que media mas de metro y medio desde la cabeza hasta el extremo del rabo, de manera que el cuerpo tenia bastantes partes carnosas.

Despues de una buena cena, compuesta de carne de pterodactilo, se acostaron turnandose en la guardia porque habia que defender de los reptiles voladores que pudiesen llegar por alli la carne puesta a secar sobre las piedras.

Al dia siguiente continuaron remontando el valle. Los viajeros iban cargados con provisiones de carne seca, de juncos azucareros y de combustible por miedo a no encontrar nada de ello en su camino. Efectivamente, el paraje iba haciendose mas desertico y mas escasa la vegetacion de los bordes del arroyo. No habian encontrado todavia roca sulfurosa y Kashtanov fundaba ahora todas sus esperanzas en las montanas volcanicas de la parte alta del valle que, al cabo de una larga jornada, parecian ya muy proximas. Poco antes de llegar a ellas, el valle se estrechaba formando una garganta por donde los viajeros desembocaron en una hondonada situada al pie mismo de las montanas.

Para asombro de todos, en el fondo de la hondonada habia un lago, bastante grande, de orillas rocosas cubiertas en algunos sitios de vegetacion: pequenas colas de caballo, helechos y juncos crecian por grupos en las partes menos abruptas de la orilla, alternando con rocas de poca altura. El lago ofrecia un buen emplazamiento para acampar y dejar la carga superflua a fin de subir a los montes en busca de azufre o rocas sulfurosas.

Una vez instalados a la sombra de los helechos, los viajeros quisieron banarse en el agua oscura y quieta del lago, que parecia un gran espejo con marco de ebano incrustado de esmeraldas. Papochkin, que se habia desnudado antes que los demas, se lanzo valientemente de cabeza al agua, pero en seguida salio a la superficie y volvio precipitadamente a la orilla gritando:

— ?El agua esta que pela de caliente!

Los demas probaron el agua con la mano o con el pie y se convencieron de que el zoologo tenia razon.

Gromeko saco un termometro de bolsillo, unico instrumento que quedaba a la expedicion, porque siempre lo llevaba consigo. Metido en el lago, marco 40 C.

— ?La cosa no es tan terrible! — dijo el botanico-. Cuarenta grados Celsio equivalen a treinta y dos grados Reaumur, o sea, la temperatura de un bano caliente que se puede soportar muy bien.

Sin embargo, como un bano caliente no hubiera sido muy agradable en aquella jornada torrida, los viajeros se limitaron a lavarse afondo empleando como jabon un fino limo blanco que formaba una gruesa capa en el fondo del lago. El limo estaba todavia mas caliente que el agua y parecia abrasar los pies hundidos en el. En cambio, hacia espuma como el jabon, sustituyendolo perfectamente.

— Otra riqueza inesperada que esta sin explotar en este pais de maravilla — dijo Maksheiev, restregandose energicamente con el limo.

— En efecto, hay personas emprendedoras que montarian un enorme negocio. Llenarian los periodicos y las revistas con anuncios de este tenor aproximadamente: El jabon medicinal de las entranas de la tierra cura todas las enfermedades, desde el resfriado hasta el cancer — dijo riendo Gromeko, siempre ironico respecto a las riquezas que despertaban el espiritu de iniciativa del antiguo buscador de oro.

— Hablando de las riquezas de Plutonia no se puede olvidar el reino animal — exclamo Papochkin, que se secaba al sol despues de lavarse-. Yo organizaria una sociedad anonima para la exportacion de estos «fosiles vivos» con destino a los parques zoologicos y los museos de todos los paises de la superficie de nuestro planeta. Semejante sociedad tendria mucho mas exito que todas las empresas mineras que se les ocurren a ustedes, ya que arriba hay oro, cobre y hierro en cantidades suficientes y en cambio no hay mamuts, plesiosaurios, ni pterodactilos vivos.

— A mi me interesa este lago caliente — dijo Gromeko-. Ya me habia dado cuenta antes de que el agua del arroyo estaba tibia, pero lo achacaba al calor que despide ese valle desnudo de flancos negros. Ahora esta claro que el arroyo recibe el calor de este lago.

— Nos encontramos sin duda al pie de antiguos volcanes — explico Kashtanov —, y este lago tiene como afluentes manantiales termales que salen del interior aun caliente de los volcanes.

— Hay que dar la vuelta al lago y descubrir esos afluentes — declaro el zoologo.

