anos. Por esto he tratado de encontrarte. Mi padre ha ordenado que todos los Adeptos, del quinto grado para arriba, se reunan en el Salon de Marmol. Tenemos que celebrar un Rito Superior y tratar de averiguar algo sobre la naturaleza del Warp. —Keridil guino un ojo a Ta-rod—. Pense que te interesaria mas que a nadie participar en esto... ?O acaso te falla la memoria?
Un antiguo recuerdo de su ultimo dia en la provincia de Wishet... Pero aquello no le habia ocurrido a Tarod, sino a un nino sin nombre y sin clan que desconocia su propia fuerza latente. Aquel nino habia muerto hacia mucho tiempo.
Tarod sonrio, breve pero afectuosamente.
—No eres muy diplomatico, Keridil, pero has conseguido recordarme mis obligaciones. Adelantate; yo me reunire contigo lo antes que pueda.
Al cruzar el patio vacio cinco minutos mas tarde, Tarod se reprendia en silencio por no haber advertido el cambio en la atmosfera. Como habia dicho Keridil, habia una tension que iba en aumento; incluso las losas sobre las que andaba parecian cargadas con ella, y el aire estaba denso y extrana mente inmovil. Al mirar al cielo, vio las primeras senales delatoras; un debil matiz indescriptible enturbiaba el azul propio del verano, y los primeros juegos de luz empezaban a percibirse a lo lejos. Estuvo tentado de subir a la alta torre y ver con sus ojos las Luces del Espectro, aquella extrana aurora que resplandecia a veces en el horizonte del norte y que normalmente solo era vis i-ble en plena noche; pero la urgencia del llamamiento de Keridil le hizo renunciar. Y quizas el trabajo que le esperaba le permitiera olv i-dar durante un tiempo sus preocupaciones y obtener el ansiado alivio.
La atmosfera sofocante se estaba intensificando rapidamente y, al llegar Tarod a la columnata, se detuvo y miro atras a traves del patio. Casi todas las ventanas habian sido cerradas; no se veian senales de vida, y solamente la fuente, que seguia manando, daba algun movimiento a la escena. Mientras observaba, empezo a camb iar la luz; de pronto, el agua de la fuente perdio su brillo y se hizo incolora y muerta. Y una sombra misteriosa y de origen desconocido parecio llenar el patio. Escuchando atentamente, Tarod pudo distinguir el primer y debil zumbido de la tormenta que se acercaba, un eco casi imperceptible para la percepcion humana. Se estremecio con lo que podia ser una sensacion de premonicion, o un recuerdo, se volvio y echo a andar rapidamente a lo largo del pasillo.
Hasta en el laberinto de pasadizos de los sotanos del Castillo podia sentirse la inexorable aproximacion del Warp. La ligera distorsion del tiempo y el espacio que aislaba al Castillo del mundo exterior servia tambien de barrera contra la furia de aquellas tormentas, aunque, como ocurria con muchas de las propiedades del Castillo, nadie sabia exactamente como ni por que; pero la presencia de un Warp producia siempre un efecto inquietante en sus habitantes. Los viejos temores y supersticiones eran dificiles de eliminar incluso dentro del Circulo, y todos aquellos que no habian sido llamados por el Sumo Iniciado habian cerrado sus puertas y ventanas con cerrojo hasta que pasase el temporal.
La propia actitud de Tarod frente a los Warps era una extrana mezcla de inquietud y fascinacion. Su miedo a las tormentas habia terminado el dia en que se habia enfrentado a una de ellas y sobrevivido; sin embargo, su mero poder titanico seguia inspirandole respeto. Hubiera querido saber algo mas sobre la naturaleza de estos terribles fenomenos, pero sentia instintivamente que los intentos del Circulo por descorrer el velo del misterio estaban condenados al fracaso. Era esta la tercera vez en poco mas de un ano que Jehrek habia convocado a los Adeptos superiores para procurar averiguar algo sobre la fuerza que se ocultaba detras de los Warps. Hasta ahora, sus esfuerzos habian resultado vanos, y Tarod estaba convencido de que en esta ocasion pasaria lo mismo.
Si la herencia dejada por los Ancianos hubiese consistido en algo mas que leyendas y fragmentos, el Circulo habria podido comprender la verdadera naturaleza de estas tormentas sobrenaturales y posiblemente descubrir la manera de aprovechar su energia. Pero en los dias que siguieron a la caida definitiva de la antigua raza, se perdieron virtualmente todos sus inimaginables conocimientos, cuando los nuevos amos del Castillo procedieron a borrar todo posible rastro de sus vencidos enemigos.
Segun los pocos datos historicos que se conservaban, los Ancianos habian sido servidores de los poderes del Caos y, por ello, defendian todo lo que era anatema para los fieles de Aeoris. Era imposible imaginar como debia ser este mundo en los tiempos en que habia sido dominado por los tenebrosos dioses del Caos: un miasma infernal de salvajismo, locura, demencia; un reinado de terror al que solo pudo poner fin la intervencion directa de los Senores del Orden.
