– ?Que me dices de Quentin Rowe?

– Ha estado aqui varias veces -Kay hizo una pausa y despues pregunto-: Sid, ?a que vienen tantas preguntas?

– Kay, esto tiene que quedar entre tu y yo, ?vale?

– De acuerdo -asintio Kay sin muchas ganas.

– Creia que Jason iba a Los Angeles para una entrevista de trabajo con otra compania porque eso fue lo que me dijo. Ahora acabo de descubrir que no era cierto.

– ?Dios mio!

Mientras Kay digeria la noticia, Sidney arriesgo otra pregunta.

– Kay, ?hay alguna razon para que Jason mintiera? ?Se comportaba como siempre en el trabajo?

Esta vez la pausa fue bastante larga. Sidney se movio inquieta en los escalones. El frio de los ladrillos comenzaba a entumecerle las nalgas. Se levanto bruscamente.

– Sid, tenemos unas normas muy estrictas respecto a hablar sobre asuntos de la compania. No quiero meterme en lios.

– Lo se, Kay. Soy una de las abogadas de Triton, no lo olvides.

– Veras, esto es un poco diferente. -De pronto, la voz de Kay desaparecio de la linea. Sidney se pregunto si habria cortado, pero entonces reaparecio la voz-. ?Puedes llamarme esta noche? No quiero hablar de esto en horas de trabajo. Estare en casa alrededor de las ocho. ?Tienes el numero?

– Lo tengo, Kay. Gracias.

Kay Vincent colgo sin decir nada mas.

Jason casi nunca hablaba con Sidney de su trabajo en Triton, aunque ella, como abogada de Tylery Stone, estaba inmersa en numerosos temas relacionados con la compania. Su marido se tomaba muy en serio las responsabilidades eticas de su posicion. Siempre habia tenido mucha trabajo en no poner a Sidney en una situacion comprometida. Al menos hasta ahora. La joven camino a paso lento hasta el aparcamiento.

Pago al encargado y se encamino hacia el coche. Se volvio de pronto pero el hombre ya habia desaparecido a la vuelta de la esquina. Sin perder ni un segundo se dirigio a la calle paralela al garaje y echo una ojeada. No habia nadie a la vista. Sin embargo, habia numerosas tiendas y podia haber entrado en cualquiera.

Lo habia sorprendido mirandola mientras ella estaba sentada en los escalones del Rotunda. El hombre estaba detras de uno de los arboles. Atenta a su conversacion con Kate, lo habia descartado como un tipo que la observaba por las razones mas obvias. Era alto, alrededor del metro ochenta, delgado y vestido con un abrigo azul. Las gafas oscuras y el cuello del abrigo levantado ocultaban sus facciones. Llevaba un sombrero marron, aunque Sidney alcanzo a ver que tenia el pelo claro, quiza rubio rojizo. Por un momento, se habia preguntado si la paranoia acababa de sumarse a su cada vez mas larga lista de problemas. Ahora no tenia tiempo para preocuparse del desconocido. Tenia que volver a casa. Al dia siguiente iria a buscar a su hija. Entonces recordo que su madre habia mencionado el funeral de Jason. Ya se habrian ocupado de todos los detalles. Entre todo el misterio que rodeaba el ultimo dia de su marido, el recuerdo del funeral le hizo sentir otra vez la terrible realidad: Jason estaba muerto. No tenia importancia como la habia enganado, o las razones por las que lo habia hecho. El ya no estaba. Sidney emprendio el regreso a casa.

Capitulo 18

Un viento helado azotaba el lugar del desastre mientras los nubarrones comenzaban a tapar el cielo azul brillante. Una legion de personas recorrian la zona marcando los restos con banderitas rojas, que formaban un mar carmesi en el campo de maiz. Cerca del crater habia una grua con una cesta colgada del cable, con capacidad suficiente para dos hombres. Otra grua situada en el borde habia bajado una cesta identica hasta las profundidades del agujero. Del crater salian mas cables conectados a cabrestantes montados en camiones. Aparcada un poco mas alla, habia una flota de maquinaria pesada que esperaba la orden para la excavacion final del crater. Todavia no habian dado con la pieza mas importante: las cajas negras.

Fuera del limite marcado por las vallas amarillas, habian instalado unas cuantas tiendas de campana. Servian de deposito para las partes recogidas y que eran sometidas a un analisis in situ. En una de las tiendas, George Kaplan servia dos tazas de cafe caliente. Echo un vistazo a la zona. Por fortuna, habia dejado de nevar. Pero la temperatura seguia baja y el pronostico del tiempo anunciaba nuevas precipitaciones. No era muy alentador. La nieve convertiria la pesadilla logistica en algo dantesco.

Kaplan le alcanzo una de las tazas de cafe a Lee Sawyer, que seguia contemplando el lugar de la catastrofe.

– Fue todo un acierto eso del tanque de combustible, George. La muestra era muy pequena, pero los analisis del laboratorio demostraron que se trataba de un viejo conocido: acido clorhidrico. Las pruebas indican que tarda entre dos y cuatro horas en corroer la aleacion de aluminio. Menos, si se calienta el acido. No parece que fuera un accidente.

– ?Mierda! -exclamo Kaplan-. Como si los mecanicos fueran por ahi con una botella de acido y lo derramaran por accidente sobre los tanques de combustible.

– Nunca crei que fuera un accidente, George.

Kaplan levanto las manos en un gesto de disculpa.

– Y puedes llevar el acido en un recipiente de plastico, incluso puedes emplear un pulverizador para medir la cantidad que usas. El plastico no dispara a los detectores de metales. Fue una buena eleccion.

Kaplan hizo un mueca de disgusto. Volvio a mirar hacia el crater y despues otra vez al agente.

– Fijar un margen de tiempo tan preciso no esta mal. Elimina de la lista a una cantidad de posibles sospechosos que no pudieron tener acceso.

– Esa es la pista que estamos siguiendo ahora mismo -comento Sawyer, y bebio un trago de cafe.

– ?De verdad crees que alguien volo todo un avion solo para cargarse a un tipo?

– Quiza.

– Joder, no quiero hacerme el duro, pero si quieres cargarte a un tio, ?por que no pillarlo en la calle y pegarle un tiro en la cabeza? ?Por que esto? -Senalo el crater y despues se dejo caer en la silla, con los ojos semicerrados mientras que con una mano se frotaba con fuerza la sien izquierda.

Sawyer se sento en una de las sillas plegables.

– No estamos muy seguros de que sea este el caso, pero Lieberman era el unico pasajero del avion que podia recibir esa clase de atencion especial.

– ?Por que demonios tomarse tanto trabajo para acabar con el presidente de la Reserva?

Sawyer se arrebujo en el abrigo cuando una rafaga de viento helado se colo en el interior de la tienda.

– Veras, los mercados financieros recibieron un buen vapuleo cuando se divulgo la noticia de la muerte de Lieberman. El Dow Jones perdio casi mil doscientos puntos, o sea un veinticinco por cien del total. Los mercados extranjeros tambien lo estan pasando mal. -Sawyer dirigio a Kaplan una mirada significativa-. Y espera a que se filtre la noticia de que el avion fue saboteado. Que la muerte de Lieberman fue algo intencionado. ?Quien cono sabe lo que podra pasar?

– ?Caray! ?Todo eso por un tipo? -pregunto Kaplan, asombrado.

– Como te dije, alguien mato a Superman.

– Asi que tienes un monton de presuntos sospechosos: gobiernos extranjeros, terroristas internacionales y toda esa mierda, ?no?

Kaplan meneo la cabeza mientras pensaba en el numero cada vez mayor de gente malvada en la cada vez mas pequena esfera que llamaban hogar.

El agente del FBI encogio los hombros.

– Digamos que no sera el tipico asesino callejero.

Los dos hombres guardaron silencio y contemplaron una vez mas el lugar donde se habia enterrado el avion. Observaron como la grua comenzaba a recoger el cable y, al cabo de dos minutos, la cesta con los dos hombres aparecio por encima del pozo. La grua giro para depositar la cesta en el suelo. Los ocupantes saltaron a tierra. Sawyer y Kaplan miraron, cada vez mas ansiosos, a la pareja que corria hacia ellos.

El primero en llegar fue un joven con el pelo rubio ceniza cubriendole parte de sus facciones angelicales. En la

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