Pero no tenian adonde marcharse. Los impetuosos torrentes de barro, imposibles de atravesar, corrian. por ambos cauces. Arriba, la lengua roja se alargaba rapidamente, desapareciendo a veces en los remolinos blancos de vapor que despedia su superficie.
— El Grunon nos ha mojado y ahora nos quiere secar. Cuando la lava este mas cerca secaremos primero la ropa y luego… — empezo Gromeko.
— Y luego volveremos a mojarla al atravesar el torrente, si es que no nos hundimos en el — termino Papochkin.
Pero cuando el aire quedo limpio de cenizas y de nubes reaparecio Pluton y empezo a secar rapidamente las faldas del volcan. Los negros bloques de lava humeaban como calentados por un fuego subterraneo.
Los viajeros se quitaron la ropa y, despues de haberla retorcido, la extendieron sobre las piedras. Gromeko se habia quedado incluso completamente desnudo y, calentandose a los rayos de Pluton, aconsejaba a los demas que imitaran su ejemplo.
— ?Y si el Grunon nos envia una nueva porcion de bombas? No iba a ser muy agradable meterse desnudos en los agujeros — observo Maksheiev.
— Cuando aparece la lava, las explosiones y la erupcion de materiales blandos suele cesar — explico Kashtanov.
— Pero si hay que escapar de la lava no tendremos tiempo de volvernos a vestir.
En ese momento, una nube blanca de vapor escapo de la cumbre del volcan y un muro de fuego aparecio en el borde del crater, descendiendo con rapidez la vertiente.
— El primer torrente de lava ha ido al valle del lago
— observo Kashtanov-. Pero esta quiza pueda llegar hasta nosotros.
— ?Dentro de cuanto tiempo? — preguntaron los otros con i interes.
— Es posible que dentro de una hora y es posible que mas tarde. Depende de la estructura de la lava. Si es pesada y fusible, resulta liquida y fluye con rapidez; pero si la lava es ligera, viscosa, abundante en silice, resulta refractaria y se mueve con lentitud.
— ?Y que genero de lava nos manda el Grunon?
— Hasta ahora, a juzgar por los antiguos torrentes, ha vomitado lava pescada. Probablemente esta vez sera la misma. En general, por el caracter de todas las rocas que encontramos en Plutonia, muy pesadas, abundantes en olivina y metales, no se puede esperar que estos volcanes lancen lavas ligeras y silicicas.
— O sea, que debemos largarnos de aqui lo antes posible.
— Si, pero tengo la esperanza de que, antes de que la lava llegue hasta nosotros, los torrentes de barro se habran agotado y podremos facilmente atravesar el cauce de uno u otro.
Pluton, que las nubes no ocultaban ya, y el halito abrasador que despedia el volcan, secaron muy pronto la ropa de los viajeros. Se vistieron y, esperando el momento de poderse marchar, continuaron observando el volcan. El extremo de la larga lengua de lava habia desaparecido detras de una arista de la vertiente, descendiendo sin duda hacia el valle del antiguo lago en la base occidental del Grunon. Otras porciones de lava surgian del crater y se vertian en parte en la misma direccion y en parte mas al Norte, formando sin duda otro torrente que bajaba por la falda septentrional o nordoccidental. Un el ultimo caso debia fluir hacia los exploradores. Pero los bloques de lava amontonados delante de ellos les impedian ver la direccion que seguia.
La cantidad de barro liquido de los dos cauces habia disminuido sensiblemente, sobre todo en el de la izquierda. No era ya un torrente impetuoso, sino un riachuelo sucio y se podia correr el riesgo de vadearlo.
SITUACION DESESPERADA
Asi transcurrio media hora. La erupcion continuaba, lenta, y las explosiones que se escuchaban en el crater eran menos frecuentes y mas debiles. Pero en esto, mas arriba del sitio donde se encontraban los exploradores, se escucho un ruido sordo y un crujido, semejantes a los que se oyen sobre un rio grande cuando los hielos se ponen en marcha. En aquella parte se alzaba una cresta de enormes bloques de lava, sin duda el borde del antiguo torrente, detenido en aquel sitio.
— Me parece que ha llegado el momento de marcharnos — declaro Kashtanov levantandose-. La lava esta ya cerca.
