rodando por el suelo, como si fuese un muneco de trapo, y cayo de rodillas al lado de Themila.

—Themila...

Ella estaba consciente y levanto la cabeza, fijando en el una m-rada desenfocada.

—Ha sido una estupidez de mi parte... Lo siento, Tarod...

Consiguio sonreir debilmente.

El la abrazo, dando mentalmente gracias a Aeoris por el hecho de que estuviese viva.

— No hables, Themila, y no discutas conmigo. Te llevaremos a Grevard...

— Estoy... bien. De veras. Estoy bien.

Themila tosio, y broto sangre de entre sus labios, resbalando sobre su barbilla.

—?Keridil! —grito Tarod—. ?Que avisen al medico!

Keridil y dos de los viejos Consejeros estaban ya improvisando una hamaca con sus capas, para poder transportar a Themila. Tarod no permitio que nadie tocase a la mujer; la levanto el mismo y la deposito sobre los pliegues de la hamaca, sujetandole con fuerza la mano mientras se dirigian a la puerta. Mientras tanto, Rhiman se habia incorporado y permanecia tristemente solo en el fondo del salon. Al llegar a la puerta, Tarod se volvio.

—Si muere... —empezo a decir.

—No sigas, Tarod. —Keridil apoyo casi temerosamente una mano en su brazo—. Ha sido un accidente..., ya has visto el dolor de Rhiman. —Hizo una pausa—. Themila no querria que te pusieses en peligro por ella.

Tarod le miro con ojos que brillaron cruelmente.

— ?Acaso no estoy ya en peligro, Sumo Iniciado? — su tono era amargo—. Tal vez seria mejor para todos si pusiese fin a las dudas que aun podais tener, mostrandoos de que soy realmente capaz.

— ?Tarod!

La suplica de Keridil cayo en oidos sordos. Tarod se habia vuelto ya y caminaba por el pasillo detras de los dos apresurados Consejeros y su carga.

Durante toda la larga noche, Tarod permanecio sentado en el corredor vacio, delante de las habitaciones de Grevard, esperando. Para su alivio, el medico no habia perdido tiempo haciendo preguntas, sino que, con su brusquedad acostumbrada, habia hecho que tendiesen a Themila en una cama y que despertasen inmediatamente a sus dos primeros ayudantes. Su gato, un descendiente del original, estaba sentado en el antepecho de la ventana, observando con interes, y Ta-rod habia querido quedarse tambien; pero el medico se habia mostrado inflexible.

—Fuera. Ya tengo bastante que hacer, sin que manos inexpertas se interpongan en mi camino. — Vio el semblante de Tarod y le sonrio debilmente—. Comparto tu preocupacion, Tarod, puedes creerme. Todos queremos a Themila. Espera fuera, si no puedes irte a dormir; te informare en cuanto pueda darte alguna noticia de su estado. Y hare todo lo que este en mi poder.

Tarod habia asentido con la cabeza, dolorosamente.

—Se que lo haras... Te doy las gracias.

Ahora, bajo la pobre luz de una antorcha que se iba consumiendo poco a poco en su soporte de la pared, la vigilia fue larga y triste. La primera luz fria y gris de la aurora empezaba a filtrarse por la alta ventana del fondo del pasillo cuando al fin se abrio la puerta del medico.

Salio el propio Grevard. Su aspecto era macilento, y Tarod supo lo que iba a decir antes de que abriese la boca, se levanto, tambaleandose.

—Saben los dioses que hice todo lo posible, Tarod... —Grevard sacudio tristemente la cabeza—. Pero no fue suficiente. Ya no era joven y no tuvo vigor para reaccionar. Murio hace diez minutos.

Tarod guardo silencio. Grevard le miro, preguntandose si debia insistir en que tomase un sedante. Despues decidio que era mejor no hacerlo.

—?Puedo verla? —pregunto amablemente.

— No.

Tarod sacudio la cabeza, cubrio su mano izquierda con la derecha y acaricio el anillo de plata; un extrano ademan, penso Grevard. Parecia estar sumido en alguna sombria meditacion, que el medico se alegro de no poder compartir.

— Todos lloraremos su perdida — dijo, nerviosamente.

— Murio innecesariamente, Grevard.

—Yo hice todo lo que pude.

—Lo se. Gracias por haber tratado de salvarla —dijo Tarod, dando media vuelta y alejandose.

Siguio andando, aturdido, hasta que llego a sus habitaciones. La puerta exterior se cerro de golpe detras de el, y se quedo plantado, con las manos apoyadas en la mesa, mien tras su cuerpo se estremecia en incontrolables espasmos. Estaba como ciego; una niebla roja flotaba ante sus ojos mientras el dolor paralizador era eclipsado por una furia terrible y voraz. Esta crecio hasta que penso que su cabeza iba a estallar, produciendole una insaciable sed de venganza.

Hoy le condenarian. Lo sabia con tanta certeza como que saldria el sol. Keridil le habia traicionado; Themila habia muerto, y el estaba solo contra el Circulo.

Pues bien, se dijo, sintiendo que la furia crecia mas y mas en su interior, si el Circulo creia que el era el mal, les mostraria lo que era el verdadero mal. Por la memoria de Themila. Ella le habria comprendido.

Tarod volvio hacia la puerta con la cautela de un gato. El cerrojo dio un chasquido cuando el hizo girar la llave y, con la lentitud y la deliberacion del que se sabe no del todo cuerdo, se dirigio a su dormitorio y corrio las cortinas.

CAPITULO 14

—Por los dioses, Keridil, ?tu sabes que fue un accidente!

—Rhiman rebullo en su sillon en el estudio del Sumo Iniciado, cubriendose la cara con una mano, mientras buscaba con la otra la copa que tenia al lado—. Que Aeoris me mate ahora mismo si Themi-la no es para mi la mas querida, la mas amable...

—Trata de serenarte, Rhiman. —Keridil puso cuidadosamente fuera del alcance del pelirrojo la botella negra de aguardiente de la provincia Vacia y, despues, la guardo en el aparador. La habia sacado porque lo habia considerado necesario, pero ahora Rhiman estaba al borde de un ataque de histerismo y no podia dejar que bebiese mas—. Todos sabemos lo que ocurrio, y que tu no tuviste la culpa. Themila actuo irreflexivamente, ?nadie podia prever las consecuencias!

— Pero si muere...

—Grevard esta haciendo todo lo posible. Tenemos que esperar y tener confianza. —Despues anadio, con mas conviccion en la voz de la que sentia en realidad—: Vivira, Rhiman. Estoy seguro de ello. Y ahora escuchame: necesitas dormir; es el mejor remedio contra la conmocion.

— ?No podria dormir aunque en ello me fuese la vida!

Keridil miro la cabeza gacha de Rhiman. Todo su arrogante aplomo se habia desvanecido despues de la tragedia, dejandole agotado y quebrantado. Aunque tenia buenas razones para no simpatizar con aquel hombre y sabia que, de no haber sido por su acaloramiento, el accidente no se habria producido, Keridil se sintio conmovido por su autentico dolor y su remordimiento, y le compadecio.

—Sin embargo —dijo firmemente—, debes intentarlo. Grevard te lo aconsejaria.

—Grevard tiene cosas mas urgentes que hacer en este momento... —Rhiman hizo una mueca—. Tal vez deberia ir a sus habitaciones... Quizas podria darme alguna noticia de su estado...

— No, Rhiman — le interrumpio rapidamente Keridil—. Creo que es mejor que esperes aqui.

Algo en su tono puso sobre aviso a Rhiman, que fruncio el ceno en medio de su confusion.

—?Por que? —pregunto—. ?Nada se pierde con preguntar!

— Es mejor que esperes — repitio Keridil; pero viendo que Rhi-man no se daria por satisfecho con una respuesta evasiva, suspiro y anadio—: Tarod esta alli, Rhiman. Esta velando, en espera de noticias de Themila.

Rhiman contrajo el semblante.

—Ese maldito y diabolico...

Вы читаете El Iniciado
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату