– Eso parece.

– ?Quien?

– Ni idea. No creo que sea la policia. Es demasiado poco profesional para eso. Mis hombres han dado un repaso al resto de la casa. De momento no hay nada mas.

– ?Cuanto tiempo…? -Grace intentaba entender lo que estaba diciendole-. ?Cuanto lleva aqui la camara? Y tambien hay un microfono, ?no?

– Imposible saberlo. Por eso la he hecho salir. Para poder hablar tranquilamente. Se que ha tenido que aguantar mucho, pero ?esta preparada para enfrentarse a esto?

Ella asintio, aunque la cabeza le daba vueltas.

– Bien, pues lo primero: el equipo. No es nada del otro mundo. Tiene un alcance solo de unos trescientos metros. Para ver las imagenes en directo, tienen que recibirlas desde una furgoneta o algo asi. ?Ha visto alguna furgoneta aparcada en la calle durante largos periodos de tiempo?

– No.

– Lo suponia. Es probable que se grabe en un aparato de video.

– ?En un aparato de video corriente?

– Exacto.

– ?Y tiene que estar a menos de trescientos metros de la casa?

– Si.

Grace miro alrededor como si pudiera estar en el jardin.

– ?Cada cuanto tiempo tendrian que cambiar la cinta?

– Como mucho, cada veinticuatro horas.

– ?Se le ocurre donde puede estar?

– Todavia no. A veces ponen el aparato de video en el sotano o el garaje. Deben de tener acceso a la casa, para poder retirar la cinta y poner otra nueva.

– Un momento. ?Como que tienen acceso a la casa?

El se encogio de hombros.

– Metieron la camara y el microfono en la casa de alguna manera, ?no?

La rabia habia vuelto, creciendo y abrasandola tras los ojos. Grace empezo a recorrer las viviendas vecinas con la mirada. Acceso a la casa. ?Quien tenia acceso a la casa?, se pregunto. Y una vocecilla contesto…

«Cora.»

Pero no, imposible. Grace lo descarto.

– Asi que tenemos que encontrar ese aparato.

– Si.

– Y luego tendremos que esperar a ver que pasa -dijo ella-. A ver quien recoge la cinta.

– Esa es una manera de hacerlo -senalo Cram.

– ?Se le ocurre otra mejor?

– En realidad, no.

– Y luego ?que? ?Lo seguimos, a ver adonde nos lleva?

– Es una posibilidad.

– ?Pero…?

– Es arriesgado -contesto Cram-. Podriamos perderlo.

– ?Y usted que haria?

– Si dependiera de mi, lo cogeria y le haria unas cuantas preguntas dificiles.

– ?Y si se niega a responder?

Cram mantenia la sonrisa de depredador marino. La cara de ese hombre era siempre una vision horrenda, pero Grace comenzaba a acostumbrarse. Ademas, era consciente de que no la asustaba a proposito; la suya era una expresion natural y permanente, fruto de lo que le habian hecho en la boca. Esa cara hablaba por si sola, y viendola quedaba claro que la pregunta de Grace era retorica.

Grace quiso protestar, decirle que ella era una persona con sentido civico, y que se ocuparian del asunto de una manera legal y etica. Pero en lugar de eso dijo:

– Han amenazado a mi hija.

– Eso parece.

Ella lo miro.

– No tengo otra opcion, ?no? Tengo que enfrentarme a ellos.

– No veo otro camino.

– Usted lo sabia desde el principio -dijo Grace.

Cram ladeo la cabeza hacia la derecha.

– Y usted tambien.

Sono el movil de Cram. Lo abrio pero no hablo, ni siquiera para saludar. Pocos segundos despues lo cerro y dijo:

– Llega un coche.

Grace se volvio. Un Ford Taurus se detuvo en el camino de entrada. Salio Scott Duncan y se acerco a la casa.

– ?Lo conoce? -pregunto Cram.

– Es Scott Duncan -contesto ella.

– ?El que mintio y dijo que trabajaba en la fiscalia?

Grace asintio.

– Quiza me quede por aqui -dijo Cram.

Se quedaron fuera. Scott Duncan estaba de pie junto a Grace. Cram se habia alejado. Duncan lanzaba miradas furtivas a Cram.

– ?Quien es?

– Mejor que no lo sepa.

Grace miro a Cram. Este capto la indirecta y entro. Scott Duncan y ella se quedaron solos.

– ?Que quiere?

Duncan percibio algo en el tono.

– ?Pasa algo, Grace?

– Solo me sorprende que haya salido tan temprano de trabajar. Pensaba que habria mas trabajo en la fiscalia.

El no dijo nada.

– ?Acaso le ha comido la lengua el gato, senor Duncan?

– Ha llamado a mi oficina.

Grace se toco la nariz con el indice, dandole a entender que habia dado en el blanco. A continuacion dijo:

– Bueno, mas bien llame a la oficina de la fiscalia. Por lo visto, usted no trabaja alli.

– No es lo que piensa.

– Eso lo aclara todo.

– Tenia que haberselo dicho desde el principio.

– Adelante.

– Mire, todo lo que le he contado es verdad.

– Salvo lo de que trabaja para la fiscalia. Porque eso no era verdad, ?no? ?O me mintio la senora Goldberg?

– ?Quiere que se lo explique o no?

En su voz se percibia ahora cierta dureza. Grace, con un ademan, lo invito a seguir.

– Lo que le he dicho era verdad. Yo trabajaba alli. Hace tres meses ese asesino, ese tal Monte Scanlon, insistio en verme. Nadie entendia por que. Yo era un abogado de poca monta dedicado a la corrupcion politica. ?Por que un asesino a sueldo insistia en hablar conmigo? Fue entonces cuando me lo conto.

– Que mato a su hermana.

– Si.

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