— ?Y no se habra marchado, a pesar de todo, a buscar su escopeta al crater? — sugirio Kashtanov.

Esta hipotesis parecio la mas verosimil, porque el zoologo se distinguia por ser bastante tozudo. Se conoce que habia esperado la que sus companeros estuvieran dormidos para subir al volcan.

Como las pesquisas y las llamadas en torno al lago no dieron ningun resultado, hubo que admitir que el zoologo se habia marchado a buscar su escopeta.

— Menos mal si no habia llegado a la cima del volcan cuando ha comenzado la erupcion — observo Kashtanov-. De lo contrario, habra perecido.

— ?Que hacemos ahora? — exclamo Maksheiev-. A mi entender, debemos correr en su auxilio.

— Esperemos un poco mas — propuso Gromeko-. Para ir y volver al fondo del crater hay que contar de tres a cuatro horas de marcha. Si se puso en camino a las nueve, en cuanto nos quedamos dormidos, debe estar de vuelta dentro de media hora o una hora todo lo mas.

— Y, entretanto, la marcha de la erupcion del volcan nos dira si es posible subir al crater sin riesgo excesivo.

— ?Pero es horrible esto de estarse aqui de brazos cruzados en lugar de correr a ayudar a nuestro companero!

— En efecto, es horrible. Pero no podemos salvarle mas que en el caso de que no haya llegado hasta el crater del volcan y solo este herido por alguna piedra al caer. Ahora bien, si se encontraba en la cumbre o en el crater en el momento de la explosion habra perecido indudablemente, si no es a causa de las piedras, por efecto de los gases. Si intentamos llegar ahora hasta la cumbre no salvamos a nuestro companero y, en cambio, ponemos en peligro el destino de toda la expedicion. ?Fijense que cuadro!

Kashtanov habia pronunciado las ultimas palabras al ver una inmensa nube de vapor que se escapaba del crater.

Capitulo XXXVIII

EL DESPERTAR DEL VOLCAN

A los pocos segundos se escucho un estruendo ensordecedor, como si la montana se hubiera partido en pedazos o saltado en el aire. La nube se precipito cuesta abajo, hinchandose desmesuradamente hacia arriba y hacia los lados y convirtiendose pronto en un cumulo cardeno (cardeno = adj. Color amoratado) en el que varias nubes se arremolinaban, se mezclaban y se retorcian en volutas, iluminadas por relampagos deslumbradores. Este cumulo descendia la vertiente a la velocidad de un tren y, a los pocos minutos, su extremo tocaba ya el pie del volcan mientras el borde superior giraba mucho mas arriba de la cima.

— ?Esto me recuerda enteramente la horrible erupcion de la Montana Pelada de la Martinica que, en mayo de 1902, destruyo en unos minutos la ciudad de San Pedro con sus veintisiete mil habitantes! — exclamo Kashtanov-. Esta nube, llamada nube ardiente o abrasadora, se compone de gases y vapores de agua muy comprimidos y recalentados, llenos de cenizas calientes y arrastra no solamente piedras, sino tambien enormes pedruscos.

— Felizmente para nosotros, no se ha dirigido hacia aqui, sino hacia el lado contrario; de otra forma, habriamos sufrido la misma suerte que los habitantes de San Pedro — observo Gromeko.

— En efecto, ha debido salir por la misma brecha del borde del crater que hemos utilizado nosotros y por eso se ha dirigido hacia el Sudeste, siguiendo el ultimo raudal de lava.

— ?Que ocurrira ahora? — pregunto Maksheiev.

— Estas nubes ardientes pueden repetirse a ciertos intervalos, horas o dias, y luego surge la lava.

— ?Y no pueden las nubes siguientes tomar otra direccion que la primera y venir hacia nosotros, por ejemplo?

— Si la terrible explosion causada por la salida de la primera nube no ha cambiado la configuracion del crater, es posible que las demas sigan el mismo camino. En caso contrario, elegiran otro.

— Entonces, ?tambien pueden venir hacia aqui?

— Naturalmente. Pero esperemos que no ocurrira y que, de momento, nos encontramos aqui en una seguridad relativa.

Mientras hablaban, la nube, dispersandose en todas direcciones, habia ocultado parte considerable de la vertiente Este, pero progresaba ya mas despacio y crecia sobre todo en altura. Los tres viajeros contemplaban en silencio aquel espectaculo terrible y majestuoso.

De repente surgio Papochkin detras de la cresta de la colina mas proxima situada al pie del volcan. Corria a toda velocidad, destocado, con los cabellos al aire, saltando por encima de los bloques que le cortaban el paso. Los demas se precipitaron a su encuentro, abrumandole a preguntas. Pero la carrera y la emocion no le dejaban hablar.

Solo despues de haberse estado un rato tendido a la sombra de los arboles junto al lago y de haber absorbido unas tazas de te frio se recobro y pudo comenzar el relato:

— A pesar de sus consejos, habia decidido ir a recuperar la escopeta al volcan, que me parecia poco peligroso. Esperaba dar con ella en alguno de los dos sitios donde habiamos hecho alto durante la ascension o, por lo menos, en la cumbre. Aguarde a que estuvieran ustedes profundamente dormidos y a eso de las diez me puse en camino sin mas equipaje que unos cuantos juncos. No encontre la escopeta en el emplazamiento de la primera parada y, como el volcan no acentuaba su actividad, segui subiendo. Pero tampoco estaba la escopeta en el sitio del segundo alto. Habia subido ya mucho y solo me que, daria medio kilometro hasta la cumbre. El maldito volcan apenas humeaba y no queria volver con las manos vacias.

Iba a llegar a la brecha del borde del crater y me parecia ver ya la escopeta apoyada contra un bloque de lava, a unos cien metros delante de mi, cuando resono de pronto un estruendo formidable y el volcan vomito una masa de humo. Me detuve indeciso. Era peligroso continuar la ascension, pero tambien me daba lastima volverme cuando una distancia tan escasa me separaba de la escopeta. Sin embargo, me sacaron de mi indecision las piedras y las pellas de barro que se estrellaban contra el suelo. Llovian a mi alrededor, y una pella me dio en el hombro con tanta fuerza que lance un grito. Ha debido hacerme un buen cardenal, porque apenas puedo mover el brazo. A cada instante era de esperar una nueva explosion y un bombardeo de piedras aun mas grandes y mas recalentadas. Me lance cuesta abajo a toda la velocidad que permitia el suelo irregular. Al medio kilometro se produjo una nueva explosion, despues de la cual el cono del volcan quedo envuelto en humo. Un embate del viento se me llevo el sombrero. A mi alrededor volvieron a caer piedras, y yo continue la carrera sin pararme. La ultima y terrible explosion se produjo cuando estaba ya casi al pie del volcan y me precipito contra el suelo con tal fuerza que casi me disloque los brazos. Al levantarme vi ese espantoso cumulo y, en un ultimo esfuerzo, reanude mi carrera por miedo a que se me adelantara y me asfixiase.

— Ha evitado usted felizmente un horrible peligro — dijo Kashtanov cuando el zoologo termino su relato.

— Y, en castigo a su tozudez, ha perdido el sombrero y esta rendido como un caballo de carga — anadio Gromeko.

— Alegremonos de que haya vuelto nuestro companero y veamos lo que nos conviene hacer ahora — observo Maksheiev.

— ?Hay que alejarse lo mas posible de este horrendo volcan! — exclamo Papochkin.

— Pero, ?es usted capaz de andar ahora? Sin haber reposado del cansancio de ayer le ha anadido uno nuevo. Acuestese y duerma, que un par de horas siempre podemos esperar.

— ?Y no seria, efectivamente, mejor alejarnos del volcan dos o tres kilometros por lo menos? — propuso Maksheiev-. Su proximidad empieza a ser peligrosa, y nos encontramos justamente al pie del volcan.

Gromeko opinaba lo mismo. Quedo decidido retirarse por el desierto negro hacia la garganta donde la hondonada del lago daba nacimiento al valle del arroyo. Desde alli podrian asistir al desenvolvimiento de la erupcion. Llenaron de agua un bidon y se echaron a la espalda el azufre y los viveres. Dos sacos fueron cargados sobre General, que primero protesto e intento desprenderse de aquel fardo, pero luego se conformo y echo a andar lentamente junto a los hombres en vez de corretear de un lado para otro buscando alguna presa.

Desde la hondonada del lago, los viajeros subieron por los salientes de roca a la superficie del desierto

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