sentia en aquellos momentos.

– Estare en el cruce de las calles Chaplain y Merchant, en pleno centro de Bell Harbor, dentro de treinta minutos. Estare sentada en mi coche. Sera facil de ver… Es el unico que dispone de un sistema extra de aire acondicionado. Solo tiene que hacer parpadear los faros dos veces. Deje salir a mi padre. Hay un restaurante justo en frente. En cuanto lo vea entrar alli, abrire la puerta del coche, dejare el disquete sobre la acera y me marchare. Tenga en cuenta que voy fuertemente armada y estoy mas que preparada para enviar al infierno a tantos de ustedes como pueda.

– ?Como sabemos que es el disquete correcto?

– Quiero recuperar a mi padre. Sera el disquete correcto. Solo espero que se atraganten con el. ?De acuerdo?

Ahora fue el tono de voz de Sidney el que no admitia replica. Espero la respuesta con ansiedad. «Dios mio, por favor, no dejes que se den cuenta de mi farol.» Emitio un suspiro de alivio cuando finalmente le llego la respuesta.

– Esta bien. En treinta minutos.

Luego se corto la comunicacion.

Sidney regreso al coche y golpeo el tablero de mandos, frustrada. ?Como demonios habian podido encontrarla a ella y a su padre? Era imposible. Le parecia como si la hubieran estado vigilando a ella y a su padre durante todo el tiempo. La furgoneta blanca tambien estuvo en la gasolinera. Probablemente, el ataque se habria producido alli de no haber sido por la oportuna llegada de los policias estatales. Se tumbo a lo largo del asiento delantero, al tiempo que trataba de controlar sus nervios. Aparto el bolso y lo abrio, solo para asegurarse de que el disquete seguia alli. El disquete a cambio de su padre. Pero una vez que se quedara sin el, se pasaria el resto de la vida huyendo de la policia. O, al menos, hasta que la pillaran. Menuda alternativa. Pero, en realidad, no tenia donde elegir.

Al volver a sentarse, empezo a cerrar el bolso. Entonces se detuvo y sus pensamientos regresaron a aquella noche, la noche en la limusina. Habian ocurrido tantas cosas desde que escapara por tan poco… Y sin embargo, no habia escapado en realidad, ?verdad? El asesino la habia dejado marchar y tambien le permitio conservar su bolso, muy cortesmente. De hecho, lo habria olvidado por completo si el mismo no se lo hubiera arrojado. Se habia sentido tan feliz de salir de aquello con vida que en ningun momento llego a considerar por que habria hecho el algo asi… Empezo a revisar el contenido del bolso. Tardo un par de minutos, pero finalmente lo encontro, en el fondo. Habia sido insertado a traves de un corte en el forro del bolso. Lo sostuvo en la mano y lo miro fijamente. Un diminuto dispositivo de seguimiento.

Miro hacia atras, al tiempo que un estremecimiento le recorria la columna. Volvio a poner el coche en marcha y acelero. Por delante de ella, un camion volquete, convertido en maquina quitanieves, acababa de detenerse junto a la acera. Miro por el espejo retrovisor. No habia nadie por detras de ella. Bajo la ventanilla del lado del conductor, se acerco al camion y echo la mano hacia atras, preparandose para arrojar el dispositivo de seguimiento hacia la parte trasera del camion. Entonces, con la misma rapidez, detuvo el movimiento del brazo y volvio a subir la ventanilla. El dispositivo de seguimiento seguia en su mano. Apreto el acelerador y dejo atras el camion. Observo su pequeno companero de viaje de los ultimos pocos dias. ?Que podia perder? Se dirigio rapidamente hacia el centro de la ciudad. Tenia que llegar lo antes posible al lugar acordado para la cita. Pero antes necesitaba algo de la tienda de comestibles.

El restaurante que Sidney habia mencionado en su conversacion telefonica estaba lleno de clientes hambrientos. A dos manzanas de distancia del punto de encuentro acordado, el Cadillac, con las luces apagadas, se hallaba aparcado junto al bordillo de la acera, cerca de la impresionante copa de un arbol de hoja perenne, rodeado por una valla de hierro forjado que llegaba hasta la altura de la pantorrilla. El interior del Cadillac estaba a oscuras, y la silueta del conductor apenas si era visible.

Dos hombres avanzaron con rapidez por la acera, mientras que otra pareja lo hacia por la acera contraria. Uno de ellos miraba un pequeno instrumento que sostenia en las manos; la pequena pantalla de color ambar tenia grabada una rejilla. Una luz roja aparecia brillantemente iluminada sobre la pantalla, senalando directamente hacia la posicion del Cadillac. Los hombres se acercaron con rapidez al vehiculo. Un arma se asomo a traves del hueco donde antes habia estado la ventanilla del lado del pasajero. Al mismo tiempo, otro hombre abrio de golpe la portezuela del lado del conductor. Los pistoleros miraron con asombro al conductor: una fregona, que llevaba encima una chaqueta de cuero, con una gorra de beisbol colocada habilmente en lo alto.

La furgoneta blanca estaba aparcada en el cruce de las calles Chaplain y Merchant, con el motor encendido. El conductor miro su reloj, escudrino la calle y luego encendio los faros dos veces. En el fondo de la furgoneta, Bill Patterson estaba tumbado en el suelo, atado de pies y manos, con la boca tapada por una cinta adhesiva. El conductor volvio la cabeza bruscamente cuando se abrio de golpe la puerta del pasajero y una pistola de nueve milimetros le apunto directamente a la cabeza. Sidney subio a la furgoneta. Ladeo la cabeza hacia atras para asegurarse de que su padre estaba bien. Ya lo habia visto por la ventanilla de atras cuando distinguio la furgoneta, apenas un minuto antes. Imagino que tenian que estar preparados para entregarle realmente a su padre.

– Deja tu arma en el suelo. Cogela por el canon. Si tu dedo se acerca al gatillo, vaciare todo el cargador en tu cabeza. ?Hazlo! -El conductor se apresuro a hacer lo que se le ordenaba-. ?Y ahora, fuera de aqui!

– ?Que?

Adelanto el canon de la pistola hasta colocarlo contra la nuca, donde presiono dolorosamente contra una vena.

– ?Sal de aqui!

Cuando el hombre abrio la puerta y le dio la espalda, Sidney levanto las piernas sobre el asiento, las hizo retroceder y le propino un empujon con todas sus fuerzas. El hombre cayo de bruces sobre el pavimento. Sidney cerro la portezuela, salto al asiento del conductor y apreto el acelerador. Las ruedas de la furgoneta ennegrecieron la nieve blanca y luego salieron disparadas.

Diez minutos despues de haber salido de la ciudad, Sidney detuvo la furgoneta, salto a la parte trasera y desato a su padre. Los dos permanecieron un rato abrazados, con los cuerpos temblorosos a causa de encontradas emociones de temor y alivio.

– Necesitamos otro coche. No me fio de ellos. Seguramente han instalado un dispositivo de seguimiento tambien en este. Y, de todos modos, andaran buscando la furgoneta -dijo Sidney mientras volvian a la carretera.

– Hay un negocio de alquiler de coches a unos cinco minutos. Pero ?por que no acudimos a la policia, Sid? - pregunto su padre, frotandose las munecas.

Los ojos hinchados y los nudillos agrietados demostraban la resistencia que habia ofrecido el viejo. Sidney respiro profundamente y le miro.

– Papa, no se que hay en ese disquete. Si no es suficiente para…

Su padre la miro y empezo a darse cuenta de que, despues de todo, podia perder a su hija.

– Sera suficiente, Sidney. Si Jason se tomo la molestia de enviartelo, tiene que ser suficiente.

Ella le sonrio, pero su expresion se hizo sombria.

– Tenemos que separarnos, papa.

– No te dejare de ningun modo.

– El hecho de que estes conmigo te convierte ahora en una molestia. Pero te dire una cosa: no ire a la carcel.

– Eso no me importa lo mas minimo.

– Esta bien. ?Que me dices entonces de mama? ?Que le sucedera a ella? ?Y a Amy? ?Quien estara a su lado para protegerlas?

Patterson se dispuso a decir algo, pero se detuvo. Fruncio el ceno y miro por la ventanilla. Finalmente, la miro a ella.

– Iremos juntos a Boston y luego hablaremos del asunto. Si entonces todavia quieres que nos separemos, que asi sea.

Mientras Sidney permanecia sentada en la furgoneta, Patterson entro en el local de alquiler de coches. Al salir, pocos minutos mas tarde, y acercarse a la furgoneta, Sidney bajo la ventanilla.

– ?Lo has alquilado? -le pregunto Sidney.

– Lo tendran preparado en cinco minutos -asintio Patterson-. He conseguido un espacioso cuatro puertas.

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