medio kilometro se detuvieron. Por eso, las embarcaciones volvieron a encontrarse pronto frente a ellos al acercarse a la orilla. Papochkin saco dos fotografias y, cuando preparaba la tercera, rogo al botanico que hiciera un disparo para retratarlos en su carrera torpota.

Pero esta vez la perdigonada disparada desde muy cerca produjo otro efecto. En lugar de reanudar su carrera a lo largo de la orilla, los monstruos se precipitaron al mar atropellandose y levantando enormes olas y verdaderos surtidores de salpicaduras que llegaron hasta los imprudentes navegantes. Gromeko, que estaba de pie en la lancha, fue inundado de pies a cabeza, perdio el equilibrio y cayo al agua con escopeta y todo. Papochkin apenas tuvo tiempo de esconder el aparato fotografico bajo la chaqueta, presentando valerosamente la cabeza a la ducha fria. Kashtanov y Maksheiev, que iban sentados en la Arca de las embarcaciones y felizmente no habian soltado los remos, tuvieron que hacer enormes esfuerzos para mantenerlas de proa a las olas que acudian a ellas, amenazando con llenarlas de agua y hundirlas.

Si los monstruos se hubieran dirigido en linea recta hacia las barcas, la muerte de los viajeros habria sido inevitable, quedando arrollados y ahogados con toda su impedimenta bajo el empuje de los cuerpos gigantescos, ya que en aquel sitio la profundidad era de dos metros; pero los reptiles corrieron en linea oblicua, como si no advirtiesen a los hombres, y solo se detuvieron cuando el agua recubrio sus cuerpos y parte considerable del cuello. Sobre la superficie del mar agitado no asomaban mas que cuatro horribles cabezas, que giraban hacia todas partes como si tratasen de descubrir a sus extranos adversarios o la causa de todo aquel ajetreo.

Mientras tanto, Gromeko habia emergido ya y se dirigia a nado hacia las lanchas, que las olas habian hecho derivar un poco del lugar de la catastrofe. Al caer no habia soltado la escopeta, que ahora mantenia sobre su cabeza, aferrandose al borde de una de las barcas hasta que sus companeros le ayudaron a salir del agua.

Naturalmente, estaba empapado, igual que el contenido de sus numerosos bolsillos: el cuaderno de notas, el reloj, el instrumental medico, la tabaquera; habia perdido la pipa y juraba contra los culpables de la aventura.

— Tenemos que atracar — declaro al fin, cuando hubo exhalado toda su indignacion-. Por mucho calor que de Pluton, los instrumentos se pondran ronosos si no los enjugo inmediatamente y todas las notas se perderan si no seco el cuadernillo cerca del fuego.

— ?Y los brontosaurios? — dijo Papochkin asustado-. Cuando nos instalemos en la orilla pueden salir del agua para entablar con nosotros relaciones mas estrechas.

— Pues seria una ocasion para fotografiarlos de cerca.

— ?Muchas gracias! Como se les ocurra ponerse a jugar cerca del campamento, tendriamos que escapar al bosque y buscar refugio en los arboles…

— Yo pienso — observo Kashtanov— que estos monstruos son muy miedosos y bastante estupidos. No constituyen ningun peligro para nosotros, siempre que tengamos mas precaucion. Vamos a atracar y preparamos el almuerzo mientras los observamos.

Desembarcaron en la orilla, recogieron combustible en el lindero del bosque y se pusieron a preparar el almuerzo con miradas desconfiadas hacia los brontosaurios, que continuaban en el mismo sitio, metidos en el agua, sin atreverse a salir a tierra.

— Se conoce que estos animales no saben nadar — observo Papochkin-. Se refugian en el agua para escapar a sus enemigos terrestres, y probablemente no saldran mientras estemos aqui.

En tanto se freia el pescado, Gromeko extendio su ropa sobre la arena cara que se secase a los rayos de Pluton y, con el traje de Adan, se dedico a secar los instrumentos y el cuadernillo de notas. Despues del almuerzo se acostaran sobre la arena, observando a los monstruos, que no se movian de donde estaban. Luego, reanudaron la travesia en la misma direccion. A los pocos kilometros, la orilla meridional empezo a desviar sensiblemente hacia el Sur, pero un cabo bastante largo, cubierto de bosque, que se encontraba delante de ellos, interceptaba la vista. Despues de doblar el cabo quedo defraudada su esperanza de que el mar se prolongase hacia el Sur y les permitiera continuar en las barcas el viaje al interior de Plutonia. El mar formaba solo un gran golfo, cuya orilla se divisaba a pocos kilometros.

