ir armado. Durante un tiempo, se hablo mucho sobre el posible origen de los disparos. Los obsesos de las conspiraciones seguian debatiendo al respecto, como si aqui, como en el asesinato de Kennedy, hubiese en el pabellon algun monticulo de hierba donde apostarse un segundo asesino. En todo caso, la muchedumbre de jovenes, ya exaltados, se desmando por completo. Gritaron. Se dispersaron. Corrieron hacia las salidas.
Corrieron hacia el escenario.
Grace estaba en el peor lugar posible. La barrera le oprimio la cintura, se le hinco en el vientre. No podia zafarse. La multitud chillo y avanzo en masa. A su lado, un chico -despues Grace se entero de que tenia diecinueve anos y se llamaba Ryan Vespa- no levanto las manos a tiempo, cayo sobre la barrera y se golpeo en un mal angulo.
Grace vio -tampoco sabia si eso ocurria solo en el sueno o tambien en la realidad- salir un chorro de sangre de la boca de Ryan Vespa. Al final, la barrera cedio. Se inclino. Grace cayo al suelo. Intento mantener el equilibrio, permanecer en pie, pero la ruidosa avalancha de seres humanos la derribo.
Esta parte era real, eso le constaba. Esta parte -el momento en que quedaba enterrada bajo una masa humana- no solo la perseguia en suenos.
La desbandada siguio. La gente pasaba por encima de ella. Le pisoteaba los brazos y las piernas. Tropezaba y caia sobre ella como losas. El peso iba en aumento. La aplastaba. Docenas de cuerpos desesperados forcejeaban y se deslizaban tumultuosamente por encima de ella.
Los gritos llenaban el aire. Grace estaba debajo. Enterrada. Ya no habia luz. Tenia demasiados cuerpos encima. Era imposible moverse. Imposible respirar. Se ahogaba. Como si la hubieran enterrado en cemento. Como si se hundiese en el agua arrastrada por un lastre.
Tenia demasiado peso encima. Parecia que una mano gigantesca le apretase la cabeza, le aplastase el craneo como si fuera espuma de poliestireno.
No habia escapatoria.
Y en ese momento, por suerte, acababa el sueno. Grace despertaba, todavia sin aliento.
En la realidad, Grace habia despertado cuatro dias despues y casi no se acordaba de nada. Al principio penso que era la manana de su examen final de ciencias politicas. Los medicos se tomaron su tiempo para explicarle la situacion. Habia sufrido heridas muy graves. Para empezar, tenia una fractura de craneo. Eso, suponian, explicaba los dolores de cabeza y la perdida de memoria. No era un caso de amnesia, de memoria reprimida, ni siquiera un trastorno psicologico. Tenia una lesion en el cerebro, lo que no era raro tras producirse un traumatismo craneal de aquella magnitud con perdida de conocimiento. Olvidar horas, incluso dias, no era extrano. Grace tambien se habia fracturado el femur, la tibia y tres costillas. La rodilla se le habia partido por la mitad. Se le habia dislocado la cadera.
En medio de una nebulosa de analgesicos, supo por fin que habia tenido «suerte». Dieciocho personas, de entre catorce y veintiseis anos, habian muerto en la desbandada que los medios llamaron la Matanza de Boston.
La silueta que se recortaba en la puerta dijo:
– ?Mama?
Era Emma.
– Hola, carino.
– Estabas gritando.
– Estoy bien. A veces hasta las mamas tienen pesadillas.
Emma se quedo entre las sombras.
– ?Donde esta papa?
Grace miro el despertador. Eran casi las cinco menos cuarto de la manana. ?Cuanto habia dormido? No mas de diez, quince minutos.
– No tardara en llegar.
Emma no se movio.
– ?Estas bien? -pregunto Grace.
– ?Puedo dormir contigo?
«Se ve que esta es la noche de las pesadillas», penso Grace. Aparto la manta.
– Claro, carino.
