Vespa hizo una mueca.

– En otras palabras, no tenemos ni idea.

– Asi es, mas o menos -convino Grace.

– Ya sabes que eso es una estupidez.

Grace no dijo nada.

– Ya sabes que no hay nada. Que yo no volvere a ver a Ryan. Solo que a la gente le cuesta mucho aceptarlo. Los debiles se inventan a dioses invisibles y jardines y reuniones en el paraiso. Y luego hay otros, como tu, que no se tragan esas bobadas, pero, aun asi, os resulta demasiado doloroso aceptar la verdad. Por lo tanto, tendeis a racionalizar con eso de «?Como vamos a saberlo?». Pero si lo sabes, Grace, ?verdad?

– Lo siento, Carl.

– ?Que sientes?

– Siento que sufras. Pero, por favor, no me digas que crees.

Algo ocurrio en los ojos de Vespa. Se dilataron un momento y fue casi como si hubiera estallado algo en su interior.

– ?Como conociste a tu marido?

– ?Que?

– ?Como conociste a Jack?

– ?Y eso que tiene que ver con nada?

Vespa se acerco un paso. Un paso amenazador. La miro desde lo alto, y por primera vez Grace supo que todas las historias, todos los rumores sobre el, sobre lo que hacia, eran verdad.

– ?Como os conocisteis?

Grace intento no encogerse.

– Ya lo sabes.

– ?En Francia?

– Si.

La miro con dureza.

– ?Que ocurre, Carl?

– Wade Larue va a salir a la calle.

– Eso has dicho.

– Manana su abogada dara una rueda de prensa en Nueva York. Iran las familias. Quiero que vayas.

Grace espero. Sabia que habia algo mas.

– Su abogada estuvo brillante. Deslumbro a la comision que dictamino la libertad condicional. Seguro que tambien deslumbrara a la prensa.

Se interrumpio y espero. Por un instante Grace se sintio confusa, pero de pronto una sensacion de frio surgio en el centro de su pecho y se extendio por sus miembros. Carl Vespa se dio cuenta. Asintio y retrocedio.

– Hablame de Sandra Koval -dijo el-. Porque, la verdad, no entiendo como es posible que tu cunada, precisamente, acabara representando a alguien como Wade Larue.

36

Indira Khariwalla esperaba al visitante.

Su despacho estaba a oscuras. Ya habia acabado el trabajo del dia. A Indira le gustaba sentarse con las luces apagadas. El problema de Occidente, estaba convencida de ello, era el exceso de estimulos. Tambien ella se sentia expuesta a ellos, claro. Ese era el problema. Nadie se libraba. Occidente seducia con sus estimulos, con un aluvion constante de luz, color y sonido. Continuamente. Asi que siempre que podia, sobre todo al final de la jornada, a Indira le gustaba sentarse a oscuras. No para meditar, como cabria suponer por su origen. Tampoco se sentaba en la posicion del loto, con el pulgar y el dedo indice de cada mano formando un circulo.

No, simplemente a oscuras.

A las diez de la noche llamaron suavemente a la puerta.

– Pasa.

Scott Duncan entro en la habitacion. No se molesto en encender la luz. Indira se alegro. Facilitaria las cosas.

– ?Que era tan importante? -pregunto el.

– Rocky Conwell ha sido asesinado -dijo Indira.

– Lo he oido por la radio. ?Quien es?

– El hombre al que contrate para que siguiera a Jack Lawson.

Scott Duncan no dijo nada.

– ?Sabes quien es Stu Perlmutter? -prosiguio ella.

– ?El policia?

– Si. Ayer vino a verme. Me pregunto por Conwell.

– ?Alegaste el secreto profesional de un abogado para con su cliente?

– Si. Quiere pedir un mandamiento a un juez para obligarme a contestarle.

Scott Duncan se volvio.

– ?Scott?

– No te preocupes -dijo el-. No sabes nada.

Indira no estaba tan segura.

– ?Que vas a hacer?

Duncan salio del despacho. Tendio la mano por detras de el, cogio el pomo y empezo a cerrar la puerta.

– Cortar esto de raiz -contesto el.

37

La rueda de prensa era a las diez de la manana. Grace primero llevo a los ninos a la escuela. Condujo Cram. Vestia una camisa de franela holgada por encima del pantalon. Ocultaba debajo una pistola, Grace lo sabia. Los ninos se bajaron del coche. Se despidieron de Cram y se alejaron a paso rapido. Cram acciono la palanca de cambio.

– No arranque todavia -dijo Grace.

Espero a que los ninos entraran sanos y salvos en la escuela. A continuacion, indico a Cram con un gesto que ya podian ponerse en marcha.

– No se preocupe -dijo Cram-. Tengo a un hombre vigilando.

Grace se volvio hacia el.

– ?Puedo preguntarle algo?

– Adelante.

– ?Cuanto tiempo hace que trabaja para el senor Vespa?

– Usted estaba alli cuando murio Ryan, ?verdad?

La pregunta la desconcerto.

– Si.

– Era mi ahijado.

Las calles estaban tranquilas. Grace lo miro. No sabia que hacer. No podia confiar en ellos: no con sus hijos de por medio, no despues de haber visto el semblante de Vespa la noche anterior. Pero ?que opcion le quedaba? Tal vez podia volver a intentarlo con la policia, pero ?realmente estaria dispuesta o capacitada para protegerlos? Y Scott Duncan… en fin, el mismo habia reconocido que su alianza solo llegaba hasta cierto punto.

Como si le adivinara el pensamiento, Cram dijo:

– El senor Vespa confia en usted.

– ?Y si decidiera que ya no confia en mi?

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