Ron y Doreen Fisk estaban sentados en la cocina, echando humo, enfrascados en la relectura del editorial de J ackson, con el cafe del desayuno intacto delante de ellos. La campana habia ido muy bien, sin contratiempos, iban por delante en las encuestas y solo faltaban nueve dias para saborear la victoria. Entonces, ?por que el mayor periodico del estado de repente describia a Ron como una persona embustera y deshonesta? Era un bofeton doloroso y humillante, y ademas de no esperarselo, tampoco se lo merecian. Eran personas honradas, integras y buenos cristianos. ?Por que les hacian aquello?

Sono el telefono y Ron contesto.

– ?Has visto el periodico de Jackson? -pregunto Tony, con voz cansada.

– Si, lo estamos leyendo ahora.

– ?Habeis visto el de Hattiesburg, el Sun Herald?

– No, ?por que?

– ? Leeis The New York Times?

– No.

– Leedlo por internet. Llamame dentro de una hora.

– ?Es malo?

– Si.

Lo leyeron, estuvieron echando humo otra hora y al final decidieron saltarse los oficios religiosos de ese dia. Ron se sentia traicionado, avergonzado y no estaba de humor para salir de casa. Segun los ultimos numeros enviados por sus encuestadores de Atlanta, disfrutaba de una ventaja considerable. Sin embargo, en esos momentos creia que la derrota era segura. Ningun candidato podia sobrevivir a una paliza como aquella. Culpo a la prensa liberal, culpo a Tony Zachary y a los que controlaban la campana, y se culpo a si mismo por ser tan inocente. ?Por que habia depositado tanta confianza en unas personas a las que apenas conocia?

Doreen le aseguro que el no tenia la culpa. Se habia entregado tanto a la campana que habia tenido muy poco tiempo para preocuparse de nada mas. Todas las campanas son caotIcas. Nadie puede controlar lo que hacen los trabajadores y los voluntarios.

Ron se descargo con Tony durante una larga y tensa conversacion telefonica.

– Me has dejado en una situacion muy comprometida-dijo Ron-. Me has humillado a mi ya mi familia hasta tal punto que no tengo fuerzas para salir de casa. Estoy pensando en abandonar.

– No puedes abandonar, Ron, has invertido demasiado en esto -contesto Tony, intentando controlar el panico que sentia y tranquilizar a su hombre al mismo tiempo.

– Ese es el problema, Tony. Os he dejado generar demasiado dinero y se os ha ido de las manos. Deten los anuncios televisivos ahora mismo.

– Eso es imposible, Ron. Ya estan en la parrilla.

– Entonces no poseo ningun control sobre mi propia campana, ?es eso lo que me estas diciendo, Tony?

– No es tan sencillo.

– No voy a salir de casa, Tony. Retira los anuncios ahora mismo. Detenlo todo. Vaya llamar a los directores de esos periodicos y voy a admitir mis errores.

– Ron, vamos, por favor.

– Mando yo, Tony, es mi campana.

– Si, y puedes dar las elecciones por ganadas. No lo jodas todo a nueve dias del final.

– ?Sabias que Darrel Sackett estaba muerto?

– Bueno, no puedo…

– Contesta, Tony. ?Sabias que estaba muerto?

– No estoy seguro.

– Sabias que estaba muerto y emitiste un anuncio falso deliberadamente, ?verdad?

– No, yo…

– Estas despedido, Tony. Estas despedido y me retiro.

– No exageres, Ron. Calmate.

– Estas despedido.

– Estare ahi en una hora.

– Hazlo, Tony. Ven lo mas rapido posible, pero hasta entonces estas despedido.

– Salgo inmediatamente. No hagas nada hasta que haya llegado.

– Voy a llamar a los directores ahora mismo.

– No lo hagas, Ron, por favor, espera a que llegue.

Los abogados no tuvieron tiempo para leer el periodico el domingo por la manana. Se reunieron a las ocho en punto en el hotel para lo que seguramente seria el dia mas importante de todos los que llevaban reuniendose. Jared Kurtin no habia especificado en ningun momento cuanto tiempo estaria negociando antes de volver a Atlanta, pero todo el mundo daba por sentado que ese asalto se acabaria el domingo por la tarde. Aparte de la peticion de treinta millones de dolares presentada por Sterling Bintz la tarde anterior, no se habia hablado de dinero yeso tendria que cambiar el domingo. Wes y Mary Grace estaban decididos a irse ese dia con una idea general del valor de los casos de Clase Uno y Clase Dos.

A las ocho y media, todos los abogados de los demandantes estaban en sus puestos, la mayoria de ellos formando corrillos, enfrascados en conversaciones serias y dando la espalda a Sterling Bintz, quien a su vez les daba la espalda a ellos. Su sequito estaba intacto. No se hablaba con el otro abogado que llevaba una demanda conjunta, el de Melbourne Beach. El juez Rosenthal llego a las nueve menos cuarto y comento lo raro que era que todavia no hubiera aparecido ningun miembro de la defensa. Los demas abogados no se habian dado cuenta. No habia ni un alma sentada enfrente de ellos. Wes llamo a Jared Kurtin al movil, pero salto el contestador.

– Quedamos a las nueve de la manana, ?verdad? -pregunto Rosenthal, cinco minutos antes de la hora convenida.

Todo el mundo estuvo de acuerdo en que las nueve era la hora magica. Esperaron, y el tiempo de repente empezo a pasar mas despacio.

A las nueve y dos minutos, Frank Sully, el asesor local de Krane, entro en la sala timidamente, como si estuviera avergonzado.

– Mi cliente ha decidido suspender las negociaciones hasta proximo aviso. Siento mucho las molestias - anuncio.

– ?Donde esta Jared Kurtin? -pregunto el juez Rosenthal.

– Ahora mismo vuela hacia Atlanta.

– ?Cuando tomo esa decision vuestro cliente?

– No lo se. Se me ha informado hace una hora. Lo siento mucho, juez. Por favor, acepten mis disculpas.

La sala parecio ladearse al tiempo que una de sus partes se hundia bajo el peso del repentino giro de los acontecimientos. Los abogados, que estaban emocionados ante la posibilidad de llevarse su trozo del pastel, dejaron caer sus plumas y se miraron boquiabiertos los unos a los otros, sin saber que decir. Se oyeron profundos suspiros y juramentos apenas musitados. Muchos quedaron vencidos de hombros. Le hubieran arrojado algo a Sully, pero no era mas que un tipo del lugar y hacia tiempo que sabian que no tenia ninguna clase de influencia.

F.Clyde Hardin se limpio el sudor de la cara humeda e hizo grandes esfuerzos para no vomitar.

De repente todo el mundo tenia prisa por irse, por salir.

Era desesperante estar alli sentado y mirar las sillas vacias, sillas que habian ocupado hombres que podrian haberlos hecho ricos. Los abogados litigantes recogieron sus pilas de papeles sin perder tiempo, volvieron a llenar sus maletines y se despidieron con un brusco adios.

Wes y Mary Grace no abrieron la boca durante el trayecto de vuelta a casa.

31

El lunes por la manana, The Wall Street Journal publico la noticia de la ruptura de

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