Todos descendieron la vertiente, hacia el sitio donde habian dormido al borde del arroyo, volviendose a veces para lanzar una mirada al lugar donde el ruido se amplificaba sin cesar. Sobre la cresta del antiguo torrente asomaba ya el borde del nuevo. Sin embargo, no tenia el aspecto del muro de lava purpurea que imaginaban los observadores, menos Kashtanov, que conocia las fases de este fenomeno. Aquel borde tenia el aspecto de un alud negro de bloques de diverso tamano que avanzaba bajo el empuje de una fuerza misteriosa e irresistible.
Los bloques se arrastraban lentamente, se montaban los unos encima de los otros crujiendo y rechinando. Unos caian de la cresta, sustituidos inmediatamente por otros; algunos rodaban bastante lejos cuesta abajo, estrellandose y partiendose ruidosamente contra los salientes y las rocas del antiguo torrente. Entre los bloques del alud escapaban sin cesar chorros y remolinos de vapor blanco; en algunos sitios surgian chispas azules o manchas de fuego, semejantes a las brasas de una hoguera moribunda, cubierta ya de cenizas. Pero aquella hoguera avanzaba, parecida a un monstruo gigantesco que se arrastrase bajo un caparazon movedizo de escamas negras, lanzando un halito abrasador y vapores ponzonosos.
Para huir de los bloques que rodaban por la vertiente, los viajeros corrieron hacia el cauce del arroyo, un poco mas arriba del sitio donde habian acampado; el cauce ofrecia una superficie desigual, por la que corrian unos chorros de agua sucia. Los viajeros avanzaron resueltamente pero, a los dos pasos, se hundieron hasta las rodillas en el lodo. Todos lanzaron exclamaciones de contrariedad.
— ?Demonios! ?Si que estamos bien! ?No hay manera de sacar los pies de este cenagal! ?Parece engrudo!
Gromeko, que cerraba la marcha, se hundio menos que los demas y logro sacar los pies de las botas, que dejo en el barro. Luego, una vez en la orilla, se subio a un bloque solido y extrajo las botas no sin dificultad. Los otros seguian desvalidos, sin poder moverse para adelante ni para atras, como moscas pegadas con liga.
Entretanto, el borde del torrente de lava avanzaba inexorablemente por la falda y se encontraba ya solo a unos doscientos metros. La situacion de los tres hombres se hacia tragica. No habia por alli cerca ningun tronco, que Gromeko hubiera podido arrojar al lodo para ayudar a sus companeros a levantar los pies.
Sin embargo, Gromeko no perdio la cabeza. Desde la orilla, lanzo rapidamente unos cuantos trozos planos de lava hacia Papochkin, que era el menos pesado. Luego se despojo de la mochila, la escopeta y parte de la ropa y, subiendose los pantalones hasta por encima de las rodillas, llego al zoologo y le ayudo a desprenderse de su carga. Despues le agarro por debajo de los brazos y le saco del barro poco a poco. Papochkin no llevaba botas de cana entera, sino botas con cordones y, como no podian salirsele de los pies, no quedaron en el barro. Entre los dos hicieron una pasarela de bloques de lava hasta Maksheiev y le sacaron, pero sin botas. Kashtanov, el mas corpulento y pesado de todos, hubo de ser sacado entre los tres, tambien descalzo.
Mientras tanto, el torrente de lava seguia acercandose, y los viajeros notaban ya su aliento abrasador. No quedaba, pues, tiempo para extraer las botas, hundidas a gran profundidad, y habia que escapar cuanto antes de la lava.
Los desdichados exploradores recogieron su equipaje y descendieron corriendo el cauce del rio, buscando un sitio mas firme.
Pero en todas partes encontraban el mismo fango gris y perfido, en el que no se atrevian a meterse.
En aquellas busquedas infructuosas llegaron hasta el sitio donde habian acampado. En el cauce se habia formado un verdadero pequeno lago. Tenia poca agua, pero su fondo estaba recubierto de una capa del mismo fango, cuyo espesor ignoraban.
Y, tras ellos, el raudal de lava seguia avanzando, lenta, pero inexorablemente.
El roce y el crujido de los bloques que se desplazaban rodando y los silbidos del vapor no cesaban ni por un instante. Olia a azufre y a cloro. El calor iba en aumento…