– Es una victoria.
Hacia dos anos, el juez Jimmy McElwayne habia sido victima de una emboscada, y aunque por entonces los Payton estaban demasiado empantanados con el juicio de Bowmore para contribuir economicamente, habian dedicado el poco tiempo libre que tenian a un comite local. Incluso habian trabajado de voluntarios el dia de las elecciones.
– Hemos ganado el juicio, Wes, y no vamos a perder la apelacion -dijo Mary Grace.
– Estoy de acuerdo.
– Seguramente solo es un rumor.
El siguiente lunes por la tarde, Ron y Doreen Fisk salieron de Brookhaven sin decir nada a nadie y fueron a Jackson para encontrarse con Tony Zachary. Tenian que conocer a ciertas personas.
Habian llegado al acuerdo de que Tony seria el director oficial de la campana. La primera persona que hizo pasar a la sala de reuniones fue al director financiero que proponia, un joven elegante y con un largo historial de campanas estatales en no menos de doce estados. Se llamaba Vancona y, desbordando seguridad en si mismo, les presento la estructura basica de su plan financiero en un abrir y cerrar de ojos. Encendio el portatil y un proyector y expuso la informacion con vivos colores en una pantalla blanca. En la columna de ingresos, la coalicion de simpatizantes contribuiria con dos millones y medio de dolares. Gran parte procederia de las personas que Ron habia conocido en Washington y, por si acaso, Vancona les paso una larga lista de grupos. Los nombres estaban borrosos, pero la cantidad era abrumadora. Podian contar con otros quinientos mil, que provendrian de donantes de todo el distrito, dinero que se generaria cuando Ron iniciara la campana y empezara a ganarse amistades y a impresionar a la gente.
– Se como recaudar dinero -repitio Vancona en mas de una ocasion, aunque sin intencion de parecer agresivo.
Tres millones de dolares era la cifra magica, la que practicamente garantizaba una victoria. Ron y Doreen estaban aturdidos.
Tony los observaba con atencion. No eran idiotas, simplemente se sentian tan perdidos como lo estaria cualquiera en sus mismas circunstancias. Hicieron varias preguntas, pero solo porque era lo que se esperaba de ellos.
En la columna de gastos, Vancona lo tenia todo controlado: anuncios en television, radio y periodicos, publicidad por correo, viajes, salarios (el suyo seria de noventa mil dolares), el alquiler de la oficina y todo lo demas, hasta las pegatinas, los carteles, las vallas publicitarias y los coches de alquiler. La suma total era de dos millones ochocientos mil dolares, lo que les dejaba un margen.
Tony deslizo sobre la mesa dos gruesas carpetas, cada una de ellas rotulada con un rimbombante: «TRIBUNAL SUPREMO, DISTRITO SUR, RON FISK CONTRA SHEILA MCCARTHY. CONFIDENCIAL».
– Esta todo ahi -dijo.
Ron paso unas cuantas paginas e hizo varias preguntas inocentes.
Tony asintio con solemnidad, como si su hombre poseyera una gran perspIcaCIa.
La siguiente visita -Vancona se quedo en la sala, ahora que era miembro del equipo- fue la de una mujer de la ciudad, llena de vitalidad, de unos sesenta anos y experta en publicidad. Se presento como Kat algo. Ron tuvo que echar un vistazo a su libreta para confirmarlo: Broussard. Su cargo estaba al lado del nombre: directora de publicidad.
?Donde habria encontrado Tony a esa gente?
Kat todavia llevaba el ritmo de la gran ciudad. Su empresa estaba especializada en elecciones estatales y habia trabajado en mas de un centenar.
Ron queria preguntar que porcentajes de elecciones habian ganado, pero Kat apenas dejaba margen para encajar nada en medio de su discurso. Le encantaba la cara y la voz de Ron y estaba segura de que podria preparar el «material audiovisual» que transmitiera adecuadamente su profundidad y sinceridad. Con gran astucia, se dirigio a Doreen en casi todo momento mientras hablaba, y las mujeres conectaron. Kat se habia ganado su puesto.
De las comunicaciones se encargaria una empresa de Jackson. Estaba dirigida por otra mujer de conversacion fluida, llamada Candace Grume y, por descontado, contaba con una amplia experiencia en este campo. Les explico que una campana destinada al exito debia coordinar las comunicaciones en todo momento.
