– ?A
Jason consiguio normalizar la respiracion mientras se apretaba las costillas doloridas.
– Ni lo suenes, tio. Ya puedes esperar sentado.
Scales apoyo el canon de la pistola en la cabeza de Jason.
– ?Venga, gilipollas, aprieta el gatillo! -grito Jason.
El dedo de Scales inicio el movimiento, pero entonces el pistolero se contuvo y de un empujon lanzo a Jason contra el respaldo del asiento.
– Todavia no, Jason. ?No te lo he dicho? Todavia tienes que hacer otro trabajito.
Jason lo miro indefenso mientras Scales sonreia con una expresion sardonica.
El agente especial Raymond Jackson echo un vistazo al entorno. Entro en la habitacion y cerro la puerta. Meneo la cabeza, asombrado. Le habian descrito a Arthur Lieberman como un personaje de enorme influencia y una destacadisima carrera. Esta covacha no se ajustaba a la descripcion. Miro la hora. El equipo del forense llegaria en cualquier momento para realizar una revision a fondo. Aunque parecia poco probable que Arthur Lieberman conociera personalmente al que le habia borrado del mapa en el cielo de Virginia, cuando se trataba de investigaciones de esta magnitud, habia que explorar todas las posibilidades.
Jackson entro en la cocina diminuta y en seguida llego a la conclusion de que Lieberman no cocinaba ni comia alli. No habia platos ni ollas en ninguno de los armarios. El unico ocupante visible de la nevera era la bombilla electrica. La cocina, aunque vieja, no mostraba ninguna senal de uso reciente. Jackson echo una ojeada al salon y despues fue al bano. Con la mano enguantada abrio con cuidado la puerta del botiquin. Contenia los habituales articulos de tocador, nada importante. Se disponia a cerrar la puerta-espejo cuando vio una botellita metida entre el desodorante y el tubo de pasta dentifrica. La etiqueta indicaba la dosis y el nombre del medico que lo habia recetado. El agente no conocia el nombre de la droga. Jackson tenia tres hijos y era un experto casero en medicamentos sin receta para una multitud de enfermedades. Anoto el nombre del medicamento y cerro la puerta.
El dormitorio de Lieberman era pequeno, y la cama era poco mas que un catre. Habia una mesa cerca de la ventana. Despues de revisar el armario, se fijo en la mesa.
Habia varias fotos de dos hombres y una mujer con edades comprendidas entre los quince y los veinticinco anos. Las fotos no eran recientes. Jackson decidio que eran los hijos de Lieberman.
A continuacion, se dedico a los tres cajones. Uno estaba cerrado. El agente solo tardo unos segundos en forzar la cerradura. En el interior habia un manojo de cartas manuscritas sujetas con una banda elastica. La letra era clara y firme, y los textos claramente romanticos. Lo unico extrano era que ninguna estaba firmada. Jackson penso en el detalle por unos instantes, y luego volvio a guardarlas en el cajon. Se entretuvo mirando aqui y alla hasta que una llamada a la puerta anuncio la llegada del equipo forense.
Capitulo 14
Sidney aprovecho el tiempo que habia estado sola en la casa para revisar hasta el ultimo rincon, impulsada por una fuerza que no acababa de identificar. Estuvo sentada durante horas junto a la ventana de la cocina dedicada a repasar los anos de matrimonio. Todos los detalles, incluso los mas nimios, surgieron de las profundidades de su subconsciente. En ocasiones habia esbozado una sonrisa al recordar algun episodio divertido. Sin embargo, esos instantes habian sido muy breves, y habian estado seguidos de desgarradores sollozos ante la verdad ineludible de que ya no habria mas momentos divertidos con Jason.
Por fin salio de su ensimismamiento. Se levanto, subio las escaleras y recorrio a paso lento el pasillo hasta el pequeno estudio de Jason. Observo el parco mobiliario y despues se sento delante del ordenador. Paso la mano por la pantalla. Jason habia querido a los ordenadores desde siempre. Ella sabia usarlos, pero aparte del procesador de textos y el correo electronico, su conocimiento del mundo de la informatica era muy limitado.
Jason utilizaba mucho el correo electronico y comprobaba el buzon electronico cada dia. Sidney no lo habia comprobado desde la catastrofe. Decidio que era el momento de hacerlo. Sin duda, muchos de los amigos de su marido habrian enviado mensajes. Encendio el ordenador y contemplo la pantalla mientras desfilaban una serie de numeros y palabras que, en su mayoria, no significaban nada para ella. La unica cifra que reconocio fue el de la memoria disponible. Habia muchisima. Jason habia preparado el sistema a medida y le sobraba potencia.
Miro la cifra de la memoria disponible. Sorprendida, se dio cuenta de que los tres ultimos digitos, 7, 3 y 0, representaban la fecha de nacimiento de Jason, 30 de julio. Contuvo la respiracion para evitar una crisis de llanto. Abrio el cajon de la mesa y curioseo el contenido. Como abogado conocia muy bien todos los documentos y tramites que tendria que atender mientras se arreglaba la herencia de Jason. La mayor parte de sus propiedades eran conjuntas, pero asi y todo habria mucho papeleo legal. Todo el mundo tenia que enfrentarse en algun momento a estas cosas, pero le parecia imposible tener que hacerlo de forma tan subita.
Removio los papeles y los diversos articulos de oficina, hasta que se decidio por coger una cosa. Aunque no lo sabia, era la tarjeta que Jason habia dejado antes de irse al aeropuerto. La miro con atencion. Parecia una tarjeta de credito, pero llevaba estampado el nombre de Triton Global seguido por el de Jason Archer y, por ultimo, las palabras «Codigo restringido: nivel 6». Fruncio el entrecejo. Nunca la habia visto antes. Suponia que era algun pase de seguridad, pero no llevaba la foto de su marido. Se la metio en el bolsillo. Era probable que la compania la reclamara.
Accedio a la linea de America Online, escucho la voz del ordenador que le anunciaba que tenia cartas en el buzon electronico. Como habia supuesto, habia numerosos mensajes de los amigos. Comenzo a leerlos con el rostro banado en lagrimas hasta que por fin perdio todo el deseo de acabar la tarea y se dispuso a salir del sistema. Dio un salto cuando otra carta electronica aparecio de pronto en la pantalla; iba dirigida a [email protected], que era la direccion del correo electronico de su marido. Al instante siguiente habia desaparecido, como una idea picara que pasa fugazmente por la cabeza.
Sidney apreto varias teclas de funcion y volvio a comprobar el buzon electronico. Fruncio el entrecejo al maximo cuando descubrio que estaba completamente vacio. Continuo con la mirada puesta en la pantalla. Comenzo a dominarla la sensacion de que se habia imaginado todo el episodio. Habia sido tan rapido. Se froto los ojos doloridos y permanecio sentada algunos minutos. Esperaba ansiosa que se repitiera, aunque no entendia el significado. La pantalla permanecio en blanco.
Unos momentos despues de que Jason Archer reenviara el mensaje, un nuevo mensaje electronico fue anunciado por la voz del ordenador: «Tiene correspondencia». Esta vez el mensaje se mantuvo y fue archivado en el buzon. Sin embargo, este buzon no estaba en la vieja casa de piedra y ladrillo, ni tampoco en el despacho de Sidney en las oficinas de Tylery Stone. No habia tampoco nadie en la casa para leerlo. El mensaje tendria que esperar.
Sidney se levanto y salio del estudio. Por alguna razon, la subita aparicion del mensaje en la pantalla le habia dado una esperanza absurda, como si Jason estuviera intentando comunicarse con ella, desde el lugar donde habia ido a dar despues de que el reactor se estrellara contra el suelo. ?Estupida!, se dijo a si misma. Eso era imposible.
Una hora mas tarde, despues de otra crisis de llanto, con el cuerpo deshidratado, cogio una foto de Amy. Tenia que cuidar de si misma. Amy la necesitaba. Abrio una lata de sopa, encendio la cocina, calento la sopa, la echo en un bol junto con un poco de concentrado de carne y se la llevo a la mesa. Consiguio tragar unas cuantas cucharadas mientras miraba las paredes de la cocina que Jason pensaba pintar aquel fin de semana, despues de que ella se lo pidiera mil veces. Alli donde miraba, la sacudia un nuevo recuerdo, un estremecimiento de culpa. No podia ser de otra manera. Todo en este lugar contenia algo de ellos, algo de el.
Notaba el paso de la sopa caliente por el esofago y en el estomago, pero su cuerpo se sacudia como un motor que se quedaba sin combustible. Cogio una botella de Gatorade de la nevera y bebio hasta que cesaron los temblores. No obstante, aunque el cuerpo comenzaba a calmarse, sentia que las fuerzas interiores se acumulaban una vez mas.
Se levanto de un salto, entro en la sala y encendio el televisor. Paso de un canal a otro, y entonces se tropezo con lo inevitable: un informativo en directo desde el lugar del accidente. Se sintio culpable por la curiosidad de