verdad. Pero, tal como han resultado las cosas, tampoco tiene importancia que compania era.

– ?Por que no? -pregunto Gamble, sorprendido.

– Porque Jason no me conto la verdad. No habia ninguna oferta de trabajo, ninguna reunion. Lo acabo de descubrir -contesto Sidney con toda la calma de que fue posible.

Gamble acabo la copa de vino y fumo durante un rato antes de decir nada. Sidney habia notado esta particularidad en otros clientes millonarios. Nunca tenian prisa. El tiempo de los demas era su tiempo.

– Asi que su marido le mintio y usted me mintio a mi. Y ahora se supone que lo que me dice va a misa.

Su tono no vario, pero la incredulidad de Gamble era inconfundible. Sidney permanecio en silencio. No podia culparlo por no creer en ella.

– Usted es mi abogada -anadio Gamble-. ?Que debo hacer en esta situacion, Sidney? ?Acepto lo que me dice el testigo o no?

– No le pido que acepte nada -respondio ella en el acto-. Si no me cree, y probablemente tiene motivos para no hacerlo, entonces no hay nada que yo pueda hacer al respecto.

– Vale -dijo Gamble, pensativo-. ?Que mas?

– No hay «que mas». Le he dicho todo lo que se.

Gamble arrojo la colilla del puro al fuego.

– ?Venga! En el curso de mis tres divorcios he descubierto, para mi desgracia, que la gente habla en la cama. ?Por que iba a ser usted diferente?

– Jason no discute… discutia conmigo los asuntos de Triton. Lo que hacia en la empresa era confidencial en lo que a mi respecta. No se nada. Tengo muchas preguntas pero ninguna respuesta. -De pronto su tono sono amargo, pero se controlo rapidamente-. ?Ha ocurrido algo en Triton? ?Algo que involucra a Jason? -Gamble no dijo nada-. Me gustaria saberlo.

– No me siento inclinado a decirle nada. No se de que lado esta, pero dudo que sea del mio.

Gamble la miraba con tanta severidad que Sidney sintio que se ruborizaba. Descruzo las piernas y le miro.

– Se que sospecha…

– ?Claro que sospecho! -le interrumpio Gamble, acalorado-. Con la RTG soplandome en el cuello. Todos me dicen que mi compania se hundira si no cierro el trato con CyberCom. ?Como se sentiria usted? -No le dio tiempo a responder. Se sento a su lado y le cogio de la mano-. De verdad lamento que su marido este muerto y, en ninguna otra circunstancia, el hecho de que estuviera en el avion hubiera sido asunto mio. Pero cuando todos comienzan a mentirme y el futuro de la compania esta en juego, entonces si que es asunto mio. -Le solto la mano.

Sidney estaba a punto de echarse a llorar cuando se levanto de un salto y recogio el abrigo.

– Ahora mismo, usted y su compania me importan un pimiento, pero le dire una cosa: ni mi marido ni yo hemos hecho nada malo. ?Esta claro? -Le miro furiosa, jadeante-. Y ahora quiero marcharme.

Nathan Gamble la observo durante unos instantes, despues fue hasta una mesa situada en un rincon y cogio el telefono. Ella no oyo lo que decia, pero casi de inmediato se abrio la puerta y aparecio Lucas.

– Por aqui, senora Archer.

Al salir, Sidney volvio la cabeza para mirar a Gamble. El levanto la copa en senal de despedida.

– Mantengamonos en contacto -dijo el hombre en voz baja.

La forma en que pronuncio esas palabras hizo que Sidney se estremeciera.

La limusina emprendio el viaje de regreso y en menos de cuarenta y cinco minutos, Sidney estaba otra vez junto al Ford Explorer. Subio sin perder ni un segundo y arranco. Mientras conducia marco un numero en el telefono movil. Le respondio una voz somnolienta.

– Henry, soy Sidney. Perdona que te haya despertado.

– Sid, ?que hora…? ?Donde estas?

– Queria avisarte de que acabo de reunirme con Nathan Gamble.

Henry Wharton se desperto del todo en un santiamen.

– ?Como es eso?

– Digamos que fue una sugerencia de Nathan.

– He intentado cubrirte.

– Lo se, Henry, y te lo agradezco.

– ?Como ha ido?

– Mejor de lo que se podia esperar dadas las circunstancias. En realidad se comporto bastante educadamente.

– Bueno, eso no esta mal.

– Quiza no dure, pero queria que lo supieras. Acabo de dejarlo.

– Tal vez todo este asunto se quede en nada -dijo Wharton, que se apresuro a anadir-: Desde luego, no me refiero a la muerte de Jason. De ninguna manera pretendo minimizar esa horrible tragedia…

– Lo se, lo se -le interrumpio Sidney-. No te preocupes.

– ?Como has quedado con Nathan?

– Quedamos en mantenernos en contacto.

El hotel Hay-Adams estaba a unas pocas manzanas de las oficinas de Tylery Stone. Sidney se desperto temprano. Eran las cinco de la manana. Hizo una rapida valoracion de los progresos de la noche anterior. No habia conseguido nada en la visita a la oficina de su marido, y la reunion con Nathan Gamble le habia dado un susto de muerte. Esperaba que al menos sirviera para tranquilizar a Henry Wharton, al menos por ahora. Se dio una ducha rapida y llamo al servicio de habitaciones para pedir una cafetera llena. Tenia que estar en la carretera a las siete para recoger a Amy. Entonces discutiria con sus padres los detalles del funeral.

Eran las seis y media cuando acabo de vestirse y hacer la maleta. Sus padres eran madrugadores y Amy se despertaba sobre las seis. Su padre atendio el telefono.

– ?Como esta?

– Ahora esta con tu madre. Acaba de darse un bano. Esta manana aparecio en nuestro dormitorio, preciosa como ella sola y como si fuese la duena de todo. -Sidney capto el tono de orgullo en la voz de su padre-. ?Como estas, carino? Pareces mas tranquila.

– Aguanto, papa, aguanto. Por fin he podido dormir un poco. No se como.

– Tu madre y yo volveremos contigo y es inutil que digas que no. Nos ocuparemos de las cosas de la casa, atenderemos las llamadas, haremos los recados y te ayudaremos con Amy.

– Gracias, papa. Estare en casa dentro de un par de horas.

– Aqui viene Amy con pinta de pollo mojado. Te la paso.

Sidney oyo los ruidos mientras las manitas cogian el auricular.

– Amy, carinito, soy mama. -En el fondo sonaban las voces de los abuelos que animaban a la pequena.

– Hola, ?mami?

– Eso es, carino, soy mama.

– ?Hablas conmigo?

La nina se echo a reir. Esta era ahora su frase favorita. Amy siempre se partia de risa cuando la decia. Cuando dejo de reir, la pequena se embarco en su propia version de la vida, en un lenguaje que Sidney podia descifrar facilmente. Esta manana se trataba de bacon, tortitas calientes y un pajaro que ella habia visto persiguiendo a un gato en el patio. Sidney sonrio, pero la sonrisa desaparecio bruscamente con las siguientes palabras de Amy.

– Papa. Quiero a mi papa.

Sidney cerro los ojos. Se paso una mano por la frente para apartar un mechon de pelo. Sintio el nudo que le aprisionaba la garganta. Puso una mano sobre el telefono. Tardo unos segundos en recuperarse.

– Te quiero, Amy -dijo-. Mama te quiere mas que a nada en el mundo. Nos veremos dentro de un rato, ?vale?

– Te quiero. ?Mi papa? ?Ven, ven!

Sidney oyo que su padre le decia a Amy que dijera adios.

– Adios, adios, munequita. Mama llegara enseguida -se despidio llorando a moco tendido.

– ?Carino?

– Hola, mama. -Sidney se enjugo las lagrimas con la manga, pero reaparecieron como una vieja capa de

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