senora, no se quede bajo la nieve. Suba antes de que pille alguna cosa.

Sidney entro en el coche patrulla. Olia a tabaco y a cafe rancio. Un ejemplar de la revista People estaba metido en la separacion entre los dos asientos. Habia una pequena pantalla del ordenador de a bordo. El policia bajo el cristal de la ventanilla e ilumino con el reflector la parte trasera del Ford; a continuacion, escribio algo en el teclado y observo un momento la pantalla antes de mirar a Sidney.

– Acabo de escribir su numero de matricula. Tengo que confirmar su identificacion, senora. No es que no la crea. No creo que haya venido hasta aqui en mitad de la noche solo a pasar el rato. Lo se, pero tengo que cumplir las normas.

– Lo comprendo.

En la pantalla aparecio la informacion solicitada. El policia le echo un vistazo, cogio una hoja con una lista de nombres y la repaso. Miro a Sidney de reojo con una expresion de incomodidad.

– ?Dijo que Jason Archer era su marido?

Sidney asintio despacio. ?Era? La palabra le sono atroz. Noto que las manos comenzaban a temblarle incontroladas, y la vena en la sien izquierda latio mas deprisa.

– Tengo que asegurarme. Habia otro Archer en el avion. Un tal Benjamin Archer.

Por un momento recupero la esperanza, pero enseguida volvio a la realidad. No habia ningun error. Si lo hubiese habido, Jason la hubiese llamado. El habia estado en aquel avion. Por mucho que ella lo deseara, era la verdad. Miro hacia las luces distantes. El estaba alli ahora. Seguia alli. Carraspeo.

– Tengo una foto donde se me puede identificar. -Abrio la cartera y se la dio al agente.

El policia miro el carne de conducir y entonces vio la foto de Jason, Sidney y Amy, tomada hacia un mes. La contemplo durante unos segundos. Luego se apresuro a devolverle la cartera.

– No necesito comprobar nada mas, senora Archer. Hay un par de agentes apostados en el camino un poco mas adelante -senalo a traves de la ventanilla y un batallon de la Guardia Nacional estaba disperso por todas partes-.Todavia hay unos cuantos tipos de Washington dando vueltas, por eso hay tantas luces -Miro a Sidney-. No puedo abandonar mi puesto, senora Archer. -El policia se miro las manos. Ella siguio la mirada. Vio la alianza en la mano izquierda, el dedo tan gordo que era imposible sacar la sencilla sortija de oro sin tener que cortarselo. El agente fruncio los parpados y una lagrima brillo en su mejilla. De pronto desvio la mirada, se nevo la mano a la cara y despues la bajo.

Arranco el motor y puso el coche en marcha. Miro a su acompanante.

– Comprendo que este aqui, pero le recomiendo que no se quede mucho, senora Archer. No es…, bueno, no es un lugar para estar. -El coche patrulla se bamboleo por los baches del camino. El agente mantenia la mirada puesta en las luces lejanas-. Hay un diablo en el infierno y un dios en el cielo, y si bien el diablo se ha salido con la suya con ese avion, todos los pasajeros estan ahora mismo con el Senor, todos ellos. Creame, y no deje que nadie le diga otra cosa.

Sidney asintio casi sin darse cuenta. Deseaba de todo corazon que fueran ciertas.

A medida que se acercaban a las luces, Sidney sintio que su mente se alejaba cada vez mas.

– Habia una bolsa de lona con rayas azules entrecruzadas. Era de mi marido. Tenia sus iniciales: JWA. Se la compre para un viaje que hicimos hace varios anos. -Sidney sonrio por un momento al recordarlo-. En realidad se trato de una broma. Habiamos discutido y era la bolsa mas fea que encontre en la tienda. Y resulto que estaba encantado. -Se volvio bruscamente y vio la mirada de sorpresa del policia-. La vi en la television. Ni siquiera parecia danada. ?Hay alguna posibilidad de que pueda verla?

– Lo siento, senora Archer. Ya se han llevado todo lo recogido. El camion vino hace cosa de una hora para llevarse la ultima carga del dia.

– ?Sabe donde va?

– Da lo mismo que lo sepa o no. -El policia meneo la cabeza-. No le dejarian acercarse. Supongo que se la devolveran cuando concluya la investigacion. Pero por la pinta que tiene este, podrian tardar anos. Lo siento.

Por fin el coche se detuvo a unos pasos de otro agente. El policia salio del coche y mantuvo una breve conversacion con su colega; un par de veces senalo el coche patrulla donde estaba Sidney, que no podia apartar la mirada de las luces.

Se sobresalto cuando el agente asomo la cabeza por la ventanilla.

– Senora Archer, puede bajar.

Sidney abrio la puerta y se apeo del vehiculo. Miro por un instante al otro agente, que asintio nervioso, con una mirada de dolor. Al parecer, el dolor reinaba por doquier. Estos hombres hubieran preferido estar en casa con sus familias. Aqui solo habia muerte; estaba en todas partes. Parecia pegarse a sus prendas como la nevada.

– Senora Archer, cuando este lista para marcharse, digaselo a Billy y el me avisara por la radio. Yo vendre a recogerla.

Mientras el caminaba de regreso al coche, Sidney lo llamo.

– ?Como se llama?

– Eugene, senora. Agente Eugene McKenna.

– Gracias, Eugene.

El policia asintio y acerco la mano al ala del sombrero.

– Por favor, no se quede mucho tiempo, senora Archer.

Billy la llevo hacia las luces con la mirada fija al frente. Sidney no sabia que le habia dicho el agente McKenna a su colega, pero notaba la angustia que emanaba de su cuerpo. Era un hombre delgado como un junco, joven, unos veinticinco anos, penso Sidney, y parecia nervioso y asqueado.

Al cabo de unos minutos de marcha se detuvieron. Sidney vio a las personas que caminaban despacio por la zona. Habia barreras y cintas de plastico amarillas de la policia por todas partes. A la luz de los focos, contemplo el terreno devastado. Semejaba un campo de batalla en el que la tierra hubiera sufrido una tremenda herida. El agente le toco el brazo.

– Senora, tiene que quedarse por aqui. Esos tipos de Washington no quieren ver a nadie rondando por aqui. Tienen miedo de que alguien tropiece, ya sabe, que revuelva las cosas. -Inspiro con fuerza-. Hay cosas por todas partes, senora. ?Por todas partes! Nunca habia visto nada como esto y espero no volver a verlo en toda mi vida. - Una vez mas miro a lo lejos-. Cuando este lista, estare alla. -Senalo en la direccion por donde habian venido y se marcho.

Sidney se arrebujo en el abrigo y se quito la nieve del pelo. Sin darse cuenta avanzo unos pasos, se detuvo, y volvio a avanzar. Vio las paletadas de tierra que volaban por el aire para formar nuevos monticulos alrededor del agujero. Ella lo habia visto mil veces en la television. El crater de impacto. Decian que el avion entero estaba ahi dentro, y aunque sabia que era cierto, le resultaba imposible creerlo.

El crater de impacto. Jason tambien estaba alli. Era un pensamiento tan enquistado, tan desgarrador, que en lugar de sumirla en otra crisis de histeria, sencillamente la incapacito. Cerro los ojos con fuerza y los volvio abrir. Los lagrimones rodaron por sus mejillas, y ella no se molesto en enjugarlos.

No esperaba volver a sonreir nunca mas.

Incluso cuando se obligo a pensar en Amy, en la maravillosa nina que le habia dejado Jason, consiguio que un rastro de felicidad disipara un poco la pena. Mantuvo la mirada al frente sin hacer caso del viento helado que la sacudia y le lanzaba el pelo sobre el rostro.

Mientras miraba, un grupo de maquinaria pesada entro en el crater, envueltos en las nubes negras de los tubos de escape y el sonido agudo de los motores. Las excavadoras y las palas mecanicas atacaron el pozo con mas fuerza. Levantaban enormes cantidades de tierra y la volcaban en los camiones, que iban y venian por rutas marcadas en el terreno ya explorado. Ahora se imponia la velocidad por encima de todo lo demas, incluso a riesgo de ocasionar mas danos a los restos del aparato. Lo que todos estaban desesperados por conseguir eran las cajas negras. Eso era mas importante que preocuparse por convertir un fragmento de un par de centimetros en algo mucho mas pequeno.

Sidney advirtio que la nieve comenzaba a cuajar; otra preocupacion anadida para los investigadores, penso, al verles correr de aqui para alla con sus linternas, y que solo se detenian para clavar banderitas en la tierra que se cubria de blanco. Cuando se acerco un poco mas, distinguio las figuras vestidas de caqui de la Guardia Nacional que vigilaban sus sectores, con los fusiles al hombro, aunque sin dejar de mirar hacia el crater. Como un poderoso iman, el lugar del accidente atraia la atencion de todos. Al parecer, el precio que habia que pagar por las innumerables alegrias de la vida era la amenaza constante de una muerte subita e inexplicable.

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