mejores es la racalmilgo del Servicio Secreto. Nos vemos en el ciberespacio.

Ciao.

Mensaje enviado:

Remitente: Yo no.

Fecha: 191195 10:30:06 PST

De:ArchieJW2

Para: ArchieKW2

sid todo mal todo al reves/disquete en correo 099121.19822.29629.295111.3961 4 almacen seattleconsigueayudaurgenteyo

Sidney contemplo la pantalla del ordenador mientras su mente alternaba entre el entusiasmo y el desconsuelo. Su suposicion era correcta. Jason habia apretado la k en lugar de la j. Gracias, ArchieKW2. Fisher habia tenido razon en cuanto a la contrasena: casi treinta caracteres. Daba por hecho que eso era lo que representaban los numeros: la contrasena.

Se desespero una vez mas cuando vio la fecha del mensaje original. Jason le habia suplicado una ayuda urgente. Sidney no hubiera podido hacer nada, pero de todos modos tenia la terrible sensacion de haberle fallado. Imprimio el mensaje y se lo guardo en el bolsillo. Al menos ahora podria leer el contenido del disquete y esto volvio a animarla.

De pronto se le disparo la adrenalina al oir que alguien entraba en la biblioteca. Salio del programa y apago el ordenador. Guardo el disquete en el bolso. Casi sin respirar y con la mano sobre la culata de la pistola espero atenta a cualquier otro sonido.

Justo cuando oyo un ruido a su derecha, dejo la silla y se movio agachada hacia la izquierda. Llego a una de las estanterias y se detuvo para espiar entre los libros. Vio la silueta del hombre pero no habia luz suficiente para verle la cara. No se atrevio a moverse por miedo a hacer algun ruido. Entonces el desconocido avanzo directamente hacia donde estaba ella. Empuno la pistola, le quito el seguro y la saco de la cartuchera mientras retrocedia. Siempre agachada, se oculto detras de uno de los tabiques, los oidos atentos mientras pensaba como salir. El problema estaba en que la biblioteca tenia una unica puerta. Su unica oportunidad era rodear las estanterias intentando mantener la ventaja sobre el intruso, alcanzar la puerta y echar a correr hasta los ascensores en el vestibulo.

Camino unos cuantos pasos y espero; despues, repitio el proceso. Debia suponer que el hombre oia sus ruidos pero no con la claridad suficiente para determinar su estrategia. Los pasos a su espalda imitaban sus movimientos casi a la perfeccion y esto tendria que haber sido suficiente para alertarla. Casi habia llegado a la puerta; veia los cristales opacos. Solo le faltaban unos pasos y echaria a correr. Ahora estaba a un metro y medio de la salida. Apoyada contra la pared, se dispuso a contar hasta tres.

No paso del uno.

El resplandor de las luces la cegaron. En la fraccion de segundo necesario para que las pupilas se enfocaran, el hombre estaba a su lado. Sidney se volvio por instinto y le apunto con la pistola.

– Dios mio, ?te has vuelto loca? -grito Philip Goldman.

Sidney lo miro boquiabierta.

– ?Que demonios pretendes rondando por aqui de esta manera? -anadio el hombre-. ?Y para colmo con una pistola?

Sidney dejo de temblar y se irguio, decidida.

– Soy una asociada de esta empresa, Philip. Tengo todo el derecho a estar aqui -replico con voz agitada pero con la mirada firme.

– No por mucho tiempo mas -comento Goldman burlon. Saco un sobre de uno de los bolsillos de la chaqueta-. En realidad, tu presencia aqui le ahorrara a la empresa pagar a un mensajero. -Le tendio el sobre-. Tu cese de la firma. Si tuvieses la bondad de firmarlo ahora mismo, nos evitarias a todos un monton de problemas y salvarias a la firma de una enorme verguenza.

Sidney no hizo ningun gesto de coger el sobre sino que mantuvo la mirada y la pistola centradas en Goldman.

El abogado jugueteo unos momentos con el sobre antes de mirar el arma.

