Dio otro paso y el pie tropezo con algo cubierto por la nieve. Se agacho para ver que era, y recordo las palabras del policia joven: «Hay cosas por todas partes. ?Por todas partes!». Se detuvo por un instante, pero luego continuo buscando con la curiosidad innata de los seres humanos. Un momento mas tarde, corria a trompicones como un pelele descoyuntado por el camino de tierra mientras lloraba a moco tendido.
No vio al hombre hasta que se lo llevo por delante. Los dos cayeron al suelo, el tan sorprendido como ella, o quiza mas.
– Joder -gruno Lee Sawyer, que cayo de culo sobre un monticulo, sin aire en los pulmones. Sidney, en cambio, se levanto de un salto y continuo la enloquecida carrera. Sawyer la siguio hasta que se le trabo la rodilla, una vieja secuela de la persecucion de un atletico ladron de bancos durante mas de veinte largas manzanas sobre pavimento. «?Eh!», le grito mientras avanzaba a la pata coja y se masajeaba la rodilla. Alumbro con la linterna en direccion a la mujer.
Sidney Archer volvio la cabeza y el alcanzo a ver su perfil en el arco de luz. Por una fraccion de segundo capto la expresion de terror en sus ojos. Despues ella desaparecio.
Sawyer regreso a paso lento al lugar donde la habia visto por primera vez. Alumbro el suelo con la linterna. ?Quien demonios era ella y que estaba haciendo aqui? Entonces encogio los hombros. Probablemente era una vecina curiosa de la zona que habia visto algo que ahora deseaba no haber visto. Un minuto mas tarde, la linterna de Sawyer confirmo sus sospechas: Se agacho para recoger un zapatito de nina. Parecia diminuto e indefenso en su manaza. Sawyer miro hacia el lugar por donde habia desaparecido Sidney y solto un fuerte suspiro. Su corpachon comenzo a temblar sacudido por una furia descontrolada mientras contemplaba el terrible agujero en la tierra. Lucho por dominar el ansia de gritar a todo pulmon. Eran contadas las ocasiones a lo largo de su carrera en las que Lee Sawyer habia deseado negar a las personas que habia detenido la oportunidad de ser juzgadas por sus iguales. Esta era una de esas ocasiones. Rezo para que el dia que encontrara a los responsables de este horrendo acto de violencia, ellos intentaran algo, cualquier cosa que le diera la mas minima ocasion de evitarle al pais el coste y todo el circo informativo que produciria un juicio de esta clase. Se metio el zapatito en un bolsillo del abrigo y, renqueando, se alejo para ir a hablar con Kaplan. Era hora de volver a la ciudad. Tenia una cita en Washington por la tarde. La investigacion de Arthur Lieberman debia comenzar.
El agente McKenna miro ansioso a Sidney mientras la ayudaba a apearse del coche patrulla.
– Senora Archer, ?esta segura de que no quiere que llame a alguien para que venga a buscarla?
Sidney, blanca como un papel, con los miembros convulsos, las manos y las ropas sucias de tierra por la caida, meneo la cabeza con fuerza.
– ?No! ?No! -Se apoyo contra el coche. Le temblaban los brazos y los hombros, pero al menos habia conseguido recuperar el equilibrio. Cerro la puerta del vehiculo y comenzo a caminar con paso vacilante hacia el Ford. Vacilo y entonces se volvio. El agente McKenna, junto al coche, la miraba con atencion.
– ?Eugene?
– ?Si, senora?
– Tenia usted razon. No es un lugar para quedarse mucho tiempo. -Pronuncio las palabras con el tono hueco de alguien que ha perdido totalmente el espiritu. Se volvio una vez mas, camino hasta el Ford y entro en el coche.
El agente Eugene McKenna asintio despacio. La nuez prominente se movio rapidamente arriba y abajo mientras el intentaba dominar las lagrimas. Abrio la puerta del coche patrulla y se desplomo en el asiento. Cerro la puerta para que el ruido de los sollozos no fuera mas alla.
Mientras Sidney emprendia el camino de regreso, sono el telefono movil que tenia a su lado. El ruido totalmente inesperado le produjo tal sobresalto que estuvo a punto de perder el dominio del Explorer. Miro el aparato con una expresion de incredulidad. Nadie sabia donde estaba. Echo un vistazo a su alrededor como si alguien la estuviese vigilando desde la oscuridad. Los arboles desnudos eran los unicos testigos de su viaje de regreso a casa. Por lo que ella sabia, era la unica persona viva a la redonda. Extendio una mano y, lentamente, cogio el telefono.
Capitulo 15
– Por amor de Dios, Quentin, son las tres de la manana.
– No te llamaria a menos que fuera realmente importante.
– No tengo muy claro que quieres que te diga. -La mano de Sidney temblo un poco mientras sostenia el telefono movil. Aminoro la marcha; habia pisado el acelerador cada vez mas a medida que continuaba la conversacion hasta que se encontro viajando a una velocidad peligrosa por la angosta carretera.
– Te lo acabo de decir. Oi que tu y Gamble hablabais en el viaje de regreso desde Nueva York. Crei que vendrias a mi, Sidney, no que irias a Gamble. -La voz era suave pero mostraba una cierta irritacion.
– Lo siento, Quentin, pero el me pregunto. Tu no.
– Intentaba darte un respiro.
– Te lo agradezco, de verdad. Pero Gamble se dirigio a mi. Se mostro muy amable, pero tuve que decirle algo.
– ?Y tu le dijiste que no sabias por que Jason estaba en ese avion? ?Esa fue tu respuesta? ?Que no tenias la menor idea de que estuviera en ese avion?
Sidney intuyo otros pensamientos ocultos en sus palabras. ?Como podia decirle a Rowe algo diferente a lo que le habia dicho a Gamble? Incluso si le contaba la historia de Jason sobre el viaje a Los Angeles, ?como decirle que ahora sabia que Jason no habia ido a entrevistarse con otra compania? Estaba en una situacion insostenible y no veia la forma de salir de ella. Decidio cambiar de tema.
– ?Como se te ocurrio llamarme al coche, Quentin? -Le inquietaba saber que el habia sido capaz de localizarla.
– Llame a tu casa, despues a la oficina. El unico lugar que quedaba era el coche -respondio el-. Si quieres que te diga la verdad, estaba preocupado por ti. Y… -Su voz se interrumpio bruscamente, como si hubiera decidido un instante demasiado tarde no comunicar su pensamiento.
– ?Y que?
Rowe vacilo un momento, pero despues se dio prisa en acabar la frase.
– Sidney, no hace falta ser un genio para deducir la pregunta que todos queremos ver contestada. ?A que iba Jason a Los Angeles?
El tono de Rowe no dejaba lugar a dudas. Queria una respuesta a la pregunta.
– ?Que le importa a Triton lo que el hacia en su tiempo libre?
– Sid, a Triton le importa todo lo que hacen sus empleados. -Rowe solto un sonoro suspiro-. Hay companias enteras que se pasan el dia intentando robarnos la tecnologia y los empleados. Tu lo sabes.
Sidney enrojecio de furia.
– ?Estas acusando a Jason de vender la tecnologia de Triton al mejor postor? Eso es absurdo y tu lo sabes.
Su marido no estaba aqui para defenderse y ella no estaba dispuesta a dejar pasar la insinuacion.
– Yo no digo que lo piense, pero hay otros aqui que si.
– Jason nunca haria tal cosa. Se pelo el culo trabajando para esa compania. Tu eras su amigo. ?Como se te ocurre hacer semejante acusacion?
– Vale, pero explicame que estaba haciendo en un avion a Los Angeles en lugar de estar pintando la cocina, porque estoy a punto de cerrar la compra que permitira a Triton guiar al mundo en el siglo XXI, y no puedo permitir que nada ni nadie me haga perder esa oportunidad porque no se repetira.
El tono de su voz era el apropiado para provocar la furia mas total en Sidney Archer.
– No puedo explicarlo. Ni siquiera intentare explicarlo. No se que cono esta pasando. Acabo de perder a mi marido, ?maldita sea! No hay cadaver, no hay ropas. No queda nada de el y ?tu estas sentado alli diciendome que crees que el te estafaba? Que te den por saco.
El Ford se salio un poco del camino y Sidney apelo a todas sus fuerzas para controlarlo. Aminoro la marcha cuando el vehiculo se metio en un bache enorme. La sacudida fue tremenda. Cada vez le resultaba mas dificil ver