descendian a pico sobre la orilla del mar o bajaban suavemente hacia las anchos valles que se adentraban en este triste pais. Aunque finalizaba mayo, en todas partes se veian grandes campos de nieve y solo las faldas abruptas de las montanas orientadas hacia el Sur y el Sudoeste se hallaban completamente libres de nieve y verdeaban ya, cubiertas por la hierba nueva o por las hojas recientes de los matorrales rastreros de sauce polar y de abedul.

Sobre las aguas verdes del estrecho flotaba muchas veces una niebla que ocultaba la lejania. El cielo era constantemente velado por unas bajas nubes plomizas que se vertian sobre cubierta, tan pronto en yagua como en nieve. Por entre las nubes asomaba de cuando — en cuando el sol, que daba mucha luz pero poco calor. Y, a los rayos del sol, las adustas orillas del extremo Nordeste de Asia perdian su hosco caracter.

Cuando la niebla se disipaba o era barrida por los ramalazos del viento, que coronaba de blanco las olas verdes, podia divisarse al Este, azulenca, la costa lisa de America. Los hielos flotantes iban haciendose mas frecuentes, aunque no en masas compactas, sino en pequenos campos o incluso en tempanos cuyos bellos contornos caprichosos admiraban a los que no habian estado en los mares del Norte.

La proximidad de un campo de hielo mas considerable solia ir precedida por la aparicion de franjas de niebla, de manera que los capitanes de los barcos podian siempre desviarse hacia uno u otro lado para no chocar con los hielos. Sin embargo, el riesgo no era aqui tan grande como en la parte norte del Oceano Atlantico, donde se pueden encontrar icebergs peligrosos para los barcos, porque estas montanas de hielo, arrastradas por la corriente hacia el Sur, van derritiendose poco a poco de manera que la parte submarina se encuentra en equilibrio inestable y puede la montana dar media vuelta al menor choque.

Las orillas parecian carentes de vida: ni una columna de humo, ni una silueta de hombre o de animal. Por eso se sorprendieron mucho nuestros viajeros reunidos en cubierta cuando, de una pequena bahia que aparecio de pronto detras de un cabo escarpado, salio rapidamente una lancha tripulada por un solo hombre que manejaba con energia los remos para atravesarse en el rumbo delEstrella Polar. Pero cuando advirtio que el barco le ganaba terreno empezo a gritar agitando un panuelo

El capitan dio orden de aminorar la marcha e invito por el altavoz al tripulante de la lancha a que se aproximara al barco. Cuando estuvo cerca se vio que era una piragua de las que se usan en Chukotka. El capitan, pensando que algun chukchi habia hecho detenerse al barco para pedir ?alcohol o tabaco, iba a gritar «a toda marcha», cuando el remero, que se encontraba ya muy cerca, grito:

— ?Por Dios, dejenme subir a bordo!

Se detuvo la maquina y la piragua llego hasta el barco. Se solto una escala. El desconocido trepo rapidamente a bordo, quitose el gorro de piel con orejeras y, dirigiendose a los miembros de la expedicion, pronuncio feliz:

— Muchas gracias. ?Ahora estoy salvado!

Era un hombre alto, recio, de rostro atezado, ojos azules y clara barba hirsuta. El viento agitaba sus cabellos cobrizos, que llevaba evidentemente mucho tiempo sin cortar. Iba vestido al estilo chukchi y en la mano izquierda sostenia un saco de cuero, pequeno pero al parecer muy pesado.

Trujanov se aproximo a el y, tendiendole la mano, pronuncio:

— Segun las apariencias, ha sufrido usted un naufragio, verdad?

Al oir hablar en ruso resplandecio el rostro del desconocido. Envolvio en una rapida mirada a todos los miembros de la expedicion, dejo su saquito en cubierta y empezo a estrecharles la mano uno por uno, hablando precipitadamente en ruso:

— Veo con alegria que son ustedes compatriotas mios. Porque yo soy ruso: Yakov Maksheiev, de Ekaterinburgo. ?Que felicidad! He encontrado un barco y, ademas, ruso. Habia descubierto un filon de oro en la orilla de Chukotka pero, como se me habian terminado las provisiones, he tenido que abandonarlo a la fuerza. Este es el segundo dia que navego hacia el Sur con la esperanza de llegar a algun sitio habitado. Tengan ustedes la bondad de darme algo de comer, porque hace dos dias que solo me alimento de moluscos.

