las otras veces, sintio un estremecimiento irracional al contemplar aquellas figuras arruinadas. Segun la leyenda, eran estatuas de Aeoris y sus seis hermanos, pues inicialmente los Ancianos habian sido fieles a los Senores del Orden y habian levantado aquellos colosos en su honor; pero despues de pasarse al Caos habian destrozado sus caras como deferencia a sus nuevos senores. Pero si las estatuas no eran mas que esto, ?por que atraian su mente como jamas lo habian hecho otras representaciones de los dioses?, se pregunto Tarod.

Fue bruscamente sacado de su ensimismamiento por un comp anero Adepto situado a cierta distancia de el y que hablo en voz baja a su vecino:

— ... pensando sin duda en cuestiones mas importantes que los meros asuntos del Circulo...

Tarod levanto la cabeza y se encontro con la mirada hostil de Rhiman Han, un Adepto del quinto grado unos diez anos mayor que el. Al hacer cada vez mas ostensibles sus facultades de hechicero, Tarod se habia dado cuenta de que estas provocaban reacciones diferentes en sus companeros. Algunos admiraban su talento y lo apreciaban en lo que valia; otros lo envidiaban y mostraban su resentimiento por el hecho de que un hombre tan joven hubiese alcanzado el ultimo grado con tanta facilidad. Rhiman habia adquirido mas fama con la espada en los torneos de esgrima que la que probablemente alcanzaria jamas como Adepto, y aunque ocupaba un sitio poco importante en el Consejo, no perdia ocasion de manifestar que consideraba a Tarod un advenedizo.

Tarod dirigo al pelirrojo una de sus miradas mas despectivas.

—Te doy las gracias por recordarme mi deber, Rhiman —dijo friamente, sin preocuparse de bajar la voz—. Pero tal vez si tu quisieras centrar tu atencion en asuntos mas importantes no tendriamos que hacer perder mas tiempo al Sumo Iniciado.

Rhiman se sonrojo y Jehrek dirigio una severa mirada a los dos hombres. Tarod observo por el rabillo del ojo que Keridil disimulaba una sonrisa. Entonces el Sumo Iniciado dijo con ligera acritud:

— ?Podemos empezar...?

Los Adeptos inclinaron la cabeza al unisono y Jehrek empezo a entonar la Oracion y Exhortacion con que siempre se iniciaba el Rito Superior. Tarod se esforzo en prestar atencion a las conocidas frases que se perdian en la inmensidad del Salon, pero le resultaba dificil. Algo tiraba de su mente, apartandola de lo que hubiese debido ser centro esencial de la ceremonia, y tuvo que confesarse que todo aquello le fastidiaba. El ritual era de una gravedad excesiva; demasiados preparativos innecesarios antes de que pudiese hacerse algo... Consciente de que debia armonizar sus sentidos con los de los otros, se concentro en el circulo negro alrededor del cual se hallaban reunidos, tratando de emplearlo como punto focal. Pero todavia una distraccion persistente e insidiosa le apartaba de lo que hubiese debido ser su objetivo. La voz de Jehrek se hizo ahora hipnotica, ai pasar el Sumo Iniciado al estado proximo al trance que senalaba el momento en que comenzaba el ritual propiamente dicho. Alrededor de Tarod, todos sus companeros murmuraban las respuestas a la Exhortacion y el movia los labios al mismo tiempo, pero ningun sonido brotaba de su garganta. De pronto, vio su anillo y parecio que la piedra habia cobrado vida propia, reflejando colores imposibles y mirandole como un ojo deslumbrador e inhumano. Pudo sentir que empezaba a emanar energia del circulo de Adeptos, al tiempo que sus mentes se unian y entrelazaban, pero la suya propia permanecia extranamente apartada, como observando.. , y el circulo negro del suelo parecia crecer, extenderse, como una flor oscura...

Vuelve...

Esta palabra entro tan inesperadamente en su cabeza que tuvo que morderse la lengua para no lanzar un grito.

Vuelve... Recuerda... Tiempo...

Tiempo... Decian que el Salon de Marmol tenia la llave del Tiempo... Tarod cerro los ojos, tratando de anular la inoportuna interferencia y de concentrarse en la tarea inmediata; pero era imposible. Tiempo. La clave, la llave...

Su vecino inmediato sintio su estremecimiento y le dirigio una mirada rapida y ansiosa. La cara de Tarod estaba petrificada como una mascara, reflejando su lucha contra aquella influencia en su mente, que se hacia cada vez mas fuerte y agobiante. Por un instante, tuvo la impresion de que las miradas de las siete estatuas sin rostro convergian sobre el, de que las paredes y el techo del Salon se le venian encima, y entonces abrio los ojos, esforzandose en vencer su desorientacion, y vio el circulo negro del suelo. Pero ya no era un simple mosaico; era un vortice, un torbellino que habia surgido del suelo, proyectandose hacia el infinito y tratando de arrastrarle con el. El zumbido del Warp, alla en lo alto, parecia estar en su cerebro y empujarle en su ruidosa carrera, y Tarod se tambaleo, perdiendo el equilibrio...

El sueno, aquel ser..., tenian algo que ver con el, algo que ver con este Salon...

—?Tarod! —oyo vagamente que le llamaba una voz. Penso que era Keridil, pero el tono parecia diferente. ?Espera, padre! ?Debemos interrumpir la ceremonia! Tarod se esta...

Tarod no oyo lo que siguio diciendo Keridil. En ese momento, un muro de oscuridad, surgido de ninguna parte, cayo de lleno sobre el. Al recibir el golpe, percibio la imagen fugaz de una estrella de siete puntas y luz cegadora, antes de caer inconsciente al suelo.

—Casi no has comido nada. —Themila Gan Lin le hablaba como a un nino rebelde—. Vamos, come. Ya oiste lo que dijo Grevard.

Tarod levanto la cabeza y le sonrio ironicamente.

—Falta de vitalidad en la sangre, causada por no tomar el alimento necesario para conservar la buena salud, tanto mental como fisica.

Y demasiado consumo de vino.—Su imitacion del tono severo del medico la hizo sonreir—. Si, Themila, oi que decia Grevard.

Ella no se dejo intimidar.

—Entonces, come. O te obligare a hacerlo a la fuerza, ?y no creas que no soy capaz de ello!

El volvio su atencion al plato bien surtido que le habia puesto delante. No tenia apetito, pero comeria para complacerla. Y, sin duda, Grevard tenia razon: habia descuidado sus propias necesidades durante los ultimos dias, y el diagnostico del medico podia, en buena logica, explicar su desvanecimiento en el Salon de Marmol.

Pero Tarod no estaba seguro de que la logica pudiese aplicarse a su caso. Y cuando miro a Keridil por encima de la mesa, supo que su amigo estaba pensando, mas o menos, lo mismo que el.

— ?Keridil! — dijo suavemente Tarod, pero algo en su voz puso sobre aviso al otro. Decidio ser franco—. Por la cara que pones, diria que no estas mas de acuerdo que yo con el diagnostico de Grevard.

Keridil le miro fijamente.

—No, no lo estoy. Pero tu tienes una ventaja sobre mi, Tarod. Yo no puedo conocer tus pensamientos mas intimos... ni tus recientes experiencias.

Themila los miro a los dos.

—Si sugieres, Keridil, que Tarod esta...

Keridil levanto una mano, imponiendole silencio.

—Aprecio tus instintos maternales, Themila. Yo mismo he sido objeto de ellos con frecuencia; pero sabes tan bien como yo que aqui hay algo mas que la sencilla explicacion de Grevard. Y te dire, con el debido respeto, que tu no estuviste hoy en el Salon de Marmol, no viste su cara...

Tarod lamento que no estuviesen en lugar distinto del atestado comedor. Aqui habia demasiado ruido, demasiadas charlas y risas, demasiadas interrupciones. El habia pasado la ultima hora sometido al reconocimiento de Grevard y al consiguiente sermon, y solo habia aceptado las prescripciones del medico porque discutirlas le habria pues to en mayor aprieto con el Sumo Iniciado. Jehrek, tan preocupado por el bienestar de sus Adeptos como por el exito de los ritos del Circulo, se habia puesto furioso al enterarse de la negligencia de Tarod en el cuidado de su salud. Keridil le habia dicho que, despues de que se lo hubieran llevado apresuradamente del Salon, los restantes Adeptos habian intentado continuar el Rito Superior, pero habian perdido el impetu y nada habian conseguido. Pero ahora, Tarod tenia la impresion de que habia cumplido con su deber, y lo unico que deseaba era escapar.

Pero Keridil y Themila no se lo permitirian. Themila sabia ya lo de los suenos, aunque no con detalle; Keridil sospechaba lo suficiente para querer ahondar mas en el asunto. Y no pasaria mucho tiempo antes de que atasen cabos.

El no habia querido confiar en nadie. Desde que Kael Amion habia rechazado sorprendentemente su peticion de ayuda, se habia mordido la lengua, sintiendose demasiado inseguro para arriesgarse a una segunda negativa.

Вы читаете El Iniciado
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату