LA VIDA DE LOS PRISIONEROS

Durante este viaje, Igolkin y Borovoi habian ido refiriendo su genero de vida con los hombres primitivos y Kahstanov tomo nota de su relato.

Desde el dia en que la expedicion salio para el Sur, Igolkin y Borovoi, que se habian quedado en layurta, se dedicaron a construir un puesto para las observaciones meteorologicas y una puerta solida que cerrase el deposito nevera a fin de defenderlo contra los perros y las fieras Terminada esta labor, abrieron una nueva galeria en el hielo de la colina, a media cuesta, para que los perros pudiesen resguardarse en ella del calor, que aumentaba, obligando a los animales a buscar poco a poco refugio al borde de los hielos que se retiraban hacia el Norte. Mientras no hubieron terminado estos trabajos urgentes no salian de casa nada mas que de vez en cuando para completar las provisiones. Luego empezaron a cazar todos los dias con el proposito de hacer una reserva de carne para el invierno: seca para los perros y ahumada para los hombres. Al regresar del bosque con el trineo traian siempre lena, de forma que iban haciendo un deposito con vistas a los meses frios.

Durante la caza encontraban mamuts, rinocerontes, toros primitivos y almizcleros, ciervos gigantescos y renos. En los riachuelos de la tundra habia gansos, patos y otras aves que constituian, en lo fundamental, su alimento mientras la carne de los grandes animales estaba puesta a secar o a ahumar. Con tanto trabajo, no siempre dormian a su gusto. En la caza les habian ocurrido diversas aventuras que, por otra parte, habian terminado favorablemente.

Despues de la marcha de sus companeros hacia el Sur, el tiempo habia ido mejorando. Los nubarrones que cubrian el cielo se desgarraban con frecuencia y Pluton lucia varias horas seguidas, elevandose la temperatura hasta veinte grados sobre cero a la sombra. En la tundra reinaba el verano. Pero, a partir de mediados de agosto, se inicio el otono. Pluton se ocultaba con mas frecuencia entre las nubes, llovia a veces y luego se extendia la niebla sobre la tundra.

La temperatura bajaba y, a principios de septiembre, llegaba a cero cuando soplaban fuertes vientos del Norte. Las hojas se ponian amarillas y, a mediados de septiembre, toda la tundra habia perdido su verde vestidura estival y se habia vuelto pardusca. De cuando en cuando nevaba.

Mientras hacian los preparativos para el invierno, Igolkin y Borovoi inspeccionaron las provisiones, las conservas y los objetos guardados en el deposito y transportaron una parte de ellos a layurta. Estaban dedicados a esta ocupacion desde hacia dos dias y acababan de cerrar el deposito para ir a comer, cuando fueron subitamente atacados por unos salvajes que se habian acercado furtivamente desde la otra parte de la colina. Borovoi e Igolkin, que no sospechaban siquiera la posibilidad de que existieran seres humanos en Plutonia, no tenian mas armas que sus cuchillos. Los asaltantes, en cambio, tenian lanzas, cuchillos y flechas. La resistencia era pues imposible. Sin embargo, despues de haber examinado a los hombres blancos, layurtay el puesto meteorologico, los salvajes manifestaron un extraordinario respeto por los blancos y se los llevaron a su campamento.

Este ultimo se encontraba no lejos de alli, a una decena de kilometros de la colina, en medio de un bosque de escasa altura (los prisioneros se enteraron mas tarde de que la tribu solo habia llegado alli la vispera desde el Este). Cuando los prisioneros fueron llevados al campamento, los salvajes estuvieron debatiendo mucho tiempo su suerte: los hombres querian sacrificarlos a los dioses, pero la mayoria de las mujeres no lo decidio asi. Pensaban sin duda que la presencia de aquellos misteriosos desconocidos en la tribu contribuiria a su buen exito en la caza y en las luchas con otras tribus y la haria mas fuerte. Por eso decidieron dejarles alli, no hacerles dano y darles de habitacion una choza especial en medio del campamento.

La tribu estaba entonces dedicada a recoger bayas y raices comestibles en la tundra para las reservas de invierno y se paso unos cuantos dias en el mismo sitio. Pero una gran nevada les hizo alejarse unos cuarenta kilometros mas sal Sur, donde un bosque de mayor altura los protegia de los vientos frios.

Al principio, los prisioneros se encontraban muy mal. No les daban para comer nada mas que carne cruda, bayas y raices. Temian que dormir sobre unas pieles burdamente curtidas, cubriendose con otras iguales para protegerse del frio. No podian explicarse con los salvajes nada mas que por gestos y todavia ignoraban la suerte que les esperaba. Escapar era imposible porque los vigilaban rigurosamente.

Despues de trasladarse a otro sitio, un vasto calvero en medio de un bosque tupido, los salvajes se pusieron a abatir arboles finos con los que hacian pertigas para sus chozas. Por todas partes andaban tirados trozos de corteza, ramas secas y restos de pertigas; al verlos, Igolkin se acordo de que conservaba en el bolsillo una caja de cerillas porque habia encendido un farol cuando estuvieron en el deposito. Recogio algo de ramiza y con ella hizo una hoguera. Al ver el fuego, todos los salvajes abandonaron su trabajo y se juntaron alrededor. Les sobrecogia aquel fenomeno inaudito y, cuando la llama les abraso las manos, la hoguera se convirtio para ellos en objete de adoracion y aumento el respeto por los desconocidos que eran duenos del fuego. Desde entonces, una hoguera ardio dia y noche delante de la choza de los prisioneros, que empezaron a asar, clavandola en unos palillos, la carne que les traian.

Pronto empezaron los prisioneros a comprender el lenguaje de aquellos hombres, nada complicado. Sus temas se reducian a la caza, la comida y su modo primitivo de vida; el lenguaje se componia de monosilabos y bisilabos sin declinaciones, sin verbos, adverbios ni preposiciones, por lo cual debia ser completado con mimica y gestos. Solo sabian contar hasta veinte, valiendose de los dedos de las manos y los pies.

En cada choza vivian varias mujeres y varios hombres unidos por un matrimonio comun, asi como los hijos de esa familia comun, donde cada criatura tenia una madre y varios padres. Los hombres iban de caza y partian trozas de silex para las lanzas, las jabalinas, los cuchillos y los raspadores. Las mujeres recogian bayas y raices, curtian las pieles y participaban en las batidas para la caza de grandes animales cuando se precisaba la fuerza de toda la tribu.

Aquellos hombres daban caza a todos los animales que encontraban y comian no solamente la carne, sino tambien las entranas, asi como gusanos, caracoles, orugas y escarabajos. En el lugar mismo de la caza, los hombres devoraban la carne tibia y se bebian la sangre de los animales recien muertos; luego se llevaban al campamento los restos de la carne y las pieles. En cuanto a los animales mas grandes como mamuts y rinocerontes, los rodeaban y los perseguian hasta hacerlos caer en unas trampas abiertas en los senderos del bosque, donde luego los remataban con piedras y golpes de lanza.

Iban a la caza por familias o dos o tres familias juntas. Cuando se trataba de dar una batida a animales grandes, participaba toda la tribu menos dos o tres mujeres que se quedaban de guardia junto a los prisioneros. Estas mujeres daban de mamar a los ninos de pecho de todas las chozas coyas madres tardaban mucho en volver de la cala.

En la caza ocurrian a veces accidentes: las fieras, asi como los mamuts y los rinocerontes, herian o mutilaban a los cazadores. Los salvajes se comian entonces a los muertos y los heridos graves.

El aspecto de los hombres primitivos, segun la descripcion de Borovoi, era el siguiente: cabeza grande sobre un tronco achaparrado y ancoro, miembros cortos, toscos y robustos. Tenian fuertes espaldas un poco encorvadas y la cabeza y el cuello inclinados hacia adelante. El menton breve, los arcos ciliares macizos y la frente huidiza les hacian parecerse a los antropopitecos. Las piernas estaban un poco dobladas por las rodillas. Los hombres primitivos andaban inclinados hacia adelante y para comer o trabajar se ponian en cuclillas.

Los relatos de Borovoi y de Igolkin acerca de estos hombres, asi como el examen de las armas y los utensilios, hicieron concluir a Kashtanov que la tribu tenia mucha similitud con el hombre de Neanderthal que vivia en Europa en el periodo paleolitico medio, o sea, en la Edad de Piedra, y era contemporaneo del mamut, del rinoceronte de pelo largo, del toro primitivo y de otros animales de la epoca glaciar.

Estos hombres primitivos poseian solo rudimentarios utensilios de piedra que fabricaban con trozos de silex: raspadores (para el curtido de las pieles), hachas y cuchillos, puntas de lanzas y de jabalinas para la caza. Tambien colocaban trozos de piedra en agujeros practicados en las mazas, convirtiendolas en armas temibles.

Los hombres llamaban «pequeno sol» al fuego encendido por los prisioneros, y le adoraban. Experimentaron su accion bienhechora durante una gran migracion hacia el Sur que tuvieron que emprender cuando el principio del invierno les expulso de los bosques septentrionales. Como era demasiado pesado cargar con las pertigas para las chozas y demasiado largo cortar otras nuevas cada vez que hacian alto para descansar, durante el trayecto dormian debajo de los arbustos en los bosques donde el viento frio se notaba mucho. A veces se sentaban cerca de la hoguera de los prisioneros y pronto se dieron cuenta de que daba calor. Al poco tiempo,

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