Trujanov, acompanado por los demas viajeros, condujo a Maksheiev ?a la sala de oficiales, donde le sirvieron unos fiambres y te para que recobrase fuerzas hasta que estuviera listo el almuerzo. Comiendo a dos carrillo, Maksheiev refirio la historia de sus aventuras:

— Soy ingeniero de minas y, durante los ultimos anos, he trabajado.en los yacimientos auriferos de Siberia y del Extremo Oriente. Inquieto por naturaleza, me gusta viajar, conocer lugares nuevos. Por eso, cuando el ano pasado oi decir que corrian rumores de que en Chukotka habia oro, decidi salir para alla a descubrirlo. La verdad es que no me atraia tanto el oro como el deseo de visitar esta region, apartada y poco conocida.

— Me puse en camino con dos indigenas, que se ofrecieron a acompanarme, y desembarque sin novedad en la orilla de Chukotka, donde pronto logre encontrar un rico yacimiento aurifero y lavar mucho oro. Como nuestra reserva de provisiones era limitada y yo tenia el proposito de quedarme alli todavia algun tiempo, envie a mis companeros en busca de viveres al poblado chukchi mas proximo, pero todavia no han regresado aunque ha transcurrido ya mas de un mes desde el momento de su partida.

Al germinar Maksheiev su relato, Trujanov le explico que elEstrella Polarno era un barco mercante y que, como tenian que navegar a toda prisa hacia el Norte, no podian llevarle a ningun puerto.

— Lo unico que podemos hacer es entregarle al primer barco con el que nos crucemos — concluyo.

— Bueno, pues si su barco no es mercante, ?a que se dedica, hacia donde se dirige?

— Conduce una expedicion polar rusa cuyos miembros ve usted aqui, y se dirige hacia el mar de Beaufort.

— Entonces, esta visto que habre de navegar con ustedes algun tiempo si no se les ocurre desembarcarme de Robinson en una isla deshabitada — rio Makshelev-. Pero ya les he dicho que no atengo nada mas que lo que llevo puesto: ni ropa interior, ni traje decente… Nada mas que el vil metal, que me permitira no quedar en deuda con ustedes.

— De eso no tiene usted ni que hablar — le interrumpio Trujanov-. Hemos ayudado a un compatriota a salir de un apuro, y nos alegramos mucho de ello. Llevamos ropa suficiente y, ademas, tiene usted aproximadamente la misma estatura y la misma complexion que yo.

Se puso a disposicion de Maksheiev un camarote vacio donde pudiese lavarse, cambiar de ropa y guardar su oro. Por la tarde se presento en la sala de oficiales, ya transformado, y distrajo a los viajeros con el relato de sus aventuras. El nuevo pasajero produjo en todos una impresion muy favorable. Cuando se retiro a descansar, Trujanov pregunto a los miembros de la expedicion:

- ?Y si e invitasemos a incorporarse a nuestro grupo? Se trata, al parecer, de un hombre energico, fuerte, experto, que tiene un caracter agradable y expansivo y que ha de sernos util en, cualquier ocasion y en cualquier circunstancia.

— Y ademas muy correcto, a pesar de la dura vida que ha llevado en lugares perdidos y poco habitados — observo Kashtanov.

— Conoce la lengua esquimal, lo que podria servirnos en la tierra que buscamos, ya que, si esta habitada, lo estara por esquimales — anadio Gromeko.

— Quiza le proponga, efectivamente, con la aprobacion de todos ustedes, tomar parte en nuestra expedicion — acabo diciendo Trujanov-. O, mejor aun, esperare unos dias. Como de aqui no se puede marchar, iremos conociendole mejor.

A la manana siguiente, elEstrella Polarse aparto de su curso, a peticion de Maksheiev, para dirigirse hacia la gran bahia de San Lavrenti, en cuya orilla septentrional se encontraba el yacimiento de oro. Queria. recoger su modesto ajuar y, ademas, propuso a Trujanov desmontar y llevarse la pequena casita que tenia alli y que podia servir a la expedicion para invernar en la tierra que buscaba. Dicha casita, con su despensa, estaba hecha de pedazos cuidadosamente ensamblados, de manera que podia ser desmontada en unas horas y cargada en el barco. ElEstrella Polaratraco en la orilla y la tripulacion y los viajeros pusieron manos a la obra. Al mediodia, la casita estaba ya cargada en cubierta y el barco reanudo su camino hacia el Norte.

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