— Bueno, pues mientras se prepara la cena se ocupa usted de ello con Papochkin en tanto nosotros hacemos una exploracion hacia el volcan — propuso Kashtanov.

Una vez vestidos despues del «bano», Maksheiev y el contornearon la extremidad occidental del lago donde nacia el arroyo, que se filtraba entre montones de rocas negras, y emprendieron la ascension de unas colinas completamente desnudas, recubiertas de pedriza negra, que se alzaban al pie del volcan. Despues de escalarlas, los exploradores se encontraron en el arranque de la primera montana grande, en cuya vertiente abrupta podian distinguirse torrentes de lava que habian desbordado del crater en epocas distintas y se habia quedado condensada sobre la superficie formando ondas o bloques caoticamente amontonados.

Examinando los raudales mas antiguos, cuya superficie era a veces amarilla, roja o blanca, Kashtanov explico a su companero que habia alli ocre, amoniaco y azufre.

— ?Aqui esta el azufre que necesitamos! Solo que en cantidad pequena y dificil de recoger. Espero que dentro del crater encontraremos mas.

Trepando por los bloques de lava, los exploradores llegaron en una hora a la cima de la montana. Era aplastada y, en el centro, se abria un boquete negro de paredes casi verticales.

— Este es el crater, y de dimensiones bastante grandes.

— Desgraciadamente, no hay manera de descender a el.

— Vamos a dar la vuelta a su alrededor y quiza encontremos una bajada.

La cumbre de la montana se componia tambien de bloques de lava endurecida. Desde ella se descubria un vasto panorama a un lado y otro. Al Norte, al pie de las montanas, extendiase el lago con su marco verde y negro. Tenia forma casi circular y quiza fuese tambien el crater de un volcan mas antiguo. Al Este y al Oeste descendian enormes raudales de lava que, poco a poco, se perdian en la superficie del desierto formando salientes y cadenas de rocas negras. Al Sur se alzaba otra montana, algo mas alta, que cerraba el horizonte. Debia ser el cono principal del volcan y estaba unida a la primera por un cuello estrecho y rocoso.

Los exploradores contornearon el crater por el Oeste y se convencieron de que tambien alli era imposible descender a el. Entonces fueron por el cuello hasta la segunda montana. Su cumbre tenia tambien un crater profundo, pero desgarrado al Sudeste por una ancha brecha de la que descendia un gigantesco torrente de lava, sin duda producto de la ultima erupcion del volcan.

Esta brecha del borde del crater permitia descender a el sin mucho riesgo.

Ahora se descubria el panorama del Sur. En las inmediaciones del volcan principal se alzaban otros cuantos mas bajos, de crateres desmoronados, y tras ellos, hasta el horizonte, un identico desierto negro que parecia infinito.

— Efectivamente, desde aqui no se puede avanzar mas hacia el Sur de Plutonia — constato Maksheiev clavando su mirada penetrante en la lejania-. En cien kilometros a la redonda no se ve mas que piedra negra.

— Inutil hacer una excursion hacia esa parte — anadio Kashtanov-. En cuanto visitemos los volcanes y recojamos,azufre, volvemos al hormiguero a recuperar nuestros bienes.

El panorama que descubrieron desde lo alto del volcan les produjo una impresion deprimente.

A los pies de los exploradores se extendia un macizo de montanas negras surcadas de grietas profundas, semejantes a arrugas y salpicadas de manchas amarillas, blancas y rojas como por el pincel gigantesco de un pintor inhabil. Y luego, alrededor, en todas direcciones, el desierto negro y liso, sin el menor indicio de vida, triste extension que, bajo los rayos rojizos de Pluton, tenia un aspecto particularmente lugubre.

— ?Este reino de la muerte es mas espantoso todavia que los desiertos helados del Polo! — exclamo Kashtanov.

— Es cierto, y si el espiritu del mal existiera no se le podria encontrar una residencia mas adecuada — confirmo Maksheiev.

— Me ha dado usted una idea excelente. Vamos a llamar a este sitio el Desierto del Diablo.

— Y a estos volcanes, el Trono de Satan. Estoy viendo un cuadro siniestro: cuando Pluton sufre un eclipse y reinan las tinieblas rojizas, el espiritu del mal, semejante a un pterodactilo gigante se escapa del crater y vuela sobre estas montanas y este desierto, llenando el aire con sus Maullidos, se bana en las aguas del lago abrasador y, sobre estas albas rocas negras, descansa contemplando su reino…

Despues de haber examinado aquella parte y senalado el sitio mas comelo para descender al crater, los

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