El intruso se dirigio directamente al estudio de Jason. La ventana del cuarto daba al patio trasero, asi que el desconocido se arriesgo a encender la lampara de mesa. Dedico varios minutos a revisar los cajones y las pilas de disquetes de ordenador. Luego, encendio el ordenador. Reviso todos los archivos del disco duro y miro en pantalla los archivos grabados en los disquetes. Hecho esto, el desconocido saco un disquete del bolsillo de su chaqueta y lo metio en la disquetera del ordenador. En un par de minutos acabo con el trabajo. Ahora el rastreador instalado en el ordenador de Jason captaria cualquier informacion que entrara en el sistema. En menos de cinco minutos, la casa volvio a quedar desierta. Las pisadas en la nieve que conducian hasta el bosque desde la puerta trasera tambien habian desaparecido.

Pero el visitante nocturno de los Archer no sabia que Bill Patterson habia hecho algo, de la manera mas inocente, antes de marcharse a su casa de Hanover. Mientras salia marcha atras por el camino hasta la calle, habia visto llegar el camion blanco, rojo y azul del correo. El cartero dejo la correspondencia en el buzon y continuo su recorrido. Patterson habia vacilado pero despues tomo una decision. Le evitaria una molestia a su hija. Echo una ojeada a algunos de los sobres antes de meterlos en una bolsa de plastico. Miro hacia la casa y entonces recordo que ya habia cerrado y que las llaves estaban en el bolso de su esposa. Pero la puerta del garaje estaba abierta. Patterson entro en el garaje, abrio la puerta del Explorer y dejo la bolsa sobre el asiento delantero. Cerro la puerta del vehiculo, y despues cerro con llave la puerta del garaje.

Bill Patterson no se habia dado cuenta de que entre la correspondencia habia un sobre acolchado especial para el envio de objetos fragiles. La escritura en el sobre le hubiera resultado inconfundible a Sidney Archer.

Jason Archer se habia enviado el disquete a si mismo.

Capitulo 35

En la acera opuesta al Lafitte Guest House, Lee Sawyer observaba el viejo hotel a traves del cristal oscuro de la ventana de una habitacion. El FBI habia instalado su centro de vigilancia en un edificio de ladrillos abandonado cuyo propietario pensaba rehabilitar al cabo de un par de anos. El agente bebio un trago de cafe y miro la hora: las seis y media de la manana. La lluvia repiqueteaba contra el cristal. El dia habia amanecido desapacible.

Junto a la ventana habia una camara fotografica con tripode. El teleobjetivo media casi treinta centimetros de largo. Las unicas fotos hechas hasta ahora correspondian a la entrada del hotel, y las habia sacado solo para medir el foco, la distancia y la luz. Sawyer se acerco a la mesa y miro las fotos que no hacian justicia al rostro ni a los ojos verdes. Los agentes del FBI en Nueva Orleans habian fotografiado a Sidney Archer cuando salia del aeropuerto. A pesar de su ignorancia, la mujer parecia estar posando para la camara. El rostro y el pelo eran hermosos. Sawyer siguio con el dedo el perfil de la nariz hasta los labios carnosos. Sobresaltado, aparto la mano de la foto y miro a su alrededor, un tanto avergonzado. Por fortuna, ninguno de los otros agentes habia prestado atencion a lo que hacia.

Echo una ojeada a la habitacion. La mesa ocupaba el centro del espacio grande y casi vacio con las paredes de ladrillos desnudas, el techo de vigas de madera oscura y el suelo sucio. Dos ordenadores y un magnetofono ocupaban gran parte de la mesa. Agentes de la oficina local del FBI manejaban los equipos. Uno de ellos miro a Sawyer y se quito los auriculares.

– Toda nuestra gente esta en posicion. Por los sonidos que capto, la mujer esta dormida.

Sawyer asintio y se volvio para mirar otra vez por la ventana. Sus hombres habian averiguado que habia otras cinco habitaciones ocupadas en el pequeno hotel. Todas parejas. Ninguno de los varones correspondia a la descripcion de Jason Archer.

Las horas siguientes pasaron sin novedad. Sawyer, habituado a las largas vigilancias que muchas veces solo daban acidez de estomago y dolor de espalda, no se aburria.

El agente que tenia puesto los auriculares escuchaba con atencion.

– Acaba de salir de la habitacion -anuncio.

Sawyer se puso de pie, estiro los musculos y miro la hora.

– Las once. Quiza vaya a desayunar, aunque es un poco tarde.

– ?Como quieres llevar el seguimiento?

– Como habiamos planeado. Dos equipos. Utiliza la mujer del cuarto vecino para el primero y a una pareja para el segundo. Se pueden alternar. Avisales de que esten muy alertas. Archer puede estar en guardia. Que mantengan la comunicacion por radio continuamente. Recuerda que no tiene equipaje en el hotel. Por lo tanto, que esten preparados para cualquier medio de transporte, incluido el avion. Asegurate de tener vehiculos disponibles en todo momento.

– De acuerdo.

Sawyer volvio a mirar por la ventana mientras comunicaban sus instrucciones a los equipos. Tenia una sensacion extrana que no acababa de definir. ?Por que Nueva Orleans? ?Por que el mismo dia en que el FBI la habia interrogado, ella corria el riesgo de hacer esto? Se olvido de todo lo demas cuando Sidney Archer aparecio en la puerta del hotel. La mujer miro por encima del hombre, con el miedo reflejado en los ojos; el agente ya conocia esa mirada. Un estremecimiento le recorrio la columna vertebral cuando de pronto recordo donde habia visto antes a Sidney Archer: en el lugar de la catastrofe. Cruzo la habitacion y cogio el telefono.

Sidney llevaba puesto el abrigo blanco, un testimonio de la bajada de temperatura. Se las habia arreglado para espiar el registro de huespedes, sin que la viera el recepcionista. Solo figuraba una entrada despues de ella. Una pareja de Ames, Iowa, ocupaba la habitacion contigua a la suya. La hora de ingreso era la medianoche o quiza mas tarde. No le parecio muy normal que una pareja del Medio Oeste se alojara en un hotel a esa hora cuando lo logico era que ya estuvieran durmiendo. El hecho de que tampoco les oyera moverse en la habitacion aumento todavia mas sus sospechas. Los viajeros cansados que se presentaban a medianoche no solian mostrarse muy comprensivos con el descanso de los demas huespedes. Lo logico era suponer que el FBI era su vecino, y que probablemente controlaban toda la zona. A pesar de sus precauciones la habian encontrado. Tampoco tenia nada de extrano, se recordo a si misma mientras caminaba por las calles casi desiertas. El FBI se ganaba la vida con estas cosas. Ella no. ?Y si el FBI los cogia? Bueno, ella ya habia decidido desde el momento en que se entero de que su marido vivia que sus oportunidades de seguir vivo pasaban por entregarse cuanto antes a las autoridades.

Sawyer se paseo por la habitacion con las manos en los bolsillos. Habia bebido tanto cafe que ahora le molestaba la vejiga. Sono el telefono. El agente joven atendio la llamada. Era Ray Jackson. Le paso el telefono a Sawyer, que se quito los auriculares.

– ?Si? -La voz de Sawyer vibro expectante. Se froto los ojos inyectados en sangre; los veinticinco anos de experiencia no aliviaban las penurias fisicas.

– ?Como van las cosas por alli? -La voz de Jackson era fresca y alerta.

Sawyer miro la habitacion cochambrosa antes de contestar.

– Aqui donde estoy, todo parece necesitar un buen barrido y una mano de pintura.

– Consuelate -dijo Jackson-. Como pillaste a Sidney Archer en el aeropuerto es la comidilla del dia. Todavia no se como lo conseguiste.

– Mucho me temo que agote la suerte de mi pata de conejo, Ray. Dime que tienes algo para mi. -Sawyer cambio el auricular a la oreja derecha y estiro el brazo izquierdo para aliviar el calambre.

– Si, senor. ?Quieres adivinar?

– Ray, tio, te quiero, de verdad que si, pero anoche mi cama fue un saco de dormir sobre el suelo helado, y no hay ni una parte del cuerpo que no me duela. Para colmo, no tengo calzoncillos limpios, asi que a menos que desees que te dispare cuando te vea, habla ya.

– Tranquilo, grandullon. Vale, tenias razon. Sidney Archer visito el lugar de la catastrofe en mitad de la noche.

– ?Estas seguro? -Sawyer estaba convencido de que tenia razon, pero por habito queria una confirmacion independiente.

– Uno de los agentes… -Sawyer escucho el ruido de los papeles que hojeaba Jackson-, el agente Eugene McKenna, estaba de servicio la noche que aparecio Sidney Archer. McKenna penso que era un curioso y le dijo que se marchara, pero entonces ella le hablo del marido que estaba en el avion. Solo queria echar una ojeada; estaba

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