comestibles. Sawyer la ayudo y luego le presento sus credenciales oficiales. Jackson hizo lo propio. La mujer les miro, con una expresion confusa.
– ?El FBI? No creia que llamaran al FBI por un simple caso de allanamiento de morada.
– ?Allanamiento de morada, senorita…?
– Oh, lo siento… Amanda, Amanda Reynolds. Vivimos aqui desde hace un par de anos y es la primera vez que hemos tenido a la policia en esta manzana. Robaron todo el equipo de informatica de Jeff.
– Supongo que ya ha hablado con la policia, ?verdad?
Ella le miro sumisamente.
– Nos instalamos aqui procedentes de Nueva York. Alli, si no se encadena el coche a un ancla, ha desaparecido por la manana. Una se mantiene vigilante. Pero ?aqui? -Sacudio la cabeza con pesar-. Sin embargo, sigo sintiendome como una idiota. Estaba convencida de haber dejado atras todo eso. Simplemente, no pense que una cosa asi pudiera suceder en una zona como esta.
– ?Ha visto recientemente al senor Fisher?
El ceno de la mujer se arrugo.
– Oh, hace por lo menos tres o cuatro dias. Con un tiempo tan miserable como este, todo el mundo se queda en casa.
Le dieron las gracias y se dirigieron en el coche a la comisaria de policia de Alexandria. Una vez que preguntaron por el robo ocurrido en la casa de Jeff Fisher, el sargento de servicio pulso unas pocas teclas en su ordenador.
– Si, asi es. Fisher. De hecho, yo mismo estaba de servicio la noche que lo trajeron. -El sargento miro fijamente la pantalla, recorriendo parte del texto con sus huesudos dedos, mientras Sawyer y Jackson intercambiaban miradas de desconcierto-. Llego aqui en un estado de gran nerviosismo, asegurando que unos tipos le seguian. Pensamos que habia tomado unas cuantas copas de mas. Le sometimos a una prueba de alcoholemia; no estaba bebido, aunque olia a cerveza. Lo mantuvimos aqui esa noche, solo para estar seguros. Fue presentado ante el juzgado al dia siguiente, le dieron una fecha para el juicio y se marcho.
Sawyer miro fijamente al hombre.
– ?Quiere decir que Jeff Fisher fue detenido?
– Asi es.
– ?Y que al dia siguiente se produjo un robo en su casa?
El sargento de servicio asintio con la cabeza y se apoyo sobre el mostrador.
– Yo diria que fue una combinacion de mala suerte.
– ?Describio a las personas que lo seguian? -pregunto Sawyer.
El sargento miro al agente del FBI como si tambien pretendiera hacerle una prueba de alcoholemia.
– Nadie lo seguia.
– ?Esta seguro? -El sargento hizo rodar los ojos en sus orbitas y sonrio-. Esta bien, acaba de decir que no estaba borracho y, sin embargo, ?lo encerro aqui esa noche? -pregunto Sawyer, al tiempo que colocaba ambas manos sobre el mostrador.
– Bueno, ya sabe como son algunos de esos tipos. A veces, las pruebas no funcionan con ellos. Se meten en el coleto todo un paquete de doce latas y el analizador del aliento da como resultado uno punto cero uno. De todos modos, Fisher conducia y actuaba como un loco. Nos parecio mejor ponerlo a buen recaudo durante la noche. Si estaba ebrio, al menos pudo dormir aqui la mona.
– ?Y el no se opuso?
– Demonios, no. Dijo que no habia estado nunca en la carcel y le parecio que eso podia ser una experiencia refrescante. -El sargento sacudio su cabeza calva-. ?No le parece que eso confirma que estaba fuera de sus cabales? ?Nada menos que refrescante!
– ?No tiene usted idea de donde se encuentra ahora?
– Demonios, ni siquiera pudimos encontrarlo para decirle que habian forzado la entrada en su casa. Como ya le he dicho, se le llevo ante el juzgado y se le indico una fecha para el juicio. Su paradero solo me importara en el caso de que no se presente.
– ?Alguna otra cosa que se le ocurra? -pregunto Sawyer con una expresion de decepcion.
El sargento tamborileo con los dedos sobre el mostrador y miro fijamente hacia un punto indeterminado del espacio. Luego nego con la cabeza. Finalmente Sawyer se volvio a mirar a Jackson y ambos se dispusieron a marcharse.
– Esta bien, gracias por su ayuda.
Se encontraban ya cerca de la puerta cuando el hombre parecio salir de su trance.
– El tipo me entrego un paquete para que lo enviara por correo. ?Se lo puede creer? Bueno, es cierto que llevo uniforme, pero ?tengo aspecto de ser un cartero?
– ?Un paquete?
Sawyer y Jackson regresaron de inmediato junto al mostrador.
El sargento movio la cabeza, mientras recordaba el incidente.
– Le dije que podia hacer una llamada telefonica y el me pregunto si antes de hacerla no podia enviar un paquete por correo. Me dijo que ya tenia puestos los sellos y que me lo agradeceria mucho.
El sargento se echo a reir, y Sawyer lo miro fijamente.
– En cuanto al paquete…, ?lo envio usted?
El sargento dejo de reir y miro a Sawyer con ojos parpadeantes.
– ?Que? Si, lo introduje en ese buzon que hay ahi. No fue ningun problema para mi y me imagine que de ese modo ayudaba al tipo.
– ?Que aspecto tenia el paquete?
– Bueno, no era una carta. Era uno de esos sobres marrones acolchados, ya sabe.
– Como los que tienen burbujas por dentro -sugirio Jackson.
– Eso es -asintio el sargento senalandolo con un dedo-. Pude notarlo a traves de la envoltura exterior.
– ?Que tamano tenia?
– Oh, no era muy grande. Aproximadamente asi de ancho y asi de largo -contesto el sargento al tiempo que indicaba con sus huesudas manos un espacio de veinte por quince centimetros-. Se enviaba por correo de primera clase, con acuse de recibo.
Sawyer volvio a colocar las dos manos sobre el mostrador y miro al sargento, con el corazon latiendole un poco mas de prisa.
– ?Recuerda la direccion del paquete? ?El remitente o adonde iba dirigido?
El hombre reanudo su tamborileo con los dedos.
– No recuerdo quien lo enviaba; imagine que seria el mismo Fisher. Pero iba dirigido a algun lugar de…, ah, Maine, eso es, de Maine. Lo se porque mi esposa y yo estuvimos de vacaciones por esa zona hace un ano. Si tiene la ocasion, deberia ir usted tambien. El paisaje es impresionante. Gastara su Kodak, de eso puede estar seguro.
– ?A que parte de Maine? -pregunto Sawyer, que hacia esfuerzos por mostrarse paciente.
– Creo que a alguna parte terminada en Harbor o algo asi -contesto finalmente el hombre, tras pensarselo un poco.
Las esperanzas de Sawyer se derrumbaron. Desde el fondo de sus recuerdos se le ocurrio pensar en por lo menos media docena de ciudades en Maine que llevaran ese nombre.
– ?Vamos, piense!
El sargento abrio mucho los ojos.
– ?Acaso ese paquete contenia droga? ?Es ese Fisher un traficante? Me parecio que habia algo extrano en el. ?Por eso estan tan interesados los federales?
Sawyer nego con la cabeza, con una expresion de cansancio.
– No, no tiene nada que ver con eso. Mire, ?recuerda al menos a quien se le enviaba el paquete?
El hombre penso durante un rato y finalmente nego con la cabeza.
– Lo siento, muchachos, no lo recuerdo.
– ?Le dice algo el apellido Archer? -pregunto Jackson entonces-. ?Iba dirigido a alguien con ese apellido?
– No, eso lo recordaria. Uno de nuestros agentes tiene ese apellido.
Jackson le entrego su tarjeta.