Emma se metio en la cama por el lado de Jack. Grace la volvio a tapar y la abrazo. Mantuvo la mirada fija en el despertador. A las siete en punto -justo cuando vio el reloj digital pasar de las 6:59- dejo que la invadiera el panico.
Jack nunca habia hecho algo asi. Si hubiese sido una noche normal, si el hubiese subido y dicho que se iba de compras al supermercado, si antes de irse hubiese hecho en broma algun torpe comentario con doble sentido sobre melones y platanos, algo gracioso y tonto, Grace ya habria avisado a la policia.
Pero la noche anterior no habia sido normal. Ocurrio lo de la foto. Su reaccion. Y no hubo un beso de despedida.
Emma se movio a su lado. Max entro frotandose los ojos pocos minutos despues. Normalmente preparaba el desayuno Jack. El era el mas madrugador. Grace improviso rapidamente la primera comida del dia -cereales Cap'n Crunch con rodajas de platano- y eludio las preguntas sobre la ausencia de su padre. Mientras estaban ocupados devorando el desayuno, Grace se escabullo a la leonera para intentar llamar a la oficina de Jack, pero nadie cogio el telefono. Todavia era temprano.
Se puso un pantalon de chandal Adidas de Jack y los acompano a la parada del autobus. Antes Emma siempre la abrazaba al despedirse, pero ya era demasiado mayor para eso. Se subio a toda prisa, antes de que Grace pudiera dejar caer alguno de esos estupidos comentarios maternos, como que Emma era demasiado mayor para abrazos pero no para visitar la habitacion de su madre cuando tenia miedo por la noche. Max todavia la abrazaba, pero muy deprisa y con poco entusiasmo. Los dos desaparecieron en el interior y la puerta del autobus se cerro como si los hubiese engullido.
Grace se protegio los ojos del sol con la mano y, como siempre, se quedo mirando el autobus hasta que giro por Bryden Road. Incluso ahora, incluso despues de tanto tiempo, sentia aun deseos de subirse al coche y seguirlos solo para asegurarse de que esa caja de lata amarilla de apariencia fragil llegaba a la escuela a salvo.
?Que le habia pasado a Jack?
Se encamino hacia la casa, pero de pronto, cambiando de idea, se dirigio al coche y partio. Grace alcanzo el autobus en Heights Road y lo siguio el resto del camino hasta la escuela Willard. Aparco y vio bajar a los ninos. Cuando aparecieron Emma y Max, cargando las mochilas, sintio el familiar cosquilleo. Se quedo esperando hasta que los dos recorrieron el sendero, subieron la escalera y desaparecieron por la puerta de la escuela.
Y entonces, por primera vez en mucho tiempo, Grace rompio a llorar.
Grace esperaba ver llegar a policias de paisano. Y esperaba a dos. Asi era siempre en television. Uno, el veterano brusco; el otro, joven y guapo. La policia del pueblo habia enviado a un agente uniformado, de los que ponian multas por exceso de velocidad, en el correspondiente coche.
Se habia presentado como agente Daley. Desde luego era joven, muy joven, con una erupcion de acne en la lustrosa cara de nino.
Tenia el fisico musculoso de un asiduo del gimnasio. Las mangas cortas parecian torniquetes en torno a los grandes biceps. El agente Daley hablaba con una paciencia irritante, con la voz monotona de un poli suburbano, como si aleccionara a una clase de primero sobre la seguridad vial en bicicleta.
Habia llegado diez minutos despues de que ella llamara al numero de la policia para casos no urgentes. En circunstancias normales, le explico la persona que la atendio, le habrian pedido que acudiera a la comisaria y rellenara un impreso. Pero casualmente el agente Daley estaba en la zona, asi que pasaria por su casa. Por suerte para ella.
Daley saco una hoja del tamano de una carta y la puso en la mesita de centro. Abrio el boligrafo pulsando el boton del extremo y se dispuso a formular preguntas.
– ?Como se llama el desaparecido?
– John Lawson. Pero todos lo llaman Jack.
El agente consulto la lista.
– ?Direccion y numero de telefono?