de la casa, las oscuras y tenebrosas aguas del Atlantico asaltaban la costa.

Uno de los guardias se aparto de un salto cuando la furgoneta continuo avanzando hacia ellos, sin hacer la menor senal de detenerse.

– ?Mierda! -grito, al tiempo que los dos hombres se apartaban apresuradamente del camino. La furgoneta paso ante ellos, cruzo la puerta delantera, aplastandola, y se detuvo bruscamente, todavia con las ruedas girando, al golpear contra una pared interior de mas de un metro de espesor. Un momento mas tarde, varios hombres fuertemente armados rodearon la furgoneta y arrancaron la danada puerta. No habia nadie dentro de la furgoneta. Las miradas de los hombres se dirigieron hacia el receptaculo donde tendria que haber estado el telefono celular. El telefono se encontraba por completo bajo el asiento delantero, y el cordon era invisible bajo la debil iluminacion del techo. Probablemente, pensaron que el telefono se habia desprendido a causa del impacto, en lugar de haber sido deliberadamente colocado alli.

Sidney, mientras tanto, entro en la casa por la parte de atras. Cuando el hombre le dio la direccion del lugar, Sidney lo reconocio en seguida. Ella y Jason habian estado alli varias veces y estaba muy familiarizada con el plano del interior. Tomo por un atajo y llego en la mitad de tiempo que le habian indicado los secuestradores de su hija. Utilizo aquellos preciosos minutos de mas para atar el volante y el acelerador de la furgoneta con una cuerda que encontro en la parte trasera del vehiculo. Ahora, aferraba la pistola, con el dedo posado ligeramente sobre el gatillo, mientras recorria las habitaciones a oscuras de la mansion. Estaba bastante segura, al menos con un noventa por ciento de probabilidades, de que Amy no se encontraba alli. Ese diez por ciento de duda fue lo que le indujo a utilizar la furgoneta como una diversion para poder realizar un intento de rescate de su hija, por improbable que fuese. No se hacia ilusiones. Si aquellos hombres tenian a Amy en su poder, no la dejarian en libertad.

Por encima de ella, escucho el sonido de voces airadas y de pasos que corrian hacia la parte delantera de la casa. Volvio la cabeza hacia la izquierda cuando unos pasos resonaron por el pasillo. Esa persona no corria, y su paso era lento y metodico. Se oculto entre las sombras y espero a que pasara. En cuanto lo hubo hecho, le apreto el canon de la pistola directamente contra la nuca.

– Si haces un solo movimiento, estas muerto -le dijo con una fria determinacion-. Las manos encima de la cabeza.

Su prisionero la obedecio. Era alto, de hombros anchos. Lo palmeo en busca de su arma y la encontro en la funda que le colgaba del hombro. Se introdujo la pistola del hombre en el bolsillo de la chaqueta y lo empujo hacia delante. La gran habitacion que se encontraba por delante se hallaba bien iluminada. Sidney no pudo escuchar ningun sonido procedente de aquel espacio, pero no creia que el silencio durara mucho tiempo. Pronto imaginarian cual habia sido su estratagema, si es que no lo habian hecho ya. Empujo al hombre para que se apartara de la luz y lo dirigio por un pasillo en penumbras.

Llegaron ante una puerta.

– Abrela y entra -le dijo.

El hombre abrio la puerta y ella lo empujo hacia el interior. Con una mano, tanteo la pared, en busca del interruptor de la luz. Una vez encendidas las luces, cerro la puerta y miro el rostro del hombre.

Richard Lucas le devolvio fijamente la mirada.

– No pareces sorprendida -le dijo Lucas, con voz serena e inexpresiva.

– Digamos que ya nada me sorprende -replico Sidney-. Sientate -le ordeno con un movimiento del arma, indicandole una silla de respaldo recto-. ?Donde estan los otros?

– Aqui, alla, por todas partes -contesto Lucas con un encogimiento de hombros-. Hay muchos, Sidney.

– ?Donde esta mi hija? ?Y mi madre? -Lucas guardo silencio. Sidney sujeto el arma con las dos manos y le apunto directamente al pecho-. No quiero tonterias contigo. ?Donde estan?

– Cuando era agente de la CIA fui capturado y torturado por la KGB durante dos meses, antes de que pudiera escapar. En ningun momento les dije nada, y no voy a decirtelo a ti tampoco -contesto Lucas con serenidad-. Y si piensas utilizarme para cambiarme por tu hija, olvidalo. Asi que ya puedes ir apretando ese gatillo si quieres, Sidney.

