser centenares o quiza miles y, por muchas que matemos a tiros o con los cuchillos, acabarian matandonos a mordiscos o a picotazos.
— Entonces, ?que hacemos? — murmuro Kashtanov-. Renunciar a nuestros efectos no podemos, porque nos haran falta para el camino de vuelta.
— ?Y si incendiaramos el hormiguero por un solo costado? Las hormigas se daran prisa en salvar sus bienes y, con el resto, sacaran lo que nos han robado.
— Lo que salvaran ante todo son las larvas y las ninfas. Entretanto pueden arder nuestras cosas. Ademas, aun en el caso de que les diese tiempo a sacarlas, tendriamos que arrebatarselas por la fuerza.
— Podiamos ahumarlas y, cuando hayan abandonado el hormiguero, entrar a buscar nuestro equipaje.
— Ese plan es mejor; pero no podremos entrar en las galerias mientras esten llenas de humo y, cuando se disipe, tambien querran volver las hormigas.
— La situacion sigue siendo sin salida.
— Se me ocurre una cosa — intervino Maksheiev-: me tiendo cerca del hormiguero haciendome el muerto, las hormigas me meten en el y, una vez alli, quiza consiga descubrir nuestro equipaje y sacarlo a la noche siguiente.
— Es demasiado peligroso — objeto Kashtanov-. Las hormigas pueden intentar llevarselo en pedazos. Y aun admitiendo que le metan en el hormiguero sin matarle, ?como iba usted a orientarse a oscuras y haciendo de cadaver en el laberinto de galerias para volver a salir?
— Me llevare un ovillo de hilo en el bolsillo y lo desenrollare poco a poco como hizo Teseo con el hilo de Ariadna.
— Eso si las hormigas no se dan cuenta y recogen el hilo. Ademas, ?tiene usted hilo?
Nadie tenia hilo. Se renuncio a este arriesgado plan. Sentados, con la cabeza gacha, los exploradores elaboraban nuevos planes, a los que tenian que renunciar siempre por imposibles.
— Creo que he dado con la solucion — declaro Kashtanov-: hay que asfixiar a las hormigas o fumigarlas con gases toxicos para que esten aletargadas durante el tiempo que tardemos en buscar nuestras cosas en el hormiguero. Esos gases son: el cloro, el bromo y el gas sulfuroso. De manera que, ante todo, hay que buscar el material que nos permita obtener la cantidad suficiente de gas. El cloro se puede sacar de la sal marina. El bromo esta contenido probablemente en las cenizas de las algas de este mar, pero su extraccion seria mas dificil aun que la del cloro. Lo mas facil es fabricar gas sulfuroso, si es que encontramos azufre, piritas o cualquier otro mineral sulfuroso. Galenas hemos encontrado ya en el desfiladero de los pterodactilos; de forma que quiza lo haya tambien aqui, en las rocas de esos montes.
— ?Pero es que la busqueda del material y la fabricacion del gas nos van a consumir un tiempo infinito! — dijo Maksheiev.
— ?Que se le va a hacer! Las municiones que tenemos nos bastan para procurarnos durante algunos dias alimento cazando. Mas vale preparar un procedimiento mas seguro, que los arriesgados siempre nos quedan para un caso de extrema necesidad.
— O sea, que tenemos que marcharnos de aqui sin castigar a los ladrones.
— Mas vale que nos marchemos antes de que nos vean las hormigas, y no despertar su suspicacia con tentativas precipitadas. Si los inquietamos, los insectos se haran mas precavidos, aumentaran su prudencia, colocaran centinelas a la entrada, inspeccionaran los alrededores y dificultaran todos nuestros pasos, ya que ignoramos el grado de desarrollo de estos reyes de la naturaleza jurasica.
Todos opinaron como Kashtanov, aunque contrariados por tener que renunciar al castigo inmediato de los ladrones. Quedo, pues, decidido volver a las dunas y, por la vaguada, llegar hasta los montes para buscar azufre o minerales sulfurosos.
Los viajeros se dirigieron hacia la vaguada bordeando el lindero. No se veia ningun animal, incluso ningun insecto. Se conoce que las hormigas daban caza a todos los que se aventuraban por alli cerca. Solo de tarde en tarde algun reptil volador pasaba rapido sobre el erial. La vaguada bordeaba aquel erial y, poco mas arriba, se