– Por la boca muere el pez -dijo, risuena-, y por ella tambien se pierden las elecciones.
El gobernador actual era uno de sus clientes, pero se habia guardado lo mejor para el final: su empresa habia representado al senador Rudd durante mas de una decada. Con eso estaba todo dicho.
Cedio la palabra al especialista en encuestas, un estadistico sesudo llamado Tedford que se las arreglo para asegurar, en menos de cinco minutos, que habia predicho correctamente el resultado de casi todas las elecciones de la historia mas reciente. Era de Atlanta. Por lo visto, ser de la gran ciudad de Atlanta y encontrarse en el interior conminaba a recordar a todo el mundo que se era de Atlanta. Al cabo de veinte minutos ya estaban hartos de Tedford.
El coordinador no era de Atlanta, sino de Jackson. Se llamaba Hobbs, y les parecio vagamente familiar, al menos a Ron. Se jacto de dirigir campanas de exito en el estado-a veces al frente, otras en la retaguardia- durante quince anos. Les leyo una larga lista de ganadores, aunque se guardo mucho de mencionar a los perdedores. Les sermoneo acerca de la necesidad de la organizacion local, de la importancia de hacer hincapie en los problemas cotidianos de la gente corriente, de ir de puerta en puerta, de arrancar votos, etc. Tenia una voz zalamera y a veces le brillaban los ojos con el fervor de un orador de calle. Ron le cogio mania desde el principio. Mas tarde, Doreen admitiria que ella lo habia encontrado encantador.
Dos horas despues de que empezara el desfile, Doreen se sentia medio catatonica y la libreta de Ron estaba repleta de los garabatos que escribia para no perder el hilo.
El equipo estaba completo. Cinco profesionales bien pagados. Seis, incluyendo a Tony, aunque su salario corria a cargo de Vision Judicial. Ron estudio con atencion su libreta mientras Hobbs seguia hablando por los codos y encontro la columna donde habia anotado los «salarios de los profesionales»: doscientos mil dolares, y los de los «asesores»: ciento setenta y cinco mil. Anadio una nota para consultar mas tarde esas cantidades con Tony. Le parecian demasiado altas, aunque ?que sabia el sobre los ingresos y los gastos de una campana de altos vuelo
Hicieron una pausa para tomar un cafe, y Tony acompano a los demas fuera de la sala. Se despidieron con calurosos apretones de manos, emocionados por la expectacion creada por la campana que tenian por delante y con promesas de volver a reunirse lo antes posible.
Al quedarse a solas de nuevo con sus clientes, Tony parecio repentinamente cansado.
– Mirad, se que es mucho de golpe. Debeis perdonarme, pero todo el mundo esta muy ocupado y el tiempo es fundamental. Pense que una sola reunion seria mas productiva que tener varias por separado.
– No te preocupes -dijo Ron; el cafe estaba haciendo efecto.
– Recordad, esta es vuestra campana -continuo Tony, muy seno.
– ?Estas seguro? -pregunto Doreen-. Pues no lo parece.
– Ya lo creo, Doreen. He reunido al mejor equipo que puedas encontrar, pero podeis prescindir de quien querais ahora mismo. Solo teneis que decirlo y me pongo de inmediato a buscar un sustituto. ?Hay alguno que no os guste?
– No, solo es que…
– Es abrumador -admitio Ron-, nada mas.
– Por supuesto que lo es, es una campana muy seria.
– Las campanas serias no tienen por que ser abrumadoras.
Se que soy un novato en esto, pero no soy idiota. Hace dos anos, en la campana de McElwayne, el aspirante recaudo y se gasto unos dos millones de dolares e hizo una buena campana. Nosotros estamos barajando cifras mucho mayores. ?De donde va a salir el dinero?
Airado, Tony cogio sus gafas de lectura y una de las carpetas.
– Bueno, creia que lo habiamos visto -dijo-. Vancona ha repasado las cifras.
– Se leer, Tony -le contesto Ron, con brusquedad, desde el otro lado de la mesa-. Ya he visto los nombres y los numeros, pero esa no es la pregunta. Lo que quiero saber es por que esas personas estan dispuestas a aflojar tres millones de dolares para apoyar a alguien del que ni siquiera han oido hablar.