Pero, fuese cual fuere la magnitud de su maldad, nadie podia negar que el dominio de la hechiceria que tenian los Ancianos habia sido extraordinario; el propio Castillo, construido por los servidores del Caos con el poder del Caos, daba testimonio de ello. En comparacion con ellos, los Iniciados del Circulo eran palidas sombras, que luchaban en vano por comprender cosas que habian sido sencillas para la antigua raza. Al destruir su herencia, el Circulo habia destruido muchos elementos que, solo con que hubiesen sido limpiados de su aspecto pernicioso, habrian podido tener un valor incalculable. Y de nuevo sintio crecer Tarod en su interior el sentimiento de frustracion. Tantos conocimientos perdidos, que nunca podran recuperarse...
Al llegar a una pesada puerta al final del pasadizo, se rompio el hilo de sus pensamientos. Pero esta vez pudo sentir la intensidad del Warp que se acercaba, con una sensacion casi fisica; incluso las paredes parecian vibrar con una energia extrana, y Tarod estuvo seguro de que la tormenta seria anormalmente fuerte. Si esta vez pudiesen romper la barrera...
La puerta daba a una estancia subterranea, con columnas y debilmente iluminada, situada debajo del salon principal, y que era la biblioteca del Castillo. Esta tenia dos secciones: una de ellas estaba a disposicion de los eruditos y contenia todos los conocimientos ocultos del Circulo, acumulados durante innumerables generaciones desde la destruccion de los duenos primitivos del Castillo. Tarod habia pasado mas horas de las que hubiese querido recogiendo datos de los libros y los pergaminos, buscando una solucion a su dilema personal; pero ahora no se detuvo alli, sino que cruzo la vacia y sombria estancia hacia una pequena puerta de aspecto insignificante que permanecia abierta al fondo. Daba a otro pasadizo que descendia en fuerte pendiente, y Tarod lo recorrio con rapidez. La luz debil y nacarina que se filtraba desde el extremo se hizo mas intensa al acercarse Tarod a la puerta, de la que procedia. Estaba hecha de un metal del color de la plata que el Circulo no habia podido identificar ni analizar, y brillaba con fosforescencia propia y peculiar. Era la entrada al Salon de Marmol, en el centro mismo de los cimientos del Castillo.
El Salon de Marmol era el enigma mas grande del Castillo. Los eruditos creian que contenia entre sus paredes el secreto ultimo del poder de los Ancianos, pero, como con tantos otros aspectos del Castillo, habian sido incapaces de descubrir el misterio. Enterrado en el solido granito del acantilado, desafiaba todas las leyes espaciales conocidas, y parecia actuar como foco y amplificador de toda actividad oculta. Algunos datos fragmentarios indicaban que contenia tambien una clave vital para descubrir la naturaleza del propio tiempo. El Salon de Marmol solamente tenia una puerta, cuya llave era guardada por el Sumo Iniciado, que era el unico que podia autorizar su uso. Tarod habia entrado en el Salon cuatro veces en su vida, dos de ellas con sus companeros Adeptos para misiones semejantes a esa, y las otras dos con Jehrek y los altos miembros del Consejo para someterse a la prueba de iniciacion para el sexto y septimo grados, y cada vez habia sentido una fascinacion lindante con la obses ion. Ahora, al abrir la puerta plateada, la expectacion por ver de nuevo aquella camara imponente hizo que se estremeciesen todos los nervios de su cuerpo.
Los Adeptos de mas alto rango estaban alli, esperandole; una veintena de hombres y mujeres que parecian enanos en aquel increible escenario. El Salon de Marmol se extendia de una manera inverosimil en todas direcciones, difumina das sus paredes, si realmente habia paredes, por una palida neblina que vibraba con una luz que era una mezcla inquietante de colores pastel. Esbeltas columnas se elevaban desde el suelo y se perdian en la bruma alla en lo alto, y las baldosas de mosaico sobre las que andaba Tarod parecian moverse y cambiar sutilmente debajo de sus pies.
Keridil, a un lado del grupo, saludo la llegada de Tarod con una sonrisa, y el Sumo Iniciado inclino gravemente la cabeza en su direccion.
— Taros, creo que ahora estamos todos. Si quieres seguirme...
Camino hacia un lugar donde el dibujo del mosaico habia sido roto bruscamente por un gran circulo negro. Se presumia que marcaba el centro exacto del Salon de Marmol y, por consiguiente, el corazon del poder del Circulo. Al ocupar los Iniciados los lugares prescritos a su alrededor, con Jehrek en el situado mas al sur, la mirada de Tarod fue, como otras veces, atraida hacia otra parte del Salon que casi se confundia con la neblina debilmente cambiante. A duras penas podia distinguir los vagos perfiles de siete estatuas colosales que surgian de la penumbra como en una pesadilla. Aunque toscamente talladas, representaban claramente formas humanas; pero todas las caras habian sido completa y concienzudamente destruidas, dejando las cabezas estropeadas y mutiladas. Y, como