– ?Que pasa? -le pregunto ella, sonriente.
– He…, he terminado la cancion esa que te gustaba.
– ?Que bien! Me encantaria oirla.
– Esta en el piano -Link, timido y vergonzoso, bajo la mirada hacia las puntas de sus zapatos-. Puedes tocarla luego si quieres.
– ?Yo? -Ryan quiso agarrarle la mano como si fuese un nino pequeno, pero tuvo la sensacion de que solo conseguiria ponerlo mas colorado-. Nunca te he oido tocar.
– No… -Link se puso como un tomate y le lanzo una mirada fugaz-. Bess y yo… bueno, ella queria ir a San Francisco -anadio tras aclararse la garganta.
De pronto, Ryan decidio aprovechar la situacion para intentar echarle una mano a Bess.
– Es una mujer muy especial, ?verdad que si?
– Si, no hay nadie como Bess -convino Link de inmediato, justo antes devolver a bajar la mirada hacia los zapatos.
– Ella siente lo mismo por ti.
– ?Tu crees? -Link la miro a los ojos un segundo y luego deslizo la vista hacia sus hombros-. ?Seguro?
– Segurisimo -contesto Ryan. Aunque tenia unas ganas tremendas de sonreir, mantuvo un tono de voz solemne-. Me ha contado como os conocisteis. Me parecio una anecdota muy romantica.
Link solto una risilla nerviosa.
– Es guapisima. Hay muchos hombres que se dan la vuelta para mirarla cuando vamos juntos.
– Normal -dijo Ryan y decidio infundirle un poco de confianza-. Pero creo que a ella le gustan los musicos. Los pianistas. Hombres que sepan escribir canciones bonitas y romanticas. Hay que aprovechar el tiempo, ?no te parece?
Link la miro como si estuviese intentando descifrar sus palabras.
– Si… si, si -contesto por fin. Arrugo la frente y asintio con la cabeza-. Supongo. Voy a buscarla.
– Una idea estupenda -lo animo Ryan. Esa vez si que le agarro la mano para darle un pellizquito carinoso-. Pasadlo bien.
– Gracias -Link sonrio y se giro hacia la puerta. Tenia ya la mano en el pomo cuando se paro para preguntar-: Ryan, ?de verdad le gustan los pianistas?
– Si, de verdad que le gustan, Link.
Link sonrio de nuevo y abrio la puerta.
– Adios.
– Adios, Link. Dale. Un beso de mi parte a Bess.
Cuando la puerta se cerro, Ryan permanecio quieta unos segundos. Era un hombre realmente dulce, penso, y cruzo los dedos por Bess. Formarian una pareja estupenda si conseguian salvar el obstaculo de la timidez de Link. En fin, se dijo Ryan con una sonrisa complacida en los labios, ella habia hecho todo lo que habia podido en aquel primer intento de emparejarlos. El resto dependia de ellos.
Ryan dejo atras el vestibulo y se dirigio hacia la biblioteca. La puerta estaba abierta, lo que le permitia oir la voz suave de Pierce. Su mero sonido bastaba para excitarla. Pierce estaba ahi con ella y estaban a solas. Cuando se paro en el umbral de la entrada, los ojos de Pierce se encontraron con los de ella.
Este sonrio y siguio con su conversacion, al tiempo que le hacia gestos para que entrase.
– Te mandare todos los detalles por escrito -dijo mientras miraba a Ryan pasar y acercarse a unas estanterias. ?Por que seria, se pregunto, que verla con uno de esos trajes de trabajo lo excitaba siempre?-. No, necesito tenerlo todo para dentro de tres semanas. No puedo darte mas plazo… Necesito tiempo para probarlo antes de estar seguro de que puedo utilizarlo -anadio, con los ojos clavados en la espalda de Ryan.
Esta se dio la vuelta, se sento en el brazo de un sofa y lo observo. Pierce se habia puesto unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Tenia el pelo enmaranado, como si se hubiese pasado las manos por el. Ryan penso que nunca habia estado mas atractivo, sentado en un asiento mullido, mas relajado que de costumbre. Aunque conservaba su energia, esa corriente magnetica que irradiaba sobre el escenario o fuera de el. Pero, por bien que se desenvolviese sobre las tablas, era evidente que en ningun lugar se sentia tan a gusto como en su casa.
Pierce seguia dando instrucciones a quienquiera con quien estuviese hablando, pero Ryan noto que, de tanto en tanto, se paraba a mirarla. Se le ocurrio una travesura. Quiza pudiera hacer algo para perturbar la calma de Pierce.
Se levanto del sofa y empezo a dar vueltas por la biblioteca de nuevo. Se descalzo. Saco un libro de un estante, le echo un vistazo y volvio a ponerlo en su sitio.
– Necesito recibir aqui la lista entera… Si, justo eso es lo que quiero -dijo Pierce mientras veia como Ryan se quitaba la chaqueta del traje. La doblo sobre el respaldo de una silla y empezo a desabrocharse la blusa. Al ver que Pierce dejaba de hablar, se giro para sonreirle-. Si te pones en contacto… cuando tengas… todo… yo me encargo del transporte -anadio, luchando por mantener la concentracion y recordar lo que estaba diciendo mientras la blusa caia al suelo y Ryan se bajaba la cremallera de la falda.
Despues de quitarsela, se agacho para sacarse las medias.
– No…, no hace falta… -prosiguio Pierce mientras ella se echaba el pelo hacia un lado y le lanzaba otra sonrisa. Se mantuvo mirandolo durante varios segundos de infarto-. Si… si, perfecto -murmuro al aparato.
Ryan dejo las medias junto a la falda. Luego se enderezo. Llevaba un corpino que se abrochaba por delante. Con un dedo, tiro del lacito que habia entre sus pechos hasta que se aflojo. Mantuvo la mirada sobre los ojos de Pierce y volvio a sonreir al advertir que este miraba hacia abajo a medida que iba desanudando los demas lazos del corpino.
– ?Como dices? -Pierce sacudio la cabeza. La voz del hombre no habia sido mas que un zumbido ininteligible. Ryan se echo mano a las braguitas-. Perdona, luego te llamo -dijo, incapaz de resistir mas aquella provocacion, y devolvio el auricular a la base del telefono.
– ?Ya has terminado? -pregunto ella acercandose despacio a Pierce-. Queria hablarte de mi vestuario.
– Me gusta lo que llevas puesto -Pierce la condujo al sofa y se apodero de su boca.
Ryan saboreo los labios de el, abandonandose a aquel ataque salvaje.
– ?Era una llamada importante? -pregunto cuando Pierce bajo hacia su cuello-. No queria distraerte.
– Seguro que no -contesto el. Llego hasta sus pechos y gruno de placer cuando los corono-. ?Dios!, ?me vuelves loco! Ryan… no puedo esperar -dijo con voz rugosa al tiempo que la tumbaba en el suelo.
– Si -murmuro ella justo antes de sentir como la penetraba.
Pierce temblaba encima de ella. Tenia la respiracion entrecortada. Nadie, penso, nadie habia perturbar su autocontrol de ese modo. Era aterrador. Una parte de el queria levantarse y alejarse, demostrar que todavia podia alejarse. Pero se quedo donde estaba.
– Eres peligrosa -le susurro al oido antes de repasarle el lobulo con la lengua. La oyo gemir-. Eres una mujer muy peligrosa.
– ?Y eso por que? -pregunto ella con coqueteria.
– Conoces mis debilidades, Ryan Swan. Puede que tu seas mi debilidad.
– ?Y eso es malo?
– No lo se -Pierce levanto la cabeza y la miro-. No lo se.
Ryan levanto una mano para apartarle con ternura el pelo que le caia sobre la frente.
– Hoy no importa. Hoy solo estamos nosotros dos.
Pierce le lanzo una mirada profunda y penetrante, tan intensa como la primera vez que se habian cruzado sus ojos.
– Cuanto mas estoy contigo, mas tengo la sensacion de que solo estamos nosotros dos.
Ryan sonrio y lo estrecho entre los brazos.
– La primera vez que me besaste me pusiste el mundo patas arriba. Creia que me habias hipnotizado.
Pierce rio y estiro una mano para deslizarla sobre sus pechos. Le pellizco el pezon y Ryan se estremecio.
– ?Tienes idea de las ganas que tenia de llevarte a la cama esa noche? -pregunto, recordando lo seductora y vulnerable que la habia encontrado durante la noche de la tormenta. Pierce le froto el pezon hasta conseguir alterar la respiracion de Ryan-. No podia trabajar, no podia dormir. Estaba ahi tumbado, incapaz de quitarme de la cabeza como estabas con aquel camison de seda.
– Yo tambien te deseaba -confeso Ryan con voz ronca, avivada la llama de la pasion-. No podia creerme