ligera molestia se volvia mas intenso, mas persistente. Recordo los anos que vivieron en Francia. El nunca quiso hablar de su pasado. Tenia una familia rica y un fondo de fideicomiso, eso ella lo sabia, pero el no queria saber nada de ninguna de las dos cosas. Habia una hermana, una abogada en Los Angeles o San Diego. Su padre vivia pero era de edad muy avanzada. Grace deseaba saber mas, pero Jack se negaba a dar mas explicaciones, y ella, guiandose por una premonicion, tampoco insistio.
Se enamoraron. Ella pintaba. El trabajaba en un vinedo en Saint-Emilion, en Burdeos. Vivieron en Saint- Emilion hasta que Grace se quedo embarazada de Emma. Entonces algo desperto en ella el deseo de volver a casa, el deseo, por cursi que pudiera parecer, de criar a sus hijos en la tierra de los hombres libres y la patria de los valientes. Jack queria quedarse, pero Grace insistio. Ahora Grace se preguntaba por que.
Paso media hora. Grace se acosto y espero. Al cabo de diez minutos, oyo el motor del coche. Grace miro por la ventana.
El monovolumen de Jack se alejaba.
A Jack le gustaba ir de compras por la noche, Grace lo sabia: ir al supermercado cuando habia poca gente. De manera que no era raro que saliera asi. Solo que, claro, no le habia avisado ni le habia preguntado si necesitaba algo.
Grace intento llamarlo al movil, pero le salio el buzon de voz. Se sento y espero. Nada. Intento leer. Las palabras pasaban ante ella en una nebulosa carente de significado. Al cabo de dos horas, Grace intento llamar otra vez al movil. De nuevo el buzon de voz. Fue a ver a los ninos. Dormian profundamente, ajenos a todo, y mejor asi.
Cuando ya no pudo mas, Grace bajo. Busco en el paquete de fotos.
La extrana fotografia habia desaparecido.
2
La mayoria de la gente consultaba los anuncios personales de Internet en busca de una cita. Eric Wu buscaba victimas.
Tenia siete cuentas distintas con siete personalidades falsas: unas de hombres, otras de mujeres. Procuraba mantenerse en contacto por correo electronico con unas seis «citas potenciales» por cada cuenta. Tres de las cuentas eran para anuncios heterosexuales de cualquier edad. Dos eran para solteros mayores de cincuenta anos. Una era para gays. La ultima pagina reclutaba a lesbianas que querian un compromiso serio.
En circunstancias normales, Wu flirteaba por Internet con hasta cuarenta o incluso cincuenta de estos desesperados. Iba conociendolos poco a poco. La mayoria se mostraban cautos, pero eso no le importaba. Eric Wu era un hombre paciente. Al final le proporcionaban suficiente informacion para saber si debia seguir con la relacion o dejarlos ir.
Al principio solo trataba con mujeres. Partio de la teoria de que serian las victimas mas faciles. Pero Eric Wu, que no obtenia la menor gratificacion sexual con su trabajo, se dio cuenta de que estaba desaprovechando todo un mercado que no se preocuparia tanto por su seguridad en Internet. Un hombre, por ejemplo, no teme que lo violen. No teme que lo acosen. Un hombre es menos cauto, y eso lo vuelve mas vulnerable.
Wu buscaba a solteros con pocos lazos. Si tenian hijos, no le servian. Si tenian familiares que vivian cerca, no le servian. Si tenian companeros de habitacion, trabajos importantes, demasiados amigos intimos, lo mismo. Wu los queria solitarios, si, pero tambien aislados, sin los numerosos lazos y vinculos que nos unen a algo situado por encima del individuo. Y en ese momento queria tambien a alguien que viviera cerca de la casa de los Lawson.
La victima propicia fue Freddy Sykes.
Freddy Sykes trabajaba en una asesoria fiscal de Waldwick, Nueva Jersey. Contaba cuarenta y ocho anos. Sus padres habian muerto. No tenia hermanos. Segun sus flirteos en HombresBi.com, Freddy se habia ocupado de su madre y no habia tenido tiempo para una relacion. Cuando ella murio dos anos antes, Freddy heredo la casa en Ho-Ho-Kus, a apenas cinco kilometros de la residencia de los Lawson. Su fotografia en Internet, una foto de carnet, sugeria que Freddy tendia a obeso. Tenia el pelo negro como el betun, lacio, con la clasica raya al lado. La sonrisa parecia forzada, poco natural, como una mueca antes de una bofetada.
Freddy llevaba tres semanas flirteando por Internet con un tal Al Singer, un directivo jubilado de Exxon, de cincuenta y seis anos, que tras veintidos de matrimonio habia reconocido que le interesaba «experimentar». El personaje de Al Singer todavia queria a su mujer, pero ella no entendia su necesidad de estar con hombres y mujeres. A Al le interesaba viajar por Europa, comer bien y ver deportes por television. Para el personaje de Singer, Wu habia usado una foto que habia encontrado en un catalogo de la YMCA colgado en Internet. Su Al Singer era atletico pero no demasiado guapo. Un hombre demasiado atractivo podia despertar las sospechas de Freddy. Wu queria que se tragara la fantasia. Eso era lo mas importante.
Los vecinos de Freddy Sykes eran casi todos familias jovenes que no se fijaban en el. Su casa era igual a las demas de la manzana. Wu se quedo mirando cuando la puerta del garaje de Sykes se abrio electronicamente. El garaje estaba adosado a la casa. Se podia entrar y salir del coche sin que lo vieran desde la calle. Perfecto.
Wu espero diez minutos y despues llamo al timbre.
– ?Quien es?
– Un paquete para el senor Sykes.
– ?De quien?
Freddy Sykes no habia abierto la puerta. Eso era raro. Los hombres solian hacerlo. Eso tambien formaba parte de su vulnerabilidad, parte de la razon por la que eran una presa mas facil que las mujeres. Se sentian demasiado seguros de si mismos. Wu vio la mirilla. Seguro que Sykes estaba escudrinando al coreano de veintiseis anos con pantalones holgados y una constitucion compacta, achaparrada. Quiza veia el pendiente de Wu y se lamentaba de como la juventud de hoy se mutilaba el cuerpo. O tal vez su complexion y el pendiente excitaban a Sykes. ?Quien sabia?
– De Bombones Topfit -dijo Wu.
– No, me refiero a quien los envia.
Wu hizo ver que volvia a leer la nota.
– Un tal senor Singer.
Eso fue decisivo. Se oyo descorrerse el pestillo. Wu miro alrededor. Nadie. Freddy Sykes abrio la puerta con una sonrisa. Wu no vacilo. Formando una lanza con los dedos, se precipito hacia la garganta de Sykes como un pajaro en busca de comida. Freddy se desplomo. Wu se movio a una velocidad que habria parecido imposible en un hombre de semejante corpulencia. Entro y cerro la puerta detras de el.
Freddy Sykes, tumbado de espaldas, se llevo las manos al cuello. Intento gritar, pero solo consiguio emitir leves sonidos, como si graznase. Wu se agacho y lo puso boca abajo. Freddy forcejeo. Wu levanto la camisa a su victima. Freddy pataleo. Con sus dedos expertos, Wu recorrio la columna hasta que encontro el lugar exacto entre la cuarta y la quinta vertebra. Freddy seguia pataleando. Empleando el indice y el pulgar como bayonetas, Wu clavo los dedos en el hueso, casi rasgando la piel.
Freddy se puso rigido.
Wu presiono un poco mas y disloco las facetas auriculares. Hundiendo los dedos cada vez mas entre las dos vertebras, apreto con fuerza y tiro. En la columna de Freddy, algo se partio como una cuerda de guitarra.
Ceso el pataleo.
Ceso todo movimiento.
Pero Freddy Sykes estaba vivo. De eso se trataba. Eso era lo que Wu queria. Antes los mataba de inmediato, pero ahora sabia que no le convenia. Vivo, Freddy podia llamar a su jefe y decirle que se tomaba unos dias de fiesta. Vivo, podia darle su contrasena si Wu queria sacar dinero del cajero. Vivo, podia responder a los mensajes si alguien llamaba.
Y vivo, Wu no tendria que preocuparse por el olor.
Wu amordazo a Freddy y lo dejo desnudo en la banera. La presion en la columna habia desplazado las facetas auriculares. Al dislocarse las vertebras, la medula espinal se habia contusionado en lugar de partirse. Wu comprobo el resultado de su trabajo. Freddy no podia mover las piernas en absoluto. Quiza le respondiesen los