En este momento, recorde lo que Sichuk habia hecho en la vida real en Estambul. En la realidad y no en suenos.

– ?Como se llama nuestro barco? -pregunte curioso.

– ?Que! ?Lo olvidaste? -inquirio a su vez, mirandome intrigado.

– No se por que no puedo recordarlo.

– Se llama 'Ucrania'. ?Por que? -indago inquieto.

Todo coincidia. Este sueno tenia un mes de atraso. Mucho mejor, asi podre cambiar el desarrollo de los acontecimientos.

Y, bostezando para darle confianza, repuse:

– Por nada. -Y diplomaticamente propuse-: Mejor no vamos: esta lloviendo.

– ?A donde no vamos?

– A tierra. Si vas, te haran recorrer bajo la lluvia museos, mezquitas y monumentos. Es aburrido. Sentemonos mejor en el bar y bebamos cerveza.

– ?Que te ocurre? -exclamo riendose-. ?Estamos atracados en el ultimo puerto extranjero y el quiere sentarse en un bar a beber!

– ?Por que el ultimo? Todavia faltan Varna y Constanza. Son ciudades muy bonitas.

– Y democraticas -dijo con sorna.

– ?Y solo te gustan las de los paises capitalistas?

– Yo pague el pasaje y hare lo que quiera.

– Traicionaras por treinta monedas como Judas -le dije.

En el 'Metropol', tambien en suenos, hable sin rodeos con este Sichuk. Sin embargo, dispare al vacio, pues el, de todas maneras, no pudo conseguir el pasaje, ni realizo la travesia. Ahora lo sorprendia in fraganti.

– Se muy bien lo que te traes entre manos -le dije-. En la primera parada del autobus hablarias con un policia y te irias a la embajada de los Estados Unidos. Si, ?no te agites, tranquilizate! Y alli, en la embajada, pedirias asilo politico.

En el acto, Sichuk se transformo en una estatua de sal, como la mujer de Lot en la Biblia. Pero su inmovilidad fue efimera. El terror de saber que alguien conocia su mas recondita idea, brillo en sus ojos y desaparecio. Como actor era excelente.

– Estas bromeando -dijo con aparente indiferencia, y alargo su mano hacia el capote.

– Sichuk, no estoy bromeando -le adverti.

– ?Que significa esto?

– Que conozco tu intencion y estoy dispuesto a impedirla.

– Que interesante. ?Y como? -pregunto con descaro.

– Muy simple. Te quedaras en este camarote hasta que zarpe el barco.

– El hipnotismo no influye en mi, asi que, ?largo de aqui! -grito con insolencia y empezo a vestirse.

Me sente en el borde de la litera, cerca de la puerta, y envolvi mi mano izquierda con el panuelo.

Como soy zurdo, golpeo con el puno izquierdo, con la tension de todos los musculos del brazo y el pecho. Cada golpe adquiere la carga complementaria de mi cuerpo. Asi me habia ensenado Sazhin, campeon de peso pesado de la URSS por los anos cuarenta. En aquel entonces yo era muy joven y, con satisfaccion, escuchaba sus consejos en la sala de entrenamiento adonde llegaba despues del trabajo en la redaccion. Alli le enmendaba los errores que cometia en las noticias que escribia: el queria ser periodista, y a cambio me ensenaba 'algunos golpes'. El me decia: 'Tu no seras un boxeador, naturalmente; estas un poco viejo y, ademas, te faltan muchas dotes… Pero en cualquier pelea te defenderas bien; solo cuidate las manos'. Sichuk, notando mis movimientos, pregunto:

– ?Para que te envuelves la mano con el panuelo?

– Para no golpearme los nudillos.

– ?Que…? ?Estas bromeando?

– Ya te afirme, que no estoy bromeando.

– Solo necesito gritar y…

– No gritaras -le interrumpi-. Te iria peor, pues les contaria todo lo que tramas y, adios.

– ?Y quien te creera?

– Creeran. En todo caso, en cuanto aparezca la duda, pensaran el como y el porque… y no te dejaran bajar a la orilla.

– En ese caso yo tambien podria decir lo mismo de ti.

– Entonces nos quedariamos los dos y resolveriamos todo en casa.

Sichuk se sento frente a mi en su litera. Tenia puesto el capote y el quepi.

– Estas loco. Pero, ?de donde se te ha metido en la cabeza que quiero quedarme?

– Lo vi en mis suenos.

– Te estoy preguntando en serio.

– ?Y que importancia tiene el saber como lo supe? Lo fundamental es que no me equivoco. En tus ojos veo que tengo razon.

– ?Serguei, soy un ciudadano sovietico!

– Tu eres un canalla. Ya lo sabia en el frente de guerra, pero no te pude desenmascarar a tiempo.

En su cuello aparecieron manchas rojas; los dedos jugaban nerviosamente con los botones del capote, abrochando y desabrochandolos, quizas comprendiendo que su plan, tan meticulosamente calculado, podia frustrarse.

– No gritare, por supuesto; no hare un escandalo -apunto con tono lloroso-. Pero te doy mi palabra, que todo lo que piensas es absurdo, un absoluto absurdo.

– ?Que tienes en los bolsillos?

– Ya te dije que recuerdos, tarjetas postales, etc.

– ?Ensenalos!

– ?Y por que te los debo ensenar?

– Entonces no los ensenes y acuestate en la litera.

Se levanto y dio unos pasos hacia la puerta, pero yo me apoye en ella impidiendole el paso.

– ?Dejame salir! -grito entre dientes y me agarro por los hombros. Era mucho mas fuerte que yo, aunque era tanto el miedo que tenia, que no reparaba en ello. Pero ahora se lanzo sobre mi sin titubeos.

– ?Dejame salir! -grito de nuevo, tirando de mi hacia si.

Le golpee con la rodilla y retrocedio, luego, enconado, arremetio contra mi, tratando de pegarme con la cabeza; pero no lo logro, porque al pegarle en la mandibula con el puno izquierdo, se tambaleo, desplomandose al suelo entre la litera y el lavabo. De su labio roto brotaba un hilillo colorado. El se lo toco con los dedos y, al ver la sangre, lanzo un aullido lastimero-: ?Socorro!

Y se paro en seco.

– ?Grita! -le dije-. ?Grita mas fuerte, si crees que me aterraras!

Sus ojos se estrecharon destilando odio.

– De todas maneras, ?huire! -balbuceo-. La proxima vez, ?huire!

– Ten por lo menos el coraje de decirlo oficialmente, en alta voz. Di ante todos que no te gusta nuestro sistema y mendiga la visa en cualquier embajada. ?Acaso crees que te detendremos? No, no lo haremos. Te dejaremos ir con satisfaccion: no necesitamos basuras.

– Si es asi, ?por que no me dejas salir ahora?

– Porque lo haces subrepticiamente, con enganos. Porque le juegas una mala jugada a los que creyeron en ti.

Sichuk salto de su sitio y, ensenando los dientes, se precipito de nuevo sobre mi: se lanzo, no porque intentara salir del camarote de cualquier manera; sino porque un odio ciego, enfermizo, lo habia privado de la razon. Y de nuevo lo golpee con la rodilla. Despues de todo, las lecciones de Sazhin me fueron utiles. Esta vez, el cayo en una de las literas, golpeandose fuertemente en la pared del camarote. Crei que habia perdido el conocimiento; mas el, tras moverse un poco, empezo a gemir. Tome una toalla, la moje en el lavabo y se la puse en el rostro.

En la puerta se oyeron unos toques. Mire de soslayo a Sichuk: permanecia inmovil. Le quite el seguro a la

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