Clete Coley en realidad no era abogado. Contaba con muy pocos clientes que pudieran considerarse como tales y no sabria como se redactaba un testamento, una escritura o un contrato aunque estuvieran apuntandole con una pistola. No solia aparecer por los juzgados y no podia ni ver a la mayoria de los abogados de Natchez. Clete simplemente era un tunante, un abogado borrachuzo y un sinverguenza de tomo y lomo que hacia mas dinero en los casinos que en el despacho. En una ocasion tuvo algun escarceo con la politica y se habia salvado por los pelos de que formularan cargos contra el. Tambien habia metido mano en ciertos contratos publicos y habia vuelto a eludir una condena. En sus tiempos, despues de la facultad, habia trapicheado con marihuana, pero abandono esa carrera de la noche a la manana cuando encontraron muerto a uno de sus socios. De hecho, su conversion fue tan radical que acabo siendo agente secreto de narcoticos. Asistia a la Facultad de Derecho en horario nocturno y al final aprobo el examen de obtencion del titulo de abogado al cuarto intento.
Doblo la apuesta con un ocho y un tres, saco una jota y se llevo otros cien dolares. Su camarera favorita le llevo otra copa. Nadie pasaba tanto tiempo en el Lucky Jack como el senor Coley. Lo que el senor Coley pidiera. Volvio a mirar la puerta, consulto la hora y siguio jugando.
– ?Espera a alguien? -pregunto Ivan, el crupier.
– ?Te lo diria?
– Supongo que no.
El hombre al que estaba esperando tambien habia conseguido eludir varias acusaciones. Se conocian desde hacia veinte anos, aunque desde luego no podian considerarse amigos. Aquella seria la segunda ocasion en la que se veian. La primera habia ido lo bastante bien como para motivar esta.
Ivan tenia catorce cuando saco una reina, con la que se paso. Otros cien para Clete. Coley tenia sus propias reglas.
Cuando ganaba dos mil, lo dejaba, igual que cuando perdia quinientos, pero mientras se mantuviera entre esos dos limites, podia pasarse toda la noche bebiendo y jugando. El fisco no lo sabria nunca, pero superaba los ochenta mil al ano. Ademas, el ron era gratis.
Lanzo dos fichas a Ivan e inicio la laboriosa maniobra de bajar su cuerpo descomunal del taburete.
– Gracias, senor Coley -dijo Ivan.
– Siempre es un placer.
Clete se metio el resto de las fichas en los bolsillos de su traje marron claro. Siempre marron, siempre con traje, siempre con relucientes botas vaqueras Lucchese. Con su uno noventa y tantos de estatura, pesaba mas de ciento veinte kilos, aunque nadie lo sabia seguro, pero estaba mas fornido que gordo. Se dirigio tambaleante al bar, donde ya le esperaba su cita. Marlin estaba tomando asiento en una mesa del rincon desde donde dominaba todo el local. No hubo saludos de ningun tipo, ni siquiera se miraron. Clete se dejo caer en una silla y saco un paquete de cigarrillos. Una camarera les llevo bebidas.
– Tengo el dinero -dijo Marlin, al fin.
– ?Cuanto?
– El mismo trato, Clete. Nada ha cambiado. Lo unico que falta es que nos digas si o no.
– Vuelvo a repetirte: ? quienes sois ese «nos»?
– No soy yo. Soy un contratista independiente al que le pagan por un trabajo bien hecho, pero no estoy en su nomina. Me han contratado para reclutarte para esta campana y si dices que no, entonces puede que me contraten para buscar a otro.
– ?Quien te paga?
– Eso es confidencial, Clete. No se cuantas veces te lo he repetido.
– Si, tienes razon, es que tal vez estoy un poco atontado. O puede que un poco nervioso. Quiza quiera respuestas, si no, no hay trato.
Basandose en su anterior encuentro, Marlin dudaba que Clete Coley acabara rechazando cien mil dolares en efectivo, en billetes sin marcar. Marlin practicamente se los habia puesto sobre la mesa. Cien de los grandes por entrar en la campana y revolver las aguas. Coley seria un candidato magnifico: vocinglero, escandaloso, pintoresco, capaz de decir cualquier cosa sin preocuparle las consecuencias. Justo la imagen contraria del politico prototipico que la prensa seguiria en rebano.
– Esto es todo lo que puedo decirte -dijo Marlin, mirando a Clete directamente a los ojos por primera vez-. Hace quince anos, en un condado lejos de aqui, un joven y su joven familia regresaban una noche a casa despues de asistir a la iglesia. Ellos no lo sabian, pero dentro de la casa, una casa muy bonita, habia dos delincuentes negros, limpiandola. Los delincuentes iban puestos hasta las cejas de crack y llevaban armas, unos tipos despreciables. Cuando la joven familia llego a casa y los sorprendio, las cosas se salieron de madre: violaron a las ninas y todo el mundo acabo con una bala en la cabeza. Luego, los delincuentes prendieron fuego a la casa. La poli los detuvo al dia siguiente. Confesiones, ADN, toda la pesca. Desde entonces se encuentran en el corredor de la muerte de Parchmano Resulta que la familia del joven tiene dinero. Su padre tuvo una crisis nerviosa y se volvio loco, pobre hombre. Sin embargo, se recupero y esta muy cabreado. Le cabrea que esos delincuentes sigan vivos. Le pone furioso que su querido estado no ejecute nunca a nadie. Odia el sistema judicial y sobre todo a los nueve honorables miembros del tribunal supremo del estado. Clete, de el procede el dinero.
Era una burda mentira, pero mentir formaba parte de su trabajo.
– Me gusta esa historia -dijo Clete, asintiendo con la cabeza.
– Esa cantidad es una miseria para el. El dinero es tuyo si te presentas a las elecciones y te dedicas a hablar unicamente de la pena de muerte. Joder, es facil. La gente de aqui adora la pena de muerte. Tenemos encuestas que dicen que casi el 70 por ciento de la poblacion cree en ella y a un porcentaje aun mayor le preocupa que no la utilicemos mas en Mississippi. Puedes culpar al tribunal supremo. Es perfecto.
Clete seguia asintiendo con la cabeza. Apenas habia pensado en otra cosa en la ultima semana. Realmente era perfecto y el tribunal era el blanco ideal. Seria divertido participar en unas elecciones.
– Mencionaste a un par de grupos -dijo, dando un trago a su ron doble.
– Hay varios, pero dos en particular. Uno es Victimas en Accion, una organizacion de las que no transigen. Han perdido a seres queridos y se sienten maltratados por el sistema. No cuentan con muchos miembros, pero estan muy comprometidos con la causa. Entre tu y yo, el senor X tambien financia a este grupo en secreto. El otro es la Coalicion por el Cumplimiento de la Ley, una asociacion juridica con cierto peso, preocupada por el orden publico. Ambos se subiran a bordo.
Clete asintio y sonrio sin quitar la vista de encima a una camarera que se acercaba con gran pericia con una bandeja cargada de bebidas.
– Eso son malabarismos -dijo, lo bastante alto para que lo oyeran.
– No tengo nada mas que anadir -dijo Marlin, sin presionarlo.
– ?Donde esta el dinero?
Marlin respiro hondo, incapaz' de reprimir una sonrisa. -En el maletero de mi coche. La mitad: cincuenta de los grandes. Cogelos ahora; el dia que anuncies tu candidatura oficialmente tendras el resto.
– Me parece justo.
Se estrecharon la mano y se abalanzaron sobre sus bebidas.
Marlin saco las llaves de un bolsillo.
– Mi coche es un Mustang verde con capota negra. Esta a la izquierda segun se sale. Coge las llaves, coge el coche y coge el dinero, no quiero verlo. Me quedare aqui y jugare al blackjack hasta que vuelvas.
Clete recogio las llaves, se puso en pie como pudo y atraveso tambaleante el casino en direccion a la puerta.
Marlin espero quince minutos y luego llamo al movil de Tony Zachary.
– Creo que uno ya ha picado -dijo.
– ?Ha aceptado el dinero? -pregunto Tony.
– El trato se esta cerrando en estos momentos, pero si, no volveras a ver ese dinero. Sospecho que el Lucky Jack se llevara su parte, pero en principio, ha aceptado.
– Excelente.
– Este tipo va a ser un exito, lo sabes, ?no? Las camaras lo adoraran.
– Eso espero. Nos vemos manana.
Marlin encontro sitio en una mesa de apuestas de cinco dolares y se las apano para perder cien en media hora.