– Dejenme en paz.
Grace intento mirar a la mujer a los ojos, pero esta tenia la mirada perdida.
– Su hermana -Grace senalo a Duncan-, mi marido, su hijo. Lo que sucedio nos afecta a todos. Queremos ayudar.
Pero la anciana movio la cabeza en un gesto de negacion y se volvio.
– Mi hijo no necesita su ayuda. Y ahora vayanse. Por favor.
Entro en su casa y cerro la puerta.
33
De vuelta en el coche, Grace dijo:
– Scott… ?puedo llamarte Scott?
– Claro.
– Scott, cuando le has dicho a la senora Alworth que habias comprobado el registro de llamadas de la compania telefonica…
Duncan asintio.
– Era un farol.
Los ninos estaban otra vez absortos en sus Game Boys. Scott Duncan llamo a la forense. Los esperaba.
– Nos acercamos a la respuesta, ?verdad?
– Creo que si.
– Es posible que la senora Alworth diga la verdad. O sea, que diga lo que sabe.
– ?Y que te hace pensar eso? -pregunto el.
– Algo ocurrio hace anos. Jack huyo al extranjero. A lo mejor Shane Alworth y Sheila Lambert tambien. Tu hermana, por la razon que sea, se quedo y acabo muerta.
Duncan no contesto. De pronto se le humedecieron los ojos. Le temblaba la comisura de los labios.
– ?Scott?
– Ella me llamo. Me refiero a Geri. Dos dias antes del incendio.
Grace espero.
– Yo me disponia a salir de casa. Entiendelo, Geri estaba un poco chiflada. Siempre lo exageraba todo. Dijo que tenia que contarme algo importante, pero pense que podria esperar. Pense que queria hablarme de lo ultimo en que andaba metida: la aromaterapia, su nuevo grupo de rock, sus grabados, cualquier cosa. Le dije que ya la llamaria. -Se interrumpio y se encogio de hombros-. Pero me olvide.
Grace quiso decir algo, pero no se le ocurrio nada. En ese momento las palabras de consuelo probablemente harian mas dano que otra cosa. Apreto el volante y miro por el espejo retrovisor. Emma y Max, los dos con la cabeza gacha, pulsaban los botones de sus Game Boys con los pulgares. La invadia una sensacion abrumadora, esa rafaga pura de normalidad, la dicha de lo cotidiano.
– ?Te importa si pasamos ahora por el despacho de la forense? -pregunto Duncan.
Grace vacilo.
– Esta a un par de kilometros. Solo tienes que doblar a la derecha en el proximo semaforo.
«Tanto da», penso Grace, y siguio conduciendo. El le dio indicaciones. Unos minutos despues senalo un poco mas adelante.
– Es ese bloque de oficinas de la esquina.
En el edificio de consultas medicas parecian predominar los dentistas y ortodoncistas. Cuando abrieron la puerta, les llego ese olor a antiseptico que Grace siempre relacionaba con una voz que le indicaba que se enjuagara la boca y escupiera. Un cartel anunciaba a un grupo oftalmologico llamado Laser Hoy en la segunda planta. Scott Duncan senalo el nombre «Doctora Sally Li». Segun el directorio, estaba en la planta baja.
No habia recepcionista. Cuando entraron, sono una campanilla. La consulta presentaba la austeridad que cabia esperar en una forense. El mobiliario consistia en dos viejos sofas y una lampara parpadeante que ni siquiera habria merecido una etiqueta con el precio en una subasta de objetos usados. La unica revista era un catalogo de instrumental medico.
Una mujer asiatica, de cuarenta y pico anos y cara de agotamiento, asomo la cabeza por la puerta de su despacho.
– ?Que tal, Scott?
– Hola, Sally.
– ?Quien es?
– Grace Lawson -contesto el-. Esta ayudandome.
– Encantada -saludo Sally-. Enseguida estoy con vosotros.
Grace dijo a los ninos que podian seguir jugando con las Game Boys. El peligro de los videojuegos era que aislaban del mundo. Y lo bueno de los videojuegos era que aislaban del mundo.
Sally Li abrio la puerta.
– Adelante.
Llevaba una bata de medico y zapatos de tacon. Tenia un paquete de Marlboro en el bolsillo delantero. El despacho, si podia llamarse asi, parecia recien arrasado por un huracan. Estaba todo lleno de papeles. Caian del escritorio y las estanterias, casi en cascada. Habia varios manuales de patologia abiertos. El escritorio, viejo y metalico, parecia adquirido en una subasta de muebles usados de una escuela primaria. No se veia ninguna foto, nada personal, pero si un cenicero muy grande en medio, justo delante. En el suelo habia muchas revistas, grandes pilas de revistas, algunas desplomadas. Sally Li no se habia molestado en recogerlas. Se dejo caer en la silla detras del escritorio.
– Podeis tirarlo todo al suelo. Sentaos.
Grace retiro los papeles de la silla y tomo asiento. Scott Duncan la imito. Sally Li cruzo las manos y las apoyo en el regazo.
– Ya sabes, Scott, que no se me da muy bien el trato con los pacientes.
– Lo se.
– Lo bueno es que mis pacientes nunca se quejan.
Se rio. Fue la unica.
– Bueno, vale, ahora ya entiendes por que los hombres no me invitan a salir. -Sally Li cogio unas gafas de lectura y empezo a hojear unas carpetas-. ?Sabeis eso que dicen de que las personas muy desordenadas se organizan bien? Y eso que se oye a veces: «Aunque parezca desordenado, se donde esta todo». Pues es mentira. No se donde… Ah, aqui esta.
Sally Li saco una carpeta de cartulina marron.
– ?Esa es la autopsia de mi hermana? -pregunto Duncan.
– Si.
Se la paso. El la abrio. Grace se inclino a su lado. En el borde superior se leian las palabras Duncan, Geri. Tambien habia fotos.
Grace vio una, un esqueleto pardusco tendido en una mesa. Aparto la mirada, como si la hubieran sorprendido invadiendo la intimidad de alguien.
Sally Li tenia los pies apoyados en la mesa y las manos detras de la cabeza.
– Oye, Scott, ?quieres que te suelte el rollo de lo increible que se ha vuelto la ciencia de la patologia o prefieres que vaya al grano?
– Ve al grano.
– Cuando murio, tu hermana estaba embarazada.
El cuerpo de Duncan se sacudio como si hubiese recibido la descarga de una picana. Grace no se movio.
– No puedo decirte de cuantos meses. No mas de cuatro o cinco.
– No lo entiendo -dijo Scott-. Debieron de hacer una autopsia en cuanto murio.
Sally Li asintio.
– Seguro.
– ?Y por que no lo vieron entonces?