Sidney dejo de masajearse el pie.

– ?Jason nunca menciono haber tenido contactos con otra compania?

– Nunca.

Respondio con tanta seguridad que a Sidney le parecio ver como meneaba la cabeza al otro lado del telefono.

– ?Alguna vez le preguntaste si le preocupaba alguna cosa?

– Se lo pregunte una vez, pero no me hizo mucho caso. Era un buen amigo pero tambien era mi jefe. Asi que no insisti.

– Lo comprendo, Kay.

Sidney dejo el sofa y se calzo los zapatos. Advirtio que una sombra que pasaba por debajo de la puerta se habia detenido. Espero unos segundos pero la sombra no se movio. Apreto el boton del receptor para pasarlo a portatil y desconecto el cordon. Se le habia ocurrido una cosa.

– Kay, ?alguien ha entrado en la oficina de Jason?

– Bueno…

La vacilacion de Kay le dio tiempo a Sidney a anadir algo mas.

– Claro que como podria entrar con todas esas medidas de seguridad instaladas en la puerta.

– Ese es el problema, Sid. Nadie tiene el codigo o la tarjeta de seguridad de Jason. La puerta es una hoja de madera de diez centimetros de grosor con marco de acero. El senor Gamble y el senor Rowe no han venido a la oficina esta semana y creo que nadie sabe que hacer.

– ?Asi que nadie ha estado en la oficina de Jason desde que… ocurrio? -Sidney miro la tarjeta inteligente que tenia en la mano.

– Nadie. El senor Rowe vino a ultima hora. Ha llamado a la compania que instalo la cerradura para que manana vengan a abrirla.

– ?Quien mas aparecio por alli?

Sidney escucho como Kay soltaba el aliento.

– Vino alguien de SegurTech.

– ?SegurTech? -Sidney cambio el telefono a la otra oreja mientras continuaba vigilando a la sombra. Se acerco a la puerta poco a poco. No pensaba que fuese un intruso. Mucha gente todavia estaba trabajando a estas horas-. Son los asesores de seguridad de Triton, ?no?

– Si, me preguntaba por que los habian llamado. Pero al parecer es el procedimiento normal cuando ocurre algo asi.

Sidney habia llegado al lado derecho de la puerta, y acercaba la mano al pomo.

– Sidney, tengo algunas cosas de Jason en mi puesto de trabajo. Fotografias, un sueter que me presto una vez, algunos libros. Intento que me interesara por la literatura del siglo XVIII y XIX, aunque me temo que no lo consiguio.

– Quiso hacer lo mismo con Amy hasta que le adverti que era mejor ensenarle el abecedario antes de sumergirla en Voltaire.

Las dos mujeres rieron juntas, algo que a Sidney le sento muy bien en esas circunstancias.

– Puedes pasar cuando quieras a recogerlas.

– Lo hare, Kay, quiza podamos comer juntas y charlar un poco mas.

– Me encantaria, de verdad.

– Te agradezco mucho lo que me has dicho, Kay. Ha sido una gran ayuda.

– Apreciaba mucho a Jason. Era un hombre bueno, honrado.

Sidney noto que las lagrimas amenazaban con desbordarse, pero miro a la sombra debajo de la puerta y se domino.

– Si, lo era. -Recalco la ultima palabra con un tono definitivo.

– Sidney, si necesitas cualquier cosa, y te lo digo de todo corazon, llamame, ?me oyes?

– Gracias, Kay, quiza te tome la palabra -respondio Sidney sonriente.

En cuanto corto la comunicacion y dejo el telefono, abrio la puerta de un tiron.

Philip Goldman no parecio sorprenderse. Permanecio alli mirando tranquilamente a Sidney con sus ojos saltones. Tenia una calva incipiente, un rostro expresivo, hombros redondeados y un poco de barriga. Vestia con elegancia. Sidney, calzada, le sacaba cinco centimetros de estatura.

– Sidney, pasaba por aqui y vi la luz encendida. No sabia que estuvieras aqui.

– Hola, Philip -respondio ella sin quitarle el ojo de encima.

Goldman estaba un poquitin mas abajo que Henry Wharton en el orden de socios de Tylery Stone. Tenia una buena cartera de clientes y su vida estaba enfocada en la mejora de su propia carrera profesional.

– Reconozco que me sorprende verte por aqui, Sidney.

– Irse ahora a casa no es una idea muy apetecible, Philip.

– Si, si, lo comprendo -asintio el mientras espiaba por encima del hombro de Sidney el telefono colocado sobre un estante de la libreria-. ?Hablabas con alguien?

– Una llamada personal. Hay montones de detalles por arreglar.

– Desde luego. Ya es bastante duro enfrentarse a la muerte, y cuando es inesperada todavia mas -comento sin dejar de mirarla con cierta malicia.

Sidney sintio que se ruborizaba. Dio media vuelta, recogio el bolso del sofa y cogio el abrigo colgado detras de la puerta. Para hacerlo tuvo que cerrarla y Goldman se aparto para no recibir un golpe. Ella se puso el abrigo y apoyo una mano sobre el interruptor de la luz.

– Tengo una cita y ya llego tarde.

Goldman salio al vestibulo y Sidney cerro la puerta con llave.

– Quizas este no es el momento mas propicio, Sidney, pero quiero felicitarte por como llevas las negociaciones con CyberCom.

– Estoy segura de que no deberiamos tocar ese tema, Philip -dijo Sidney, tajante.

– Lo se, Sidney. Pero, de todas maneras, leo el Wall Street Journal y tu nombre ha aparecido varias veces. Nathan Gamble debe estar muy complacido.

– Gracias, Philip. Ahora tengo que irme.

– Avisame si puedo hacer cualquier cosa por ti.

Sidney respondio con un gesto mientras pasaba junto al hombre para dirigirse por el pasillo hacia la salida principal de la firma, y desaparecio en una esquina.

Goldman la siguio a tiempo para verla entrar en el ascensor. Despues regreso por el pasillo hasta la oficina de Sidney. Miro a ambos lados para asegurarse de que estaba solo, saco una llave del bolsillo, abrio la puerta y entro. Se oyo el chasquido del pestillo y, despues, silencio.

Capitulo 20

Sidney entro con el Ford en el inmenso aparcamiento de Triton. Se apeo y se abrocho el abrigo hasta el cuello para protegerse del viento helado. Una vez mas miro en el bolso para asegurarse de que tenia la tarjeta de plastico y camino, con toda la normalidad de que fue capaz, hacia el edificio de quince pisos que albergaba las oficinas centrales de Triton. Dijo su nombre en el altavoz ubicado junto a la entrada. Una camara de video, montada sobre la puerta, apunto a su cabeza. Despues se abrio una tapa junto al altavoz y le indicaron que apoyara el dedo pulgar en el escaner de huellas digitales. Penso que las medidas de seguridad de Triton para las horas fuera del horario de trabajo eran equivalentes a las de la CIA. Las puertas de cristal y cromo se abrieron silenciosamente y Sidney entro en el vestibulo, que tenia una cascada, unas columnas altisimas y marmoles por todas partes. Mientras caminaba hacia el ascensor, se encendian las luces para alumbrarle el camino. Sonaba una musica suave y las puertas del ascensor se abrieron automaticamente. El edificio era una muestra del enorme poder tecnologico de la empresa. Entro en el ascensor y subio al piso octavo.

El agente de seguridad que estaba de guardia se acerco a ella y le estrecho la mano con una expresion de dolor.

– Hola, Charlie.

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