Como era posible que algun rio considerable desembocara en el Sur, decidieron remar en aquella direccion. Una hora mas tarde llegaban a la costa meridional y vieron que, en efecto, habia alli un rio aunque pequeno. Sin embargo, podia intentarse por el una excursion al interior de la region que una tupida muralla de arboles separaba aquel lugar de la costa. Por eso eligieron un sitio para el campamento en la desembocadura del rio. Quedo decidido que solamente dos de ellos harian la excursion mientras los otros dos se quedaban al cuidado de la tienda, ya que la triste aventura ocurrida al borde del mar de los Reptiles habia demostrado que era peligroso dejar la impedimenta bajo la sola guardia de General. En aquellos parajes de la orilla meridional podia tambien haber hormigas, aunque estuviese bastante alejado del hormiguero destruido.

Capitulo XLII

EL BRULOTE DE KASHTANOV

Provistos de viveres, de ropa de repuesto y de municiones por si la excursion se prolongaba unos cuantos dias, Kashtanov y Parpochkin remontaron el rio en una de las lanchas. Como la profundidad era escasa y la corriente bastarte rapida, sustituyeron los remos por unos bicheros con los que empujaban la embarcacion clavandolos en el fondo. Una alta muralla de arboles enmarcaba ambas orillas del cauce estrecho. En algunos lugares, las colas de caballo, los helechos y las palmeras inclinados sobre el agua juntaban casi sus cumbres y el rio fluia bajo una alta boveda verde, a traves de la cual apenas penetraba la luz.

En esos sitios reinaba una semioscuridad y hacia fresco. La embarcacion se deslizaba suavemente y solo se escuchaba el susurro del agua bajo la proa y el crujido de los bicheros al clavarse en el fondo de piedra.

Cuando el corredor verde se ensanchaba, revoloteaban libelulas, zumbaban sordamente unos gruesos escarabajos y el viento suave hacia murmurar las grandes hojas de las palmeras y las ramas de los helechos y agitaban las colas de caballo.

A los pocos kilometros, los muros verdes retrocedieron bruscamente descubriendo un vasto calvero que el rio atravesaba por el centro. El suelo estaba cubierto de una vegetacion. escasa y menuda: matas de una hierba aspera de varias clases.

— ?No comenzara este rio cerca del grupo de volcanes que hemos explorado ya? — dijo Papochkin.

Es posible — manifesto Kashtanov, de acuerdo con el zoologo-. En ese caso, no nos queda nada que hacer. Aunque la abundancia de agua del rio hace esperar que su curso superior se adentre mucho mas en el desierto negro.

Los exploradores recorrieron tres kilometros: mas; atravesando el calvero. En un sitio donde el rio se estrechaba vieron un tronco bastante grueso tendido de una orilla a otra, pero a tan escasa altura que la barca no podia pasar por debajo:

— ?Cualquiera diria que alguien ha hecho este puente a proposito! — dijo riendo el zoologo-. De todas formas, hay que atracar a la orilla y quitar este obstaculo.

— Efectivamente, parece un puente — exclamo Kashtanov cuando, al acercarse mas, vieron que no se trataba de un tronco solo, sino de tres, cuidadosamente tendidos el uno al lado del otro.

— Tiene usted razon. No es posible que esto sea obra del agua — confirmo Papochkin-. Pero, si es un puente; ?quien lo ha construido? ?Existiran seres humanos en este pais jurasico? ?Seria muy interesante!

— En el periodo jurasico no habia mamiferos superiores, como usted sabe. Incluso las aves estaban representadas solo por formas intermediarias de los reptiles.

— ?No van a ser reptiles los que han construido el puente!

— Se olvida usted de las hormigas. Esos seres, con la inteligencia suficiente para construir complejas viviendas conforme a un plan determinado, son muy capaces de hacer un puente, ya que no saben nadar y le temen al agua.

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