El dedo de Sidney temblo sobre el gatillo y ella y Lucas entablaron un forcejeo de miradas. Finalmente, ella lanzo un juramento por lo bajo y bajo el arma. Una sonrisa se extendio sobre los labios de Lucas.

Ella penso con rapidez. «Muy bien, hijo de puta.»

– ?De que color es el sombrero que llevaba Amy? ?De colores llamativos? Si la teneis, deberias saberlo.

La sonrisa desaparecio de los labios de Lucas. Hizo una pausa y finalmente contesto:

– Es algo asi como beige.

– Buena respuesta. Algo neutral, que puede aplicarse a muchos colores diferentes. -Hizo una pausa y una enorme oleada de alivio se extendio sobre ella-. Solo que Amy no llevaba ningun sombrero.

Lucas empezo a moverse para lanzarse desde la silla. Un segundo mas rapida que el, Sidney le aplasto la pistola contra la cabeza. Lucas cayo al suelo hecho un ovillo, inconsciente. Ella se irguio sobre el cuerpo caido.

– Eres un verdadero asno.

Sidney salio de la habitacion y avanzo por el pasillo. Oyo que unos hombres se acercaban desde la direccion por donde habia penetrado en la casa. Cambio de direccion y se dirigio de nuevo hacia la habitacion iluminada que habia visto antes. Miro a la vuelta de la esquina. La luz procedente del interior era suficiente para permitirle mirar el reloj. Rezo una oracion en silencio y entro en la habitacion, agachada, para situarse por detras de un alargado sofa con respaldo de madera tallada. Miro a su alrededor y vio una pared con puertas correderas que daba visiblemente al lado del oceano. La habitacion era enorme, con techos muy altos, de por lo menos seis metros. Una segunda terraza interior corria a lo largo de un lado de la estancia. En otra pared habia una coleccion de libros exquisitamente encuadernados. Habia muebles muy comodos situados por todas partes.

Sidney se encogio todo lo que pudo, ocultandose, cuando un grupo de hombres armados, todos vestidos con monos negros, entraron en la habitacion por otra puerta. Uno de ellos ladro algo por un walkie-talkie. Al oir sus palabras, se dio cuenta de que ellos ya sabian de su presencia. Solo era una cuestion de tiempo que terminaran por encontrarla. Con la sangre martilleandole en los timpanos, salio de la habitacion, manteniendose fuera de la vista, oculta tras el sofa. Una vez en el pasillo, regreso rapidamente hacia la habitacion donde habia dejado a Lucas, con la intencion de utilizarlo como su pase de salida. Quiza no les importara matar a Lucas con tal de apoderarse de ella, pero ahora era la unica opcion que le quedaba.

Su plan se encontro inmediatamente con un problema en cuanto descubrio que Lucas ya no estaba en aquella habitacion. Le habia golpeado muy fuerte, y le extrano la capacidad de recuperacion de aquel hombre. Al parecer, no bromeaba con aquella historia sobre la KGB. Salio nuevamente de la habitacion y echo a correr dirigiendose hacia la puerta por donde habia entrado en la casa. Sin duda alguna, Lucas daria la alarma. Probablemente, solo disponia de unos pocos segundos para escapar. Se encontraba ya a poca distancia de la puerta cuando lo oyo.

– Mama, mama.

Sidney se giro en redondo. Los gemidos de Amy se escuchaban pasillo abajo.

– ?Oh, Dios mio!

Sidney se volvio y echo a correr hacia el lugar de donde procedia el sonido.

– ?Amy! ?Amy!

Las puertas de la habitacion grande en la que antes habia estado se hallaban ahora cerradas. Las abrio de golpe y entro precipitadamente en la estancia, respirando entrecortadamente, buscando atolondradamente a su hija.

Nathan Gamble la miro fijamente, al tiempo que Richard Lucas aparecia tras ella. No estaba sonriendo. Mostraba un lado de la cara visiblemente hinchado. Sidney fue rapidamente desarmada y sujetada por los hombres de Gamble. Le quitaron el disquete del bolso y se lo entregaron a Gamble.

Gamble sostenia en la mano un sofisticado artilugio reproductor de sonidos, del que broto de nuevo la voz de Amy: «?Mama? ?Mama!».

– En cuanto descubri que su esposo me seguia la pista, hice poner dispositivos de escucha en su casa -le explico Gamble-. De ese modo se consiguen buenas cosas.

– Hijo de puta -exclamo Sidney, mirandolo con ojos encendidos-. Sabia que era un truco.

– Deberia haberle hecho caso a sus instintos, Sidney. Yo siempre lo hago.

Gamble apago la grabadora y se dirigio hacia una mesa de despacho situada contra la pared. Por primera

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