Tarod permanecio rigido, respirando fatigosamente y teniendo que ejercer todo su dominio sobre si mismo para impedir que le flaqueasen las piernas cuando la ola de poder se extinguio. El Salon de Marmol estaba ahora silencioso como una tumba, y Tarod sintio a Keridil y a Themila a su lado. No sabia lo que habian visto, ni lo que habian sentido al ser expulsado Yandros, pero sentia su miedo como una presencia tangible. Y, de pronto, supo que tenia que apartarse de ellos. No podia enfrentarse con su confusion y su incertidumbre, tenia un miedo horrible a que le condenasen.
Se volvio y se encamino a la puerta con tanta rapidez que, cuando los otros se dieron cuenta, casi se habia perdido entre la niebla movediza del Salon.
— ?Tarod! — le llamo Themila, y su voz resono en el silencio—. ?Espera!
—No... —Keridil la detuvo, para que no corriese tras Tarod—. Deja que se vaya, Themila. Creo que es mejor asi... Todos necesitamos recobrar nuestros sentidos.
La condujo a paso lento hasta la puerta de plata; salieron al pasillo y Keridil cerro la puerta a su espalda. Ninguno de los dos hablo mientras volvian a la biblioteca y subian la escalera del sotano, y cuando al fin salieron a la noche, el cielo estaba tranquilo y sereno. El
Warp que habia amena zado desde el norte cuando ellos empezaron su trabajo habia desaparecido.
Themila escudrino rapidamente el patio, por si habia alguna senal de Tarod, pero nada se movio y no habia luz en ninguna de las ventanas del Castillo.
—Si no estas demasiado cansada, puedo ofrecerte un vaso de vino en mis habitaciones —dijo Keridil —. El fuego estara todavia encendido; el anciano Gyneth no quiere apagarlo hasta que sabe que estoy durmiendo en mi cama.
Estaba tratando de mitigar la impresion que habian recibido, dando una apariencia de normalidad a su situacion, y Themila le sonrio, agradecida.
—Gyneth es un buen hombre..., tu padre le tenia en alta estima. Si, te acompanare. Gracias. — Miro la cara tensa del Sumo Iniciado—
Y creo que nos conviene hablar de esto antes de que nos retiremos a descansar.
De nuevo en las habitaciones de Keridil, se acomodaron delante del fuego mientras Gyneth, que habia estado esperando como una sombra el regreso de su senor, les servia vino caliente y bizcochos, y aguardaba, solicito, hasta que Keridil le ordeno que se fuese a la cama. Themila sorbio el vino, agradeciendo el calor que le daba, y despues dijo:
—Bueno, Keridil, ?que vamos a hacer ahora?
El la miro con ojos llenos de incertidumbre. Le intimidaba obligar a su mente a repasar los sucesos de la noche, que estaban tomando ya el aspecto de una pesadilla medio olvidada.
—Contestame primero a esto —dijo—. ?Crees que Yandros... era lo que decia ser?
—Si. No lo he dudado un solo instante —dijo ella, estremeciendose.
— ?Y.... Tarod?
Themila no respondio, y Keridil suspiro. Su silencio era significativo: ella sabia la verdad lo mismo que el. Si, Tarod habia proclamado su lealtad al Circulo, y no habia vacilado cuando Keridil le habia pedido que demostrase su fidelidad. Pero no habia negado en absoluto el parentesco que Yandros habia dicho que les unia. Y el hecho de que el, y solo el, tuviese poder para expulsar a aquel ser, era seguramente prueba de ello.
Un hombre, un mortal segun todas las apariencias, pero que llevaba su alma en la piedra de un anillo..., el alma de un Senor del Caos..., ?era absurdo! Pero Tarod no lo habia negado... Y sabia, y habia ocultado este conocimiento, que Yandros era responsable directo de la muerte del padre de Keridil. Le habia quitado la vida a cambio de salvar la de Tarod... Ni siquiera la probada lealtad de Themila podia perdonar esto.
Keridil comprendio que ya no podia enfrentarse el solo con las preguntas sin respuesta. Necesitaba el apoyo y el saber de sus semejantes para decidir lo que tenia que hacer en vista de las revelaciones de esta noche. Y ademas, no podia mantener el asunto en secreto. Si llegaba a saberse, y estaba seguro de que seria asi, su propia posicion seria muy precaria.
Dejo el bizcocho que tenia en la mano, incapaz de comerlo.
—Tendre que convocar un pleno del Consejo —dijo.
— ?Oh, Keridil...! ?Crees que es necesario?
—Comprendo, Themila, los motivos que te impulsan a defender a Tarod, ?pero hay que hacerlo! No puedo ocultar esto... y no puedo llevar todo el peso sobre mis hombros. Esta noche, un Senor del Caos ha aparecido entre nosotros, ?y Tarod le ha llamado! Posiblemente es el suceso mas siniestro con que nos hemos enfrentado en muchas generaciones, ?y me preguntas si es necesario reunir al Consejo?
Ella apoyo una mano en su brazo.
— Lo siento, Keridil. Lo dije sin pensar. Pero tienes razon; hay que hacerlo. Aunque solo los dioses saben lo que pensara Tarod de esto.
Fuesen cuales fueren las circunstancias, penso Keridil con envidia, Themila ponia siempre en primer lugar el punto de vista de Tarod. Le habia tomado bajo su proteccion desde el dia en que llego al Castillo, y nunca habia dejado de preocuparse por el. De pronto, se sintio muy solo, ademas de un poco resentido, y estuvo a punto de recordar le a Themila que Tarod habia sido, al menos indirectamente, responsable de la muerte de Jehrek. Pero domino su impulso, consciente de que seria injusto, ademas de que no serviria de nada. En vez de ello, dijo:
—Desde luego, tendra oportunidad de hablar. Pero si el peso de la opinion se inclina contra el...
—?Que quieres decir?
— Tarod tiene amigos, Thernila, pero tambien tiene enemigos. Como Rhiman Han, con su mezquina envidia. — Keridil prescindio de la vocecilla interior que le acusaba de ser bastante hipocrita—. Y hay muchos viejos miembros del Consejo que consideran con supersticion casi obsesiva todo lo que se refiere al Caos. Querran tomar todas las precauciones posibles.
A Themila no le gusto el rumbo que tomaba la argumentacion de Keridil y dijo:
—Pero Keridil, ?que significa esto? Hablas de que el peso de la opinion se puede inclinar contra Tarod..., pero, ?que ocurriria entonces?
Hubo una larga pausa antes de que Keridil respondiese:
—En verdad, Themila, no lo se. Esto ya no depende de mi. No tengo derecho a tomar decisiones por cuenta del Consejo de Adeptos.
— ?Tu eres el Sumo Iniciado!
—Si, y que Aeoris me valga, ?lo soy! Pero, cuando fui investido de mi cargo, jure que gobernaria nuestro Circulo de acuerdo con la voluntad de sus miembros. En teoria puedo tener autoridad para anular las decisiones del Consejo, pero, en la practica, no me atrevo a hacerlo. Sea cual fuere la decision de la mayoria del Consejo, debo acatarla. Si no lo hiciese, ?no seria digno de mi cargo!
A pesar de toda su preocupacion por Tarod, Themila comprendio lo dificil que era la situacion de Keridil. Ella podia defender a quien quisiera, segun los dictados de su corazon y de su conciencia; pero Keridil no podia hacerlo, y estaba claro que las presiones contrarias de la amistad y el deber le ponian en un brete.
A menos que... pero no; Themila rechazo por absurda la idea que se le habia ocurrido de pronto. Siempre habia habido una amistosa y sana rivalidad entre Keridil y Tarod, pero no pasaba de aqui. A fin de cuentas, Keridil era el Sumo Iniciado. ?De que podia sentir envidia?
Se levanto.
—Perdoname, Keridil. Estoy cansada, a pesar de mis preocupaciones, y presumo que tambien tu lo estas. Tienes razon: hay que convocar un pleno del Consejo, y cuanto antes mejor. Sea cual fuere el resultado, es peremos y recemos para que quede pronto resuelta la cuestion.
Keridil se levanto tambien y se acerco a ella para besarla afectuosamente en la mejilla.
—Cuento con tu ayuda, Themila. A veces creo que tu voz es la unica sensata en un mundo enloquecido.
—Buenas noches, querido hijo... Se volvio y salio de la estancia.
Cuando Themila se hubo marchado, Keridil se sento a la rayada y gastada mesa que tantos Sumos Iniciados habian ocupado antes que el, y se tapo la cara con las manos. Sabia que, si su padre hubiese estado en su lugar, se habria arrodillado delante de la lampara votiva y rezado a Aeoris para que le guiase, pero Keridil no tenia la serena conviccion de Jehrek. Y habia demasiadas ideas contradictorias en su cabeza que le impedian una clara reflexion.