— ?Rhiman!—A pesar de su compasion, Keridil sintio renacer la colera que habia experimentado en la camara del Consejo. Controlando su voz, dijo—: Esta noche se ha causado ya bastante dano para que no haya que anadir mas odio a la situacion. Tu contienda con Tarod no tiene nada que ver con esto.
—?Ah, no? —replico agriamente Rhiman—. De no haber sido por ese cerdo, ?nada le habria pasado a Themila!
—?No seas ridiculo! —Keridil sintio, de pronto, que no podia dejar de censurar al otro hombre; el remordimiento era una cosa, pero no aprobaria ningun intento de Rhiman de eludir la responsabilidad de sus acciones —. Sean cuales fueren tus sentimientos personales, no puedes volver la espalda a los hechos. No puedes culpar a Tarod cuando...
No termino la frase. La puerta del estudio se habia abierto, de repente, golpeando la pared, y una rafaga de aire frio hizo bailar y chisporrotear todas las luces. Keridil se volvio en redondo... y se hallo cara a cara con Tarod.
Al Sumo Iniciado se le corto el aliento al mirar a su viejo amigo. Tarod estaba casi irreconocible; todos los rasgos del hombre familiar y falible habian sido eclipsados por algo extrano y terrible: un aura negra y gelida que hizo que a Keridil se le pusiese la piel de gallina. La luz de los ojos verdes era inhumana, y el anillo que llevaba en la mano izquierda resplandecia como una estrella maligna. Con una impresion tremenda, Keridil vio en el la imagen encarnada de Ya n-dros...
— Tarod...
Pronuncio el nombre solo para romper el espantoso si lencio, sabiendo ya que no podia confiar en razonar con la criatura que se enfrentaba a el.
Tarod le miro fijamente como atravesandole con la mirada y despues dijo a media voz:
—Themila ha muerto.
Detras de Keridil, Rhiman lanzo una exclamacion ahogada, inarticulada, y Tarod dejo de mirar al Sumo Iniciado.
La palabra fue como una sentencia de muerte. Keridil oyo que una copa se estrellaba contra el suelo al echarse Rhiman atras, tamb aleandose, e hizo un desesperado esfuerzo para evitar lo que el instinto le decia que estaba a punto de ocurrir.
—?Tarod no! —Se interpuso en el camino de Tarod y le agarro de un hombro; despues retrocedio al percibir el frio helado de la piel. Sabiendo que era inutil, suplico—: Te lo pido por nuestra amistad, ?no le hagas dano!
Tarod volvio lentamente la cabeza.
— ?Amistad? — repitio, como si nunca hubiese oido esta palabra—. ?Cual es el precio de tu amistad, Keridil Toin?
—?No tiene precio! Por el amor de Aeoris, ?detente!
Los labios de Tarod se torcieron ligeramente, desdenosamente. Hizo un breve ademan, y Keridil fue lanzado a traves de la habitacion como por el golpe de una maza. Choco contra un armario, que cayo con gran estruendo golpeandole en la cabeza y dejandole medio aturdido, y antes de que pudiese recobrarse, Tarod habia levantado la mano izquierda.
Keridil pudo ver lo que vendria ahora, pero era impotente para impedirlo: Rhiman no tenia la menor posibilidad de salvacion. La ultima imagen que tuvo el Sumo Iniciado de el fue la de una figura encorvada, encogida, atrapada en una situacion espantosa, levantadas las manos como para protegerse, antes de que un enorme chorro de luz roja como la sangre chocase contra sus ojos. Rhiman se estremecio y despues parecio saltar en el aire como una marioneta desmadejada. Un solo alarido se hinco en el sistema nervioso de Keridil como la hoja de un cuchillo, y Rhiman murio antes de que los restos de su cuerpo cayeran al suelo.
El subito silencio y la calma que siguieron a la accion de Tarod fueron tan impresionantes que Keridil creyo, por unos momentos, que iba a vomitar. Consiguio dominar el espasmo al empezar a aclararse su cabeza despues del golpe y, muy despacio y tambaleandose, se puso en pie.
Tarod estaba inmovil en el centro de la estancia. El aura que habia hecho retroceder a Keridil habia desaparecido, y con ella la locura. Tarod volvia a ser un ser humano, y sus ojos miraban sin expresion el cadaver de Rhiman.
Keridil, haciendo un gran esfuerzo, miro aquella cosa que yacia en el suelo, y su estomago se rebelo. Solo restos de los cabellos rojos hacian reconocible a Rhiman; el resto... Desvio rapidamente la mirada.
—Keridil... —dijo Tarod, en voz tan baja que, de momento, creyo el Sumo Iniciado que habia imaginado aquel sonido—. Keridil, esto... esto ha sido... —Se tambaleo y consiguio a duras penas agarrarse al respaldo de una silla, medio derrumbandose en ella—. Yo no...
Keridil cruzo la habitacion y arranco una de las cortinas de la ventana. La arrojo sobre el cadaver, volviendo la cara al hacerlo, y Tarod hablo de nuevo, esta vez con mas coherencia:
— ?Le he matado...?
Keridil giro sobre sus talones, con incredulidad.
— ?Acaso no lo
El tono condenatorio de su voz hizo que la sangre de Tarod se enfriase en sus venas. En algun rincon oscuro de su mente, persistia el vago recuerdo de un ataque de furor que no habia podido dominar, alentado por el dolor y por una inhumana sed de venganza contra el hombre que yacia ahora debajo de la cortina; pero nada era claro o concreto. Le dolia la mano izquierda y apenas si podia doblar los dedos; trato de encontrar palabras para explicarse.
— No... no puedo recordar. Solamente que senti una enorme colera, Keridil, y... el poder...
Keridil respiro profundamente, debatiendose entre sentimientos conflictivos de repugnancia, compasion y miedo.
—Tu le has matado —dijo a media voz—. No tenia posibilidad de defenderse. Entraste como una tromba y no pude razonar contigo. —Se volvio de espaldas—. Rezo para que no tenga que volver a presenciar jamas una cosa parecida.
Gradualmente, los fragmentos de recuerdos empezaron a unirse en la mente de Tarod, y con ellos volvio un panico ciego. La fuerza caotica se habia apoderado de el, y habia sido impotente para evitar lo ocurrido: habia sido arrastrado por una corriente de odio y se habia regocijado con el aniquilamiento de Rhiman. Lo que habia hecho no tenia justificacion y, si habia ocurrido una vez, ?quien podia predecir que no sucederia de nuevo? No podia luchar solo; se habia creido lo bastante fuerte para ello, pero estaba equivocado. Yandros le habia utilizado, le estaba todavia utilizando, para sus propios fines. En algun lugar, penso, el Senor del Caos debia estar riendo...
—Keridil... —Sabia que solo tenia una oportunidad para apelar al Sumo Iniciado, y que se estaba jugando algo mas que su antigua amistad—. Keridil, por favor, por el amor del Circulo, ?tienes que ayudarme!
— ?Ayudarte...?
El semblante de Keridil estaba absolutamente inmovil.
—?A luchar contra esto! —Tarod cerro forzosamente la mano izquierda, mostrando el anillo que tenia ahora un brillo amenazador—. No soy lo bastante fuerte para combatirlo... sin ayuda. Pero si fracaso, ?no solo mi futuro estara en peligro! Sabes lo que quiere Yandros... Quiere emplearme como un vehiculo para traer de nuevo el Caos al mundo y amenazar el regimen del Orden. Yo hare acopio de todas mis fuerzas contra el, pero, si el Circulo no me apoya, no seran suficientes.
Y si el triunfa, ?se abriran de par en par las puertas que han tenido acorralado al Caos durante todos estos siglos!
Keridil seguia observando inexpresivamente a Tarod. Al fin dijo:
—Podrias desprenderte de ese anillo, Tarod. Se lo dijiste a Yandros... Podrias arrojarlo al mar.
—Oh, si, se lo dije. Pero ?que conseguiria con ello? Si arrojase el anillo, perderia el poder que el puede darme, y saben los dioses que es esta una carga que aborrezco. Pero, mientras lo posea, tendre una oportunidad de destruir las ambiciones del Caos. Puedo emplear el poder de la piedra, Keridil, y creo que, con la ayuda de nuestros Adeptos, podre controlarlo... ?Es la unica oportunidad!
Keridil habia retrocedido un paso, como desconfiando y temiendo la vehemente suplica de Tarod. Este cobro aliento y dijo en voz muy baja:
—Ademas, rechazaria algo que no es simplemente una fuente de poder... Es mi propia alma, Keridil. —Alzo la mirada, con ojos torturados—. Yandros no mintio, lo se; puedo sentirlo, como algo que me corroe. Pero ?como puedo separarme de ella? Aunque uno se libre de su propia alma, ?puede destruirla? ?Que seria de mi, cuando se