frecuentes nevascas eran otro obstaculo pero, en cambio, daban unas horas suplementarias de descanso a los hombres y los perros. Pasada la barrera de hielos, comenzo la sucesion de dias y noches que los exploradores llevaban mucho tiempo sin observar. No lograron encontrar algunos de los depositos que habian dejado en el camino Pero en el cabo Trujanov hallaron un nuevo deposito con provisiones para un ano instalado por elEstrella Polary, ademas, una nota informandoles de que el barco invernaba a unos diez kilometros al Este del cabo. Desde las alturas del cabo se divisaba el barco a lo lejos. Se dirigieron a el y, a mitad de camino, tuvo lugar el jubiloso encuentro de los invernantes y los viajeros. Incluso llego Trujanov, en un trineo tirado por perros jovenes nacidos en elEstrella Polardurante la navegacion. Los saludos y las preguntas no acababan nunca. Trujanov resplandecio al enterarse de que habian quedado brillantemente confirmadas sus hipotesis acerca del interior de la Tierra.

Capitulo LVII

CHARLA CIENTIFICA

Unos dias despues del regreso de 1a expedicion alEstrella Polarse desencadeno una de esas terribles tempestades de nieve habituales en aquellas latitudes, suspendiendo todos los paseos y los trabajos al aire libre. Los hombres mataban el tiempo en la sala de oficiales, contandose sus impresiones acerca de la invernada entre los hielos y el viaje a Plutonia. Interesaban particularmente a Trujanov los detalles del descenso al mundo subterraneo, acompanado de diversos fenomenos incomprensibles para la expedicion.

— Le advierto a usted, Trujanov — dijo Kashtanov —, que su carta, abierta el dia que descubrimos mamuts en la tundra que habia venido a sustituir los hielos, nos explico donde estabamos, pero no nos satisfizo plenamente, Quisieramos saber en que se fundaba su hipotesis, tan brillantemente confirmada, de que el globo terrestre era hueco.

— A decir verdad — contesto Trujanov —, la idea no es mia ni siquiera nueva. Fue expuesta hace mas de cien anos por ciertos sabios de Europa Occidental. Enterado de ella hojeando viejas revistas, me intereso y me dedique a hacer comprobaciones que me demostraron su verosimilitud.

— ?No podria usted comunicarnoslas?

— Con mucho gusto. Si quieren ustedes, les hare hoy mismo un informe detallado.

Aquella tarde tuvo lugar en la sala de oficiales una interesantisima charla cientifica.

Despues de haberse referido a las ideas de los pueblos antiguos de que la Tierra era una superficie lisa en medio del oceano primitivo y a la teoria de Aristoteles acerca de la forma esferica de la Tierra, Trujanov se detuvo con mas detalle en las concepciones modernas.

— A fines del siglo XVIII, el sabio Leslie afirmaba que el interior de la Tierra estaba lleno de aire, luminoso a consecuencia de la presion, y que en el flotaban dos planetas: Proserpina y Pluton…

— ?Pluton? — exclamo Borovoi-. ?De manera que no hemos inventado nada nuevo para el astro subterraneo!

— No. El nombre habia sido ya anticipado — prosiguio Trujanov-. Algunos sabios habian calculado incluso la orbita de estos planetas que, al aproximarse a la corteza terrestre, provocarian las tempestades magneticas y los terremotos. Segun Leslie, en la superficie interior de la Tierra, que ilumina una suave luz electrica, reina una primavera eterna y por ello existe alli una vegetacion maravillosa y un mundo muy — original…

— ?Tenia perfecta razon! — lanzo Papochkin pasmado.

— La entrada a la cavidad interna, siempre segun la teoria de Leslie, debe hallarse alrededor de los 82 de latitud Norte.

— ?Es increible! — exclamo Maksheiev-. ?Como pudo senalarlo con tanta precision? Nosotros encontramos el extremo meridional de ese orificio a poco mas de 81 .

— Leslie lo determino segun el sitio donde mas intensidad tienen las auroras boreales porque suponia que emanaban de las entranas de la Tierra y eran los rayos electricos que iluminaban la cavidad interna del globo. La teoria de Leslie hallo numerosos partidarios y se hablo incluso con toda seriedad de organizar una expedicion al interior de la Tierra.

— ?Ah, vamos! — sonrio Gromeko-. Tambien en ese aspecto hemos estado a punto de tener precursores.

— Pero la expedicion no tuvo lugar porque las eminencias de aquella epoca — Buffon, Leibniz, Kircher— se burlaron de la hipotesis de Leslie, tildandola de fantasia. Ellos sostenian la idea del nucleo en fusion de la Tierra, uno unico o con numerosos focos secundarios llamados pirofiliaciones. A fines del siglo XVIII, la armoniosa hipotesis de Kant y Laplace acerca del origen de todo nuestro sistema planetario de una nebulosa incandescente se ensenoreo de casi todas las mentes y desplazo a las demas a segundo plano.

Pero en 1816, Kormuls afirmaba que el interior de la Tierra estaba hueco y su corteza no tenia mas de 300 millas inglesas de espesor.

Halley, Franklin, Lichtenberg y Kormuls intentaron explicar los fenomenos del magnetismo terrestre y sus transformaciones seculares por la existencia de un hipotetico planeta interior. El profesor aleman Steinhauser consideraba casi indudable en 1817 la existencia de ese planeta, al que dio el nombre de Minerva.

Surgieron nuevos proyectos de expediciones al interior de la Tierra. Simmes, un capitan retirado de infanteria que habitaba en San Luis, Estado de Missouri, publico en los periodicos, en abril de 1818, una carta que envio simultaneamente a muchos establecimientos de America y Europa. Estaba dirigida al «mundo entero» y llevaba esta divisa: «La luz engendra la luz para descubrir la luz hasta el infinito».

Decia lo siguiente:

La Tierra esta hueca y habitada en su interior. Contiene una serie de esferas concentricas una dentro de la otra y tiene en los polos orificios de 12 a 16 de anchura. Estoy dispuesto a responder con mi vida de la exactitud de lo que digo y me ofrezco a explorar esa cavidad si el mundo me ayuda en esta empresa. He escrito para su publicacion un tratado a este respecto donde doy pruebas que apoyan estas tesis, la explicacion de diversos fenomenos y del «misterio del oro» del doctor Darwin. Pongo como condicion el derecho de patronato sobre este mundo y otros nuevos que se pudiesen descubrir. Lo lego a mi esposa y sus diez hijos. Nombro protectores al doctor Mitchel, a sir Davies y al baron Alejandro von Humboldt. Solo necesito cien companeros intrepidos para salir de Siberia a fines del verano por los hielos del mar del Norte en trineos tirados por renos.

Prometo que descubriremos, en cuanto pasemos el 82 de latitud Norte, regiones calidas y ricas con plantas utiles, animales y quiza tambien hombres. Estaremos de vuelta a la primavera siguiente.

— ?Y tuvo lugar la expedicion? — pregunto Kashtanov.

— No, desgraciadamente; o felizmente para nosotros. La carta de Simmes llamo la atencion, y los lectores interesados abrumaron a preguntas las redacciones de periodicos y revistas, asi como a los sabios. La propuesta del valeroso capitan, que no temia dejar a una viuda y diez huerfanos, fue discutida en la prensa, pero no se obtuvieron ni los cien bravas que pedia ni el dinero necesario. Los sabios que habia designado protectores debieron considerar al pobre Simmes como un sonador o un loco. Porque muchos estaban persuadidos de que existia una cavidad con un planeta dentro de la Tierra, pero no daban credito a la existencia de un orificio que permitiese llegar a ella.

— Por ejemplo, contestando a la carta de Simmes, el fisico Chladni negaba, en un articulo publicado en una revista cientifica acerca del interior de la Tierra, la posibilidad de tal orificio. En caso de haber existido alguna vez, se habria llenado inevitablemente de agua. En cuanto al movimiento, sumamente pausado segun Steinhauser, del planeta interior, se debe, como explica Chladni, a que tiene lugar en un medio muy denso de aire comprimido, quiza bajo el influjo del Sol y de la Luna. Cliladni hace tambien algunas otras interesantes hipotesis, aunque sin darlas por irrefutables: en vista de que el aire muy comprimido despide calor y que un cuerpo recalentado ha de ser luminoso, en el centro de la cavidad terrestre, donde la presion es maxima por todas partes, el aire terriblemente comprimido debe formar una masa que despide luz y calor, una especie de sol central.

— Los Habitantes del interior de la Tierra, si es que existen, ven ese sol siempre en el cenit y, a su alrededor, toda la superficie interna iluminada por el, lo que debe ofrecer un panorama muy bello.

— Las hipotesis de la existencia de un planeta interior subsistieron algun tiempo. En la decada del treinta

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