– ?Te importaria guardar la pistola? Tu situacion ya es bastante comprometida como para seguir anadiendo crimenes a la lista.

– No he hecho nada y tu lo sabes -le espeto Sidney.

– Desde luego. Estoy seguro de que no sabias nada de los nefastos planes de tu amante marido.

– Jason tampoco ha hecho nada malo.

– No pienso discutirlo mientras me apuntas con un arma. ?Podrias tener la bondad de guardarla?

Sidney vacilo un momento y despues comenzo a bajar el arma. Entonces se le ocurrio una cosa. ?Quien habia encendido las luces? Goldman, no.

Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, una mano fuerte le sujeto el brazo y le arrebato el arma. Casi al mismo tiempo el atacante la lanzo contra la pared con un violento empujon. Sidney cayo sentada al suelo, aturdida por la fuerza del impacto. Cuando levanto la mirada, vio a un hombreton vestido con el uniforme negro de chofer que le apuntaba a la cabeza con su propia pistola. Detras del chofer, aparecio otro hombre.

– Hola, Sid -dijo Paul Brophy con un tono risueno-. ?Has recibido alguna otra llamada de tu difunto marido?

Sidney, con las rodillas temblorosas, consiguio levantarse. Se apoyo en la pared mientras intentaba recuperar la respiracion.

– Buen trabajo, Parker -le dijo Goldman al hombreton-. Ya puede volver al coche. Bajaremos en unos minutos.

Parker asintio, al tiempo que metia la pistola de Sidney en un bolsillo. Ella se fijo que el chofer iba armado. Desesperada, vio como el hombre recogia el bolso que se le habia caido durante la refriega y se marchaba.

– ?Me habeis seguido! -exclamo, furiosa.

– Me gusta saber quien entra y sale de la firma fuera de horas -le contesto Goldman-. Hay un chivato electronico en el control de entradas al edificio. Me alegre mucho al ver que aparecia tu nombre en el registro a la una y media de la manana. -Miro las estanterias-. ?Buscabas informacion sobre algun tema legal o quiza pretendias seguir el ejemplo de tu marido e intentabas robar algunos secretos?

Sidney le hubiera dado un punetazo en el rostro pero Brophy fue mas rapido y se lo impidio. Goldman no se preocupo.

– Quizas ahora -prosiguio- podemos tratar de negocios.

Sidney intento cruzar la puerta y, una vez mas, Brophy se interpuso en su camino y la obligo a retroceder de un empujon. Sidney lo miro furiosa.

– Pasar de ser miembro de un bufete de primera a ladron de hotel en Nueva Orleans es todo un cambio, Paul -dijo Sidney, que tuvo el placer de ver como se esfumaba la sonrisa de Brophy. Miro a Goldman-. ?Crees que si me pongo a gritar me oira alguien?

– Quiza lo hayas olvidado -replico Goldman con un tono frio-, pero todos los abogados y pasantes se marcharon hoy mas temprano para asistir a la conferencia anual de la firma en Florida. No regresaran en varios dias. Lamentablemente, debido a unos asuntos urgentes no he podido acompanarles pero me unire a ellos manana. Paul esta en la misma situacion. Todos los demas estan alli. -Miro la hora-. Por lo tanto, puedes gritar todo lo que quieras. Sin embargo, creo que tienes muchos motivos para trabajar con nosotros.

Sidney miro a los dos hombres con una expresion de furia.

– ?De que demonios estas hablando?

– Considero que esta conversacion debe desarrollarse en mi despacho -dijo Goldman, que senalo hacia la puerta y despues saco un revolver de pequeno calibre para reforzar la propuesta.

Brophy cerro la puerta con llave. Goldman le entrego el revolver y fue a sentarse detras de su escritorio. Con un gesto, le indico a Sidney que se sentara.

– Desde luego, este ha sido un mes excitante para ti, Sidney. -Saco otra vez la carta de despido-. Sin embargo, creo que tus recientes excesos han significado que tu relacion con esta firma ha llegado